terça-feira, 26 de janeiro de 2010

Estrategia para Afganistán

Tras un año en la Casa Blanca Obama no ha sido capaz de presentar una estrategia coherente para lograr la victoria en Afganistán. Sus generales respondieron a sus requerimientos presentándole un plan que recuerda demasiado a Bush como para que sus votantes y congresistas lo puedan asumir.

Se trataría de permanecer durante un tiempo prolongado aumentando sensiblemente tanto el número de soldados como la intensidad de los combates. De esta forma se limitaría la influencia de las fuerzas talibanes facilitando el desarrollo del nuevo Estado y la aplicación de políticas que generen confianza entre los afganos y, a la postre, fortalezcan el nuevo régimen. El objetivo de ganarse a la población iría en paralelo al de lograr que las fuerzas armadas y la policía afganas consiguieran en el tiempo más breve posible hacerse con el pleno control de la situación.

Obama se ha limitado a aprobar el envío de 30.000 hombres, un contingente importante pero insuficiente, y a fijar un período de 18 meses para comenzar la retirada. El presidente quiere llegar a las elecciones con la cuestión afgana resuelta y piensa que con este aviso Karzai y sus aliados trabajarán con mayor intensidad.

La realidad no apunta en esa dirección. Sus dos generales de mayor rango en la región, Petraeus y McChrystal, en entrevistas concedidas a «The Times» y «Financial Times», reconocen que ese plazo es muy corto y que la situación tiene que empeorar mucho antes de que lleguen los buenos resultados. Los talibanes están convencidos, con razón, de que la victoria está en su mano y pocos creen que Karzai pueda restaurar su credibilidad, dañada por la corrupción y la incompetencia.

La ambigüedad de la posición de Obama debilita el necesario liderazgo norteamericano en la región y difícilmente motivará a los ya de por sí indolentes socios de la OTAN.

Florentino Portero

www.abc.es

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