quinta-feira, 28 de janeiro de 2010

Patosos en acción

Meten la pata con tal reiteración, que cada nueva pifia ya no me produce irritación. Sólo melancolía. ¿Tenía ayer algo más importante que hacer el Príncipe Felipe que estar en Honduras? No y sin embargo, en vez de mandarlo a la investidura de Porfirio «Pepe» Lobo como nuevo presidente del país, el Gobierno Zapatero decidió que se quedara en casa.

En su lugar, despacharon a la ceremonia al encargado de negocios de la embajada española en Tegucigalpa. Seguro que es un tipo estupendo, un diplomático brillante y conoce aquello como la palma de su mano, pero esas cosas no se hacen.

España no tiene un peso en la escena internacional equivalente al de Francia o Gran Bretaña, pero cuenta y mucho en Iberoamérica. Por razones históricas, culturales y económicas, no somos allí un país europeo más. Somos, con EE.UU., los que importan.

Porfirio Lobo -cinturón negro de taekwondo y padre de 11 hijos- asume la presidencia después de haber ganado limpiamente unas elecciones. Tiene ante sí la complicada tarea de reconciliar a una nación pobre y dividida, a la que la comunidad internacional niega desde hace medio año el pan y la sal. Consciente de la tarea, se ha hartado de predicar el perdón y tender la mano a todo el mundo, dentro y fuera de sus fronteras.

Era evidente que no iba a encontrar respuesta positiva alguna en Hugo Chávez, quien anda muy atareado apaleando estudiantes y cerrando emisoras de televisión opositoras. Tampoco en Daniel Ortega, el pervertido que gobierna la vecina Nicaragua.

Ni siquiera en el estrafalario Evo Morales o en la corrupta Cristina Kirchner, pero seguro que hasta el último instante creyó que en Madrid, en La Moncloa y en La Zarzuela, sus mensajes tendrían eco. No ha sido así, porque los patosos que diseñan nuestra política exterior no ven tres en un burro y parecen abducidos por el Gorila Rojo y sus secuaces.

Alfonso Rojo

www.abc.es

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