quinta-feira, 21 de maio de 2009

Ramón y Cajal, Dios y el nacionalismo

Ramón y Cajal recibió el Premio Nobel en octubre de 1906 por sus estudios sobre la demostración de la teoría neuronal y la ley de polarización dinámica de las neuronas. En su obra escrita, que fue abundante, da cuenta de aspectos de su persona como el de sus creencias, aspecto éste por cierto escasamente estudiado y en absoluto difundido.

Nacido en el seno de una familia católica, se casó por la iglesia con una católica ferviente, Silveria Fañanás, con la que tuvo siete hijos, que fueron bautizados y recibieron la comunión. Aunque probablemente no fue un católico practicante, parece no encontrar nada que se acerque a Dios tanto como esa religión.

En 1895, con 43 años, ingresó en la Real Academia de Madrid y en su discurso de ingreso titulado Fundamentos racionales y condiciones técnicas de la investigación biológica, dejó testimonio claro de sus ya afianzadas creencias al escribir, hablando de las cualidades morales que debe poseer el investigador:

Y a los que te dicen que la Ciencia apaga toda poesía ... contéstales que... tú sustituyes otra mucho más grandiosa y sublime, que es la poesía de la verdad, la incomparable belleza de la obra de Dios y de las leyes eternas por Él establecidas. Él acierta exclusivamente á comprender algo de ese lenguaje misterioso que Dios ha escrito en los fenómenos de la Naturaleza; y a él solamente le ha sido dado desentrañar la maravillosa obra de la Creación para rendir á la Divinidad uno de los cultos más gratos y aceptos..."

Pero también Cajal, además de deísta, resulta ser uno de esos científicos poco frecuentes, que tienen muy claros los límites de la ciencia en relación a asuntos como la religión, escribiendo en el mismo discurso:  

La vida y la estructura van más allá de nuestros recursos amplificantes y de la potencia reveladora de nuestros métodos... En la ausencia de datos suficientes para formular una explicación racional... abstengámonos de imaginar hipótesis... de esta excesiva confianza en los recursos teóricos que para la resolución del supremo enigma de la vida pueden ofrecernos las ciencias auxiliares, adolecen casi todos los modernos creadores de teorías biológicas generales, aunque éstos tengan nombres tan justamente célebres como Herbert Spencer, Darwin, Haeckel, Heitzmann, Bütschli, Noegeli, Altmann, Weissmann, etc.... en lugar de abarcar con su mirada el horizonte entero de la Creación, sólo han logrado explorar un grano de arena perdido en la inmensidad de la playa...

Esta fe deísta se encuentra unida a la creencia en el alma inmortal desde sus veinte años en los que, abatido por el sufrimiento de la tuberculosis, escribe [Cajal. Vida y Obra, de los autores García Durán Muñoz y Francisco Alonso Burón, publicados ambos en Barcelona en 1983 por la Ed. Científico Médica, p. p.445]:

Ciertamente del naufragio se habían salvado dos altos principios: la existencia de un alma inmortal y la de un Ser Supremo rector del mundo y de la vida.

Hay otros muchos escritos, algunos en los que manifiesta sus opiniones sobre aspectos de la religión y, en concreto, de la fe cristiana vivida por sus contemporáneos, en los que no ahorra críticas, pero nunca dejó de transmitir su creencia en Dios creador. Los siguientes autógrafos son buena prueba de ello:

Más tarde o más temprano llegará el turno del naufragio del admirable aparato visual, el órgano filosófico por excelencia que nos relaciona con el infinito y sin el cual dudaríamos de la existencia de Dios.

La hermosura es una carta de recomendación escrita por Dios.

Para ser sabio, el hombre necesita aprender todos los libros; para ser virtuoso, le basta con uno: el Evangelio.

No hay virtud sin religión, ni felicidad sin virtud.

Sus críticas hacia la religión católica, que también las hubo, no le hacen perder el respeto más profundo por los creyentes, a los que tal vez en algún sentido, en el fondo envidia (p. 461) :

No te burles de los creyentes fervorosos si eres escéptico. Ten piedad de tus antepasados que fueron cristianos sinceros numerosas centurias. Sería ingratitud imperdonable olvidar que tu corazón y tu cerebro están enraizados en un protoplasma milenariamente cristiano y espiritualista. Pecarás, por tanto, de sacrílego y descastado, mofándote de tus antepasados, a quienes debes la vida.

En la misma obra se recoge su explicación al hecho de sus dudas de fe, o como un deseo si no como una incapacidad:

Nadie cae en la cuenta del hecho fisiológico que hay cabezas refractarias a la fe. No se trata de tener o no razón, sino de la fatalidad mental de no poder ser de otro modo.

Sólo la inmortalidad integral, es decir, la persistencia del alma y del cuerpo, nos satisface plenamente... A pesar de mi respeto y veneración hacia la ortodoxia cristiana, hay dogmas, por ejemplo, el de la resurrección de la carne, que me sumen en un mar de confusiones.

... o estos otros:

Tan glorioso me parece un católico de talento y henchido de fe robusta, como un patricio y emérito racionalista. Después de todo, en cierta materia, nuestra razón está demasiado condicionada para autorizar un juicio severo. Porque ambos, creyentes y heterodoxos, son hechuras del ambiente histórico y de la fatalidad arquitectónica del cerebro.

