domingo, 31 de janeiro de 2010

En los cimientos de la Paz

Desde que en 1901 nacieron los premios Nobel, siete españoles han recibido dicha distinción: dos de Medicina y cinco de Literatura. Sin embargo, nunca ha recibido un español el premio Nobel de la Paz. Vicente Ferrer, quien dedicó toda su vida a luchar contra el sufrimiento de los más desfavorecidos en una sociedad de castas jerárquicas y desigual en la India, ya no puede obtener dicho reconocimiento pues el Nobel no se otorga a título póstumo. Cuando se cumplen siete meses de su muerte, una plataforma ciudadana independiente ha querido presentar a la Fundación Vicente Ferrer al premio Nobel de la Paz. No piden el premio para Vicente sino para su legado, para un programa de desarrollo integral que desde hace cuarenta años se expande por el distrito de Anantapur, al sur de la India, reduciendo la pobreza extrema y la exclusión social.

En estos proyectos trabajamos muchos, en la India y en España, gracias a la confianza y al apoyo de más de 150.000 personas. Se trata de un programa de Cooperación en el más puro sentido de la palabra, que hace de puente entre Oriente y Occidente. La Fundación Vicente Ferrer en España se esfuerza en conseguir los recursos necesarios para garantizar la continuidad y la autonomía del programa de desarrollo y poder mantener el compromiso de permanencia de la organización en la India y, así, poder seguir trabajando junto a las personas más desfavorecidas de Anantapur.

Cuando hablamos de desarrollo, en la actualidad, pensamos inmediatamente en cubrir las necesidades fundamentales del ser humano: agua, comida y vivienda. El desarrollo, sin embargo, es mucho más que eso. Leyendo a Amartya Sen, principal pensador de este campo y premio Nobel de Economía en 1998, concluimos que desarrollo significa también ampliar las capacidades de las personas para que éstas puedan tomar decisiones por sí mismas, libremente.

En este orden de ideas trabaja la Fundación Vicente Ferrer en la India. Apoyamos el desarrollo de las comunidades con recursos para la construcción de viviendas, escuelas, centros de salud, hospitales y shangams (asociaciones de mujeres), pero es en el ámbito de la libertad donde se conquistan los mayores retos. La estructura social en la India, basada en un rígido sistema de castas profundamente arraigado y discriminatorio, condena a la pobreza a las castas más bajas y a los grupos tribales de las zonas rurales. La exclusión impide muchas veces el desarrollo humano, social y económico de las castas discriminadas y es precisamente en ellas en quien la Fundación centra su trabajo. Potenciar la justicia social y la confianza, promover la capacidad de decisión de las personas y priorizar la libertad, son los objetivos últimos de un programa de desarrollo que encuentra, entre los más desfavorecidos, a los líderes de un proceso de desarrollo que va mucho más allá de la mera producción de recursos y riqueza.

Hablamos de desarrollo, pero ¿qué tiene éste que ver con la paz? A diario escuchamos que la paz es imprescindible. La gente se moviliza por ella y se escriben larguísimos artículos y estudios debatiendo sobre cómo conseguirla. Paz. Esa palabra tan deseada, tan pronunciada y manipulada, es un concepto complejo que alberga en su interior un sueño colectivo. No obstante, la paz puede entenderse como mucho más que la mera ausencia de violencia. Paz es bienestar humano, social y económico. Es un techo bajo el que cobijarse, arroz para llevarse a la boca y una fuente de donde beber, pero también implica que los derechos individuales de las personas sean respetados. La pobreza, la exclusión y el trato discriminatorio e injusto generan el sufrimiento del ser humano y muchas veces son origen de la violencia y los conflictos que existen en el mundo. Por ello, Paz no es sólo oponerse a la violencia física o estructural, sino que es un proceso, una construcción que empieza por el respeto hacia uno mismo y hacia los demás. Cuando hablamos de desarrollo humano y social, hablamos también de Paz.

En este estricto sentido podemos afirmar que el modelo de desarrollo que la Fundación lleva más de cuarenta años implementando en la India es un camino de construcción de paz. A través de un amplio programa que abarca la educación, la ecología, la sanidad, la vivienda y la integración social de las mujeres y las personas con discapacidad, se favorece el desarrollo integral de las personas. Pero es en el ámbito de la comunidad donde el proyecto hace más por la paz. La unión en torno a intereses y necesidades comunes organiza a las personas y fortalece el sentimiento de pertenencia al grupo. Independientemente de religión, género o casta, los ciudadanos se agrupan y asocian para tomar las riendas del desarrollo de su comunidad. La participación directa de todos los miembros de la comunidad aumenta la capacidad de autogestión y decisión, asegurando la sostenibilidad del proyecto y elevando el nivel de confianza y autoestima de las personas. Donde antes había exclusión se potencia la confianza y la capacidad de decisión. Donde había pobreza se genera la solidaridad entre la misma comunidad.

El modelo de la Fundación Vicente Ferrer convierte cada aldea en una pequeña «nación» que encuentra en sus ciudadanos a su pequeño gobierno. Se crea un modelo de comunidad fuerte y solidaria que es capaz de protegerse en los momentos críticos de hambre, sequía, paro o enfermedad. La Fundación no hace de cada persona pobre un rico, pero sí hace fuerte a la colectividad. Es así como a través del ejercicio colectivo de la ciudadanía, el modelo de la Fundación construye una base sólida para el desarrollo de las personas y las comunidades. Una base donde empezar a desarrollar una sociedad más justa e igualitaria que, a su vez, es el mejor cimiento para construir un camino de paz.

El Nobel de la Paz no se ha otorgado nunca a un español ni a una organización de este país. Tampoco se ha dado nunca a un programa de desarrollo integral. Estamos convencidos que Vicente Ferrer reunía todos los méritos, pero ya no lo podrá recibir. Su muerte, sin embargo, hace que sea ahora más evidente que nunca el reconocimiento de un programa mayúsculo que desde 1969 está en marcha para acabar con la pobreza extrema y conseguir una sociedad de ciudadanos más justa en el sur de la India. Éstos son requisitos indispensables, los cimientos más sólidos, para conseguir una paz larga y duradera en la India y fuera de sus fronteras. Desde la Fundación Vicente Ferrer, herederos de un legado humano inmenso que podría replicarse más allá de la India, creemos que ha llegado el momento de que el Comité Nobel traslade su mirada de la superficie, donde afloran los conflictos, a las profundidades donde se encuentran los cimientos para la paz. Ahí es donde nuestros proyectos en la India se desarrollan desde hace más de cuarenta años, en silencio y sin pausa, construyendo un camino de paz que sirva de ejemplo a otras sociedades donde la pobreza y la injusticia están aún presentes.

JORDI FOLGADO FERRER, Director General de la Fundación Vicente Ferrer

www.abc.es

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