sábado, 31 de maio de 2008

ETA-FARC, acuerdo siniestro

Las informaciones sobre la relación estrecha entre ETA y las FARC colombianas, confirmadas por ABC, revisten una extraordinaria gravedad. El ordenador del guerrillero Raúl Reyes ofrece pruebas concluyentes sobre los propósitos criminales del grupo narcoterrorista y, en particular, sobre el entrenamiento de etarras en Colombia con la intención de atentar -entre otros- contra el ex presidente Pastrana. Debe recordarse que este mandatario, acusado a veces de contemporizar con las FARC, causó un daño notable a la organización al lograr que fuera inscrita en la lista internacional de bandas terrroristas. Este intercambio de favores entre grupos sanguinarios debe ser investigado a fondo y el Gobierno tendrá que ofrecer en su momento la información precisa a la opinión pública. Es bien sabido además que Venezuela ha sido con frecuencia lugar de refugio para miembros de ETA y aquí se produce una conexión con Hugo Chávez cuyos tratos con las FARC han salido a la luz en los últimos tiempos. Al amparo de su retórica populista, el dictador venezolano se ha convertido en promotor de las causas menos recomendables en aquel continente y cualquier relación entre las FARC y ETA salpica a quienes han otorgado a los guerrilleros un protagonismo político que nunca debe ejercer una banda criminal.

La lucha contra el terrorismo exige una pluralidad de actuaciones políticas y policiales que deben estar plenamente coordinadas. No basta con la colaboración francesa, aunque sea por supuesto muy satisfactoria. Tampoco es suficiente declarar que ya no habrá más diálogo con ETA o afirmar que el Gobierno será «implacable» en esta materia. Bien está que se haya recuperado la única línea sensata de actuación, aunque no será fácil recuperar los años perdidos en una negociación que ha dado alas a los terroristas. Por desgracia, estamos lejos del final de la banda, cuya capacidad para matar está más que demostrada con independencia de la valoración -ahora discutida- de las recientes detenciones en suelo francés. Entre las líneas de actuación figura, sin duda, la cooperación internacional, y desde esta perspectiva resulta muy preocupante que no se haya detectado con suficiente precisión la conexión de los etarras con sus homólogos colombianos. Losnexos entre las FARC y Hugo Chávez ponen en evidencia una vez más los gravísimos errores de la política exterior que practica el Ejecutivo. La preferencia innegable hacia el caudillo bolivariano sólo ha traído problemas para los intereses españoles, como era fácil prever dadas las características del personaje. Ni siquiera la cumbre del famoso «¿Por qué no te callas?» ha servido de escarmiento para Rodríguez Zapatero y ya se han producido nuevos gestos de buena voluntad hacia un gobernante que no merece la confianza de los países democráticos. En el peor de los casos, la complicidad del Gobierno con Chávez favorece los planes de ETA en su expansión internacional, rompiendo así de forma torpe e innecesaria la imprescindible política de persecución sin tregua.

ETA sigue a lo suyo, y ayer mismo hacia público su criterio sobre la consulta ilegal que promueve Ibarretxe, considerándola un «fraude disfrazado de reforma estatutaria». Como siempre, los terroristas están en favor de la autodeterminación, la construcción del Estado vasco y la independencia sin matices. No sorprenden a nadie tales planteamientos, si bien algunos deben tomar buena nota de que no hay manera de buscar acercamientos con quienes sólo pretenden una solución maximalista. Si el lendakari busca atraer votos radicales con su desafío al Estado, debería tener muy claro que hay sectores irreductibles que el PNV no conseguirá atraer por mucho que se radicalice. ETA es un grupo de criminales respecto de cuyo final hay que evitar cualquier triunfalismo. Sólo sabe matar y extorsionar y, como se acaba de demostrar, busca apoyos internacionales para el intercambio de favores siniestros.

Editorial - ABC (31/5/2008)

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