sexta-feira, 16 de maio de 2008

Israel, 60 años

He participado en Israel en las celebraciones del 60 aniversario de la creación del Estado. Dos palabras han resonado a lo largo de los actos que ha preparado el presidente Shimon Peres: visión y futuro. Dos ideas que definen muy bien la historia de los líderes que crearon este pequeño estado entre el desierto de Judea y el mar Mediterráneo, donde había encontrado finalmente su lugar el pueblo judío, tras una de las diásporas más antiguas y más trágicas de la historia.

Sesenta años después, los logros de Israel han fascinado al mundo entero. El impresionante plantel de Premios Nobel, de empresarios de primera fila en la nueva economía global, de intelectuales y artistas que ha congregado en Jerusalén el presidente Peres es un buen testimonio de ello. Israel está hoy a la cabeza en las tecnologías de la información, en las nuevas industrias medioambientales, y tiene una economía moderna y dinámica que al abrirse al exterior ha encontrado nuevas oportunidades de expandirse y crecer. Lo que es más importante, Israel es hoy una sociedad plural, una vibrante democracia que se esfuerza por nutrir cada día este verdadero renacimiento de la civilización judía, por alcanzar el ideal de la justicia social que es un pilar fundamental del judaísmo.

Esta gran fortaleza del Israel moderno se ha construido, paradójicamente, sobre una gran vulnerabilidad. Es la historia, admirablemente contada por Amos Elon, de cómo ese judío marginado por la sociedad europea del diecinueve pasa a ocupar un lugar central en la ciencia y la cultura occidental, para acabar convirtiéndose en el chivo expiatorio de los males del siglo XX, en el Holocausto de los campos de exterminio nazis. Hitler quiso erradicar al pueblo judío y acabar al mismo tiempo con ese proyecto progresista y modernizador que había nacido del fértil tronco de la cultura judía, y que era fundamentalmente incompatible con su proyecto totalitario. Lo que nunca debemos olvidar es que estuvo a punto de lograrlo. Para ello instituimos en España, la pasada legislatura, el 27 de enero como Día de la Memoria del Holocausto y de la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad, y que seguiremos conmemorando año tras año con actos institucionales. Por ello hemos concedido el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia al Yad Vashem, el Museo de la Memoria del Holocausto.

El recuerdo de los millones de víctimas inocentes, la conciencia de esa gran fragilidad, sigue muy viva hoy en Israel, como pude comprobar personalmente durante mi gestión como Embajador de España en ese país y luego como Representante Especial de la Unión Europea para el Proceso de Paz y como tengo ocasión de recordar cada vez que regreso al país. Al constatar que sigue habiendo aún hoy quienes abogan por la desaparición de Israel del mapa de Oriente Próximo, mis amigos israelíes reaccionan siempre con una demanda de seguridad que se ha convertido hoy en un deber ético y político para toda la comunidad internacional.

Al conmemorar este 60 aniversario, he pedido a los dirigentes de Israel que no dejen pasar la oportunidad para tener un gesto con los palestinos, esa otra gran diáspora de nuestro tiempo, que aún no ha visto realizado su anhelo de construir su Estado ¿Qué mejor manera de plasmar la visión de los dos Estados que asegurar que el pueblo palestino tenga también algo que celebrar este año? Creo que, hoy más que nunca, los líderes israelíes son conscientes de esa necesidad, y estoy convencido de que actúan movidos por un deseo sincero de paz. En la Conferencia de Annapolis el pasado año, escuché con emoción al primer ministro Ehud Olmert reconocer el sufrimiento que padece el pueblo palestino. Nadie en su posición había ido tan lejos.

Esa visión de futuro que animaba a los padres del sionismo, pasa hoy por un presente en el que debemos llegar a un compromiso histórico que cierre definitivamente el conflicto árabe-israelí. Estos días me he encontrado también con el secretario general de la Liga Árabe, que me ha reafirmado la voluntad de paz de los países árabes, en los términos de la iniciativa de paz lanzada por el Rey Abdullah de Arabia Saudí en 2002. Nunca la convergencia de intereses estratégicos entre Israel y el Mundo Árabe ha sido tan patente como hoy.

España mantiene con Israel una relación privilegiada. El establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel, en 1986, fue una decisión del Gobierno de Felipe González para el reencuentro de este nuevo Israel con la nueva España democrática, para avanzar en la recuperación del rico caudal de la herencia sefardí y para normalizar definitivamente nuestra política exterior, en paralelo con nuestra incorporación a las Comunidades Europeas. La creación de la Casa Sefarad-Israel en 2006, coincidiendo con el XX aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas, es la prueba más palpable de que España e Israel estamos unidos por una historia de sentimientos, y de que compartimos un espacio, el Euro-Mediterráneo, que encierra un gran potencial de futuro si sabemos cooperar para afrontar juntos los retos de este nuevo siglo.

La paz global, justa y duradera en Oriente Próximo no es una quimera. Los que hemos estado tan cerca de ese compromiso histórico que hemos llegado a tenerlo literalmente entre nuestras manos, no podemos resignarnos a ver pasar el tiempo sin verlo materializarse, y procuramos propiciar nuevas oportunidades para dar el paso definitivo. Desde la Conferencia de Paz de Madrid en 1991, éste ha sido siempre el constante compromiso de España. Es un interés vital para nuestro país y para toda la comunidad internacional. España tiene mucho que aportar en el anhelo de enlazar con esa «sinergia de civilizaciones» de la que nos habla la historiografía israelí contemporánea, que se vivió en la Córdoba medieval y que nunca debimos perder. De ella nació la figura de Maimónides, que siguió firmando como «el andalusí» hasta el día de su muerte, a orillas del Mar de Tiberiades, en lo que hoy es Israel.

El genio con el que fueron fundados este Estado y esta sociedad sigue hoy vivo. Pero aún queda mucho por hacer. La paz ha de coronar aún la visión de futuro de los primeros sionistas. Es tarea de todos apoyar y alentar a los líderes que hoy quieren hacerla realidad.

Miguel Ángel Moratinos
Ministro de Asuntos Exteriores de España

Um comentário:

david santos disse...

Olá, Oswaldo!
Tens aqui uns bons traços da vida e história dos israelitas.
Adorei este trabalho.
Parabéns.

 
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