El Tribunal Supremo ha admitido la personación de Falange Española de las Jons en la causa abierta por la Sala Penal al juez Baltasar Garzón por supuesto delito de prevaricación por su investigación de los crímenes del franquismo. Se trata de la misma causa ya abierta por las querellas de dos asociaciones. La cosa no tiene mayor trascendencia, pues admitida en su día, el Tribunal Supremo no puede hacer otra cosa que aceptar la personación de Falange si su querella es idéntica a las de los que actuaron antes.
El País compara la imposible noticia de que el Supremo alemán aceptara una querella del NSDAP (el partido nazi alemán) contra un juez por investigar los crímenes del nazismo con el hecho de que hoy el Supremo español admita la personación de Falange en la querella contra Garzón.
Naturalmente, el diario independiente de la mañana olvida algunas cosas que diferencian ambos supuestos. La primera y más importante es que el NSDAP en Alemania es ilegal y, por lo tanto, no puede presentar una querella contra nadie ni por nada. La segunda, también relevante, es que en Alemania los crímenes del nazismo son perseguibles y en España los del franquismo no lo son porque hay una Ley de Amnistía de 1977. Detalle importante de esta ley es que no sólo impide investigar los crímenes del bando nacional, sino también los del bando republicano. Precisamente por eso, la única persona viva con conocidas responsabilidades por actos que podrían ser considerados criminales, Santiago Carrillo, nunca ha podido ser llevado ante los tribunales.
Falange Española de las JONS es un partido legal en España. Y desde el momento en que lo es, puede presentar cuantas querellas desee. Y los tribunales las tramitarán si están suficientemente fundadas. Si a El País le parece mal, que promueva su ilegalización por los crímenes que pudieron cometer sus miembros durante la guerra. Pero que se lleve cuidado, a ver si el que termina siendo ilegalizado es el PSOE por los que cometieron los suyos.
Lo que hay detrás de todo esto, del escándalo que manifiestan por la existencia de Falange y todo lo que rodea a la Ley de Memoria Histórica, es una consciente y fría violación de lo acordado durante la Transición. Ésta fue posible porque derecha e izquierda pactaron la reconciliación. Una reconciliación basada en el reconocimiento de que, con independencia de quienes fueron los vencedores y quienes los vencidos, la culpa de lo ocurrido correspondía por igual a los dos bandos. Por eso, junto a la estatua de Franco, infamante para la izquierda, se levantaron la de personajes de paralela infamia para la derecha, como Negrín, Prieto o Largo Caballero. Para la progresía de hoy, ese pacto no debe seguir respetándose. Y por eso quitan las estatuas de los unos, y nos dejan las de los otros.
Si les molesta la Ley de Amnistía, cuya vigencia es la que fundamenta la querella contra Garzón, que promuevan su derogación. Así ya podrá el juez estrella y otros que deseen subirse al carro investigar todos los crímenes que quieran. Pero, de momento, no lo harán porque, si derogaran esa ley, el primero que tendría que sentarse en el banquillo es uno de los suyos, Santiago Carrillo. Cuando éste muera, quiera Dios que ocurra dentro de muchos años, ya verán como se ponen a ello.
Emilio Campmany
www.libertaddigital.com
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