domingo, 29 de novembro de 2009

Ecoapocalipsis y climagate

La batalla de los que quieren salvar al mundo del apocalipsis climático que se nos viene encima por culpa de los estúpidos y malvados negacionistas –que por ignorancia e inconfesables intereses se oponen a las medidas indispensables para detener el destructivo proceso– ha quedado en los últimos días teñidas de contaminantes miasmas, mucho peores que el CO2, al estilo de aquel Watergate que derribó a Nixon de la presidencia de los Estados Unidos.

Un habilidoso hacker penetró en el servidor de la Unidad de Investigación Climática de la Universidad británica de Anglia Oriental –sancta sanctorum del tema, con mano decisiva en el canonizado informe de Naciones Unidas sobre el asunto (el del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático)–, y esparció por el mundo una voluminosa cosecha de emails entre científicos, los más importantes de los cuales son ante todo cruzados de la causa del alarmismo climático.

Ha quedado patente cómo se forja un supuesto consenso científico mediante ostracismos, exclusiones y coacciones contra los que disienten de la verdad oficializada y presentan datos o teorías que la puedan contradecir o simplemente empañar. La verdad esencial está por encima de esas minucias y no se puede consentir que el pueblo llano y creyente de la izquierda, más los muchos prosélitos conseguidos con gran esfuerzo en la derecha, sea extraviado por especulaciones heréticas u objeciones fácticas que ya los avances científicos se encargarán de disipar y que mientras tanto sólo deben ser asequibles para iniciados.

"Ustedes no entienden", ha sido la primera reacción de los que se han quedado con sus vergüenzas al aire. Se trata de discusiones internas entre hombres de ciencia, que utilizan a veces términos comunes como jerga propia de sus exclusivos círculos, ininteligibles para los extraños. Se trata también de discusiones entre sabios, que luego se depuran mediante el proceso que en inglés se conoce como peer review, la revisión de lo que se envía para publicar a las grandes revistas de la especialidad por parte de los pares o iguales del articulista, de los otros científicos de prestigio del ramo. Pero aparte de que algunos emails revelan manipulación pura y dura para mantener el supuesto consenso catastrofista, lo que la correspondencia pone de manifiesto es el sistemático control y falsificación de ese proceso de "revisión por los iguales", en el que, en el interior de un hermético círculo vicioso, no se aceptan más que a los fieles de la secta catastrofista y se llega a procurar el cierre de las revistas que acogen a disidentes.

El desaguisado ha sido tal que no se duda que tendrá repercusiones en el mundo de las ediciones científicas. Los más templados aceptan el mal causado, distinguiendo entre las malandanzas de algunas eminencias demasiado humanas y los hechos probados científicamente. Lo malo es que científicamente parece que hay poco probado con solidez y pese a que las teorías sobre el calentamiento global pudieran ser ciertas o no, es todavía mucho lo que hay aún que investigar sobre su realidad, sus causas, el papel de la acción humana en ellas, sus consecuencias negativas algunas y favorables otras, y desde luego los medios para atajar los posibles aspectos perjudiciales sin congelar o dar marcha atrás en el crecimiento económico, tanto de los que aspiran al desarrollo como de los que ya están instalados en él.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

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