Como anuncié ya en entregas previas, he dejado el tema de la crisis económica para la última. ¿Está pasando Francia por una crisis económica? Más bien habría que decir que está saliendo de ella y que, si se juzga por los signos externos, nadie lo diría. Que se pase alguien a cualquier hora del día por las Galerías Lafayette, en el centro de París, a un paso de la Ópera, y que me diga si hay crisis. De entrada, Francia cuenta con un estado demasiado grande y con demasiadas prestaciones –las que quisiéramos aquí– como para enfrentarse con facilidad a una crisis que exige recortes, pero lo está haciendo y con éxito. Las razones para esa situación –desde aquí envidiable– son, fundamentalmente, dos.
La primera es su sistema centralizado. Gracias al modelo surgido de la Revolución francesa, Francia cuenta con un estado centralizado que, en época de crisis, puede concentrar sus esfuerzos y no dispersarlos entre una maraña de reinos de taifas como en España. Así, por añadidura, su sistema financiero es sólido de entrada porque no existen unas cajas de ahorros como las españolas en las que pueden meter impunemente las manos los partidos políticos erosionando enormemente la sostenibilidad –ésa sí que es una sostenibilidad seria– de la economía. Es cierto que así la creación de pesebres locales –y de fortunas de políticos y asimilados– se ve dificultada, pero, a la vez, el bien común sale muy favorecido. Por otro lado, todas las iniciativas para salir de la crisis económica tienen como objetivo a Francia no a Turena, Normandía o Bretaña. El bien de uno es el de todos y no contra todos.
La segunda razón es Sarkozy. Naturalmente, se pueden decir muchas cosas en contra del presidente francés. Que le encanta el protagonismo, que lo de Carla Bruni es propio de advenedizos, que es desacomplejadamente de derechas… pero la verdad es que Sarkozy transmite la sensación de que sabe a dónde va, de que conecta con millones de franceses hartos de la demagogia de la izquierda e incluso de un sector de las derechas y de que cree en Francia y en sus raíces históricas sin renunciar a ninguna de ellas.
En otras palabras, Sarkozy transmite confianza y eso lo hace lo mismo rescatando a tiros a los secuestrados por los piratas somalíes que sumándose a las iniciativas de Angela Merkel –la «fracasada» según ZP– en materia de recuperación económica. A pesar de que el Estado está sobredimensionado, de que no escasean los casos de corrupción, de que la izquierda es deplorable y un sector de la derecha no resulta mucho mejor, Francia es creíble y eso –por extraño que parezca– es una inmensa ayuda a la hora de salir de la crisis económica. La prueba la tenemos en la cantidad de dicterios que están siendo dirigidos contra ZP en la Prensa europea con motivo de la asunción de la Presidencia de la Unión Europea por parte de España y eso sin que haya hecho nada todavía. Así está Francia y así está España y las razones son obvias. Causa un inmenso dolor decirlo, pero o reformamos nuestro sistema hacia un modelo de administración territorial lo más parecido al francés o muy pronto, con una economía aniquilada y unas instituciones en estado de saldo, se dirá que «lo serio empieza en los Pirineos».
César Vidal
www.larazon.es
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