...con relación a la Escuela Pía de Jaca. Ninguna institución docente está libre de albergar temporalmente algún profesor de mal genio y excesivamente riguroso. Sobre que mis endiabladas travesuras de chiquillo díscolo, justificaban de sobra cualquier medida disciplinaria. Yo me enorgullezco hoy, de todos modos, de haber sido alumno de las Escuelas Pías. 

Me es muy grato con este motivo, después de reiterarle la expresión de mi gratitud, saludarle afectuosamente. 

También en otras ocasiones se interpretan hechos en su vida de forma al menos discutible. Tal es el caso de su consideración como primer presidente del CSIC, cuando es de dominio público e incluso aparece en la versión en español del juego familiar de salón Trivial Pursuit la pregunta "¿En qué año se fundó el CSIC?", y como contestación correcta (y cierta) aparece "en 1939", habiendo muerto Cajal en el año 1934. No obstante, se pretende asociarle a la Institución Libre de Enseñanza, cuando donde jamás estudió, cumplimentándose su formación en colegios como el de los Escolapios de Jaca, entre otros.

Pero si sorprendentes son las anteriores citas, no lo serán menos las siguientes, en las que se demuestra bien a las claras que se puede ser Premio Nobel y patriota español, no "nacionalista", ya que el nacionalismo es una ideología que pretende mediante cualquier medio (incluso violento) imponer una idea subjetiva de nación a una mayoría patriota que no hace más que adherirse a una realidad, como es el caso de España y sus nacionalismos

En su obra El mundo visto a los ochenta años. Impresiones de un arteriosclerótico, Cajal expone su patriotismo: 

No; digan cuanto gusten derrotistas y augures pusilánimes el ímpetu de nuestra raza no se extingue fácilmente. Padecerá eclipses, atonías, postraciones como las han padecido otros pueblos. De su letargo actual, contristrador y deprimente, se levantará algún día, cuando un taumaturgo genial, henchido de viril energía y clarividente sentido político, obre el milagro de galvanizar el corazón desconcertado de nuestro pueblo, orientando las voluntades hacia un fin común: la prosperidad de la vieja Hispania.

Cajal, además de patriota era centralista, como los actuales franceses y su tan traída y llevada república, y decía cosas como las siguientes:

¡Pobre Madrid, la supuesta aborrecida sede del imperialismo castellano! ¡Y pobre Castilla, la eterna abandonada por reyes y gobiernos! ¡Qué sarcasmo! Ella, despojada primeramente de sus libertades, bajo el odioso despotismo de Carlos V, ayudado por los vascos, sufre ahora la amargura de ver cómo las provincias más vivas, mimadas y privilegiadas por el Estado, le echan en cara su centralismo avasallador...

Volviendo sobre los nacionalismos, comenta en el mismo libro sobre catalanismo y vasquismo:

A guisa de explicaciones del desvío actual de las regiones periféricas se han imaginado varias hipótesis, algunas con ínfulas filosóficas. No nos hagamos ilusiones. La causa real carece de idealidad y es puramente económica. El movimiento desintegrador surgió en 1900 y tuvo por causa principal, aunque no exclusiva, con relación a Cataluña, la pérdida irreparable del espléndido mercado colonial. En cuanto a los vascos, proceden por imitación gregaria. Resignémonos los idealistas impenitentes a soslayar las raíces raciales o incompatibilidades ideológicas profundas (que no niego en absoluto) para contraernos a motivos prosaicos y circunstanciales.

Merece la pena reproducir lo que don Santiago escribía el 25 de mayo de 1934, en el prólogo a la obra que nos ha servido de base para este texto, así podemos corroborar cuál era su apuesta:

No es que me asusten los cambios de régimen, por radicales que sean, pero me es imposible transigir consentimientos que desembocarán andando el tiempo, si Dios no hace un milagro, en la desintegración de la patria y en la repartición del territorio nacional. Semejante movimiento centrifugo, en momentos en que todas las naciones se recogen en sí mismas unificando vigorosamente sus regiones y creando poderes personales omnipotentes, me parece simplemente suicida. En este respecto, acaso me he mostrado excesivamente apasionado. Sírvame de excusa la viveza de mis convicciones españolistas, que no veo suficientemente compartidas ni por las sectas políticas más avanzadas ni por los afiliados más vehementes a los partidos históricos.

Como frase definitoria de un totalitarismo naciente, la siguiente:

¿Cuánta ingratitud tendenciosa alberga el alma primitiva y sugestionable de los secuaces del vacuo y jactancioso Sabino Arana y del descomedido hermano que lo representa?

 Volviendo sobre los enfoques de naciones vecinas y supuestamente avanzadísimas en todos los ordenes comentaría:

Si España estuviese poblada de franceses e italianos, alemanes o britanos, mis alarmas por el porvenir de España se disiparían; porque estos pueblos sensatos saben sacrificar sus pequeñas querellas de campanario en aras de la concordia y del provecho común.

Todos estos fenómenos los llegaría a denominar "trance de balcanización inminente".

La moraleja de todo esto es que se puede ser inteligente, o muy inteligente, a la vez que creyente y patriota... y además en España.

Alfonso V. Carrascosa

http://iglesia.libertaddigital.com

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