El decadente José Luis Rodríguez Zapatero confiaba en que su semestre al frente de la UE elevara la altura de su pedestal político; pero, recién comenzados los festejos, los diarios más solventes del Continente han subrayado su vaciedad y ridiculizado su actitud prepotente. Al líder socialista le ha salido el tiro por la culata y debe de tener herida su propia estimación y, en lo posible, disminuida su patológica manía de grandeza, la que le lleva de desoír todas las voces que no canten su gloria, ensalcen su talante y aplaudan su estática conducta. A mayor abundamiento, cuatro notables premios Nobel de Economía, escandalizados ante la hipótesis de una Europa liderada por Zapatero, se han apresurado a destacar los puntos flacos de la política económica que se deduce de las escasas medidas correctoras que anuncia el Gobierno.
Los hermeneutas del socialismo español, la mayoría de ellos encuadrados en la familia felipista, dan muestras de inquietud. Pudiera ser por razones patrióticas; pero, seguramente, se trata de algo de menos vuelos y mayor practicidad: el miedo a perder el poder y el propio empleo. La encuesta que el domingo publicaba El País, más cerca del pasado que del futuro, era la confirmación sociométrica de la decadencia de Zapatero y, aún con ventaja electoral del PP, también la de Mariano Rajoy. Sin embargo, ya se reflejaban en ella los primeros rayos de una nueva estrategia de un PSOE que, siempre más diligente que los amigos de la gaviota, parecen aprestarse por si vinieran mal dadas, a una drástica sustitución del líder actual con vistas a las legislativas de 2012.
José Blanco, sin venir a cuento, dice y repite que los socialistas españoles no contemplan otra hipótesis electoral que la de Zapatero como cabeza de lista en Madrid y, sólo con eso, ya hay razones para la sospecha. Los acontecimientos, la demoscopia y el admirable sentido grupal del socialismo han contribuido en los últimos días al lanzamiento de la figura del actual ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, como posible sucesor de Zapatero en las aspiraciones del PSOE para el mantenimiento del contrato de inquilinato de La Moncloa. Sin duda Rubalcaba es un personaje de mayor estatura personal, mejor experiencia política y prestigio público que Zapatero; pero, ¿a qué vienen esas prisas por recordarlo precisamente ahora? Algo se mueve en el PSOE y lo mueven los viejos felipistas.
M. Martín Ferrand
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