sexta-feira, 20 de novembro de 2009

EEUU - ¿Y qué si hubiera ganado el Sur?

El Sur tuvo buenas razones para decidir su secesión; jurídicas, históricas, económicas, éticas... La ucronía es un ejercicio muy interesante en este caso, pues de haberse dividido Estados Unidos en dos, el curso de la historia habría cambiado.

Pero comencemos por lo que verdaderamente ocurrió. Que fue cosa muy distinta a lo afirmado por Pedro López Arriba, es decir, que la Guerra entre los Estados tuvo su origen en las "tensiones disgregadoras" del Sur. López Arriba cree que no he respondido a lo de que "la crisis de 1860 y la Guerra Civil subsiguiente fueron provocadas, tras larga y concienzuda preparación, por el Sur" (y añadía: "La unilateralidad en la secesión de los sureños queda ahí perfectamente expresada con total claridad").

Es cierto que a ese punto, en nuestra aproximación divergente a la figura de Abraham Lincoln, no he respondido. No lo he hecho porque no me parece tan importante y porque seguramente, en tales términos, es algo ni siquiera cierto: "Los dirigentes sureños no reclamaron en 1860 un gran debate nacional, una convención constitucional, un congreso extraordinario o una gran reforma legal. Lo que hicieron fue llamar a las armas e iniciar la guerra".

El Sur reclamó sus derechos, y con ello participó en un gran debate nacional, que, eso sí, no provocó. Desde luego que sí convocó una convención constitucional, de la que, de hecho, surgió una nueva Constitución, seguramente mejor, en varios sentidos, que la de 1790. Y la secesión no exigía una reforma legal, sino el ejercicio de los derechos. Unos derechos, además, que fueron ampliamente aceptados por todo el país e invocados, con intención de llegar a las últimas consecuencias, por el Norte décadas antes de que lo hiciera el Sur. Cuando varios Estados de Nueva Inglaterra se congregaron en Hartford, el entonces presidente de los EEUU mostró su tristeza por la eventual ruptura de la Unión, pero no dejó de reconocer plenamente el derecho que les asistía. Claro, que hablamos de Thomas Jefferson, uno de los presidentes que más ha conocido y defendido la Constitución norteamericana.

Desde el punto de vista lógico, el unilateralismo del Sur es irrelevante; no hay derecho a la secesión si ésta no puede decretarse de manera unilateral. Por lo demás, las "tensiones disgregadoras" no surgieron como un eccema, sino que provenían de lo que el Sur consideraba una política federal muy lesiva para sus intereses y un asalto a sus derechos.

La esclavitud fue un asunto clave, como bien ha argumentado Pedro López Arriba. Lo fue, además, en un sentido que no debemos dejar de lado. Y es que el reparto entre Estados esclavistas y libres era también un reparto de poder en las instituciones federales y, en consecuencia, un balance que era muy importante por razones que van mucho más allá de la peculiar institución. Sin el Compromiso de Missouri, que igualó de nuevo la perfecta división en dos entre ambos tipos de Estados, el Sur vería peligrar su capacidad política para defender las cuestiones que le interesaban, y en particular su lucha contra los aranceles altos, que era la cuestión crucial.

De este modo, la esclavitud se convirtió en una cuestión de reparto de poder entre los Estados. Por ese motivo, cuando el equilibrio se rompió a favor del Norte y se empezó a cargar contra el Sur (aranceles, mejoras internas y banca nacional), éste redobló su defensa de la esclavitud.

Por otro lado, es claro que cuando el líder sureño John Calhoun proclama: "¡Por la Unión, pero después de nuestra libertad, el bien más preciado!", no se refiere a la libertad individual, sino a la libertad de los Estados de desasirse de la Unión, la misma libertad de que hicieron uso a la hora de sumarse a ella. Pero no es cierto que Lincoln viera el binomio unión-libertad "como un todo indisociable". La Unión era, para él, indisociable de sus objetivos políticos, que no pasaban ni por la libertad de los Estados ni por la libertad individual, sino por el proteccionismo, el inflacionismo y la inversión federal en infraestructuras.

Por último, el temor a la desunión revela una preferencia por unas instituciones comunes, cosa que comparto, y más poderosas, cosa que no comparto. La división institucional no rompe necesariamente los lazos sociales comunes, como la lengua o el comercio. Ofrece al menos una opción institucional más, una experiencia distinta en el servicio a los ciudadanos, de la que podemos aprender; y hubiera sido un contrapeso al gobierno de los Estados del Norte. No hubieran sido todo ventajas, claro está, pero tampoco tenían por qué tener tanto miedo a la secesión.


Siga aquí la polémica PEDRO LÓPEZ ARRIBA JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ: "Abraham Lincoln reconsiderado" (PLA) "Una nueva mirada sobre Lincoln" (JCR) "Abraham Lincoln reconsiderado (y 2)" (PLA).

José Carlos Rodríguez
http://historia.libertaddigital.com

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