¿Recuerdan cuando en noviembre pasado en Suiza se desató una tempestad política por un referendo en el que se prohibió la construcción de más minaretes en la Confederación Helvética? Las denuncias de islamofobia fueron infinitas. ¿Fobia por oposición a qué filia?
Esta misma semana hemos visto cómo siete cristianos coptos eran asesinados en Egipto cuando salían de celebrar la Navidad que su calendario ubica el 6 de enero. Podríamos dar muchos otros ejemplos de asedio cristiano en tierras del Islam a lo largo del último año como ayer se recogía en estas páginas sobre Malasia. Baste llamar la atención sobre el informe anual de la ONG protestante Open Doors. Cita ocho Estados musulmanes entre los diez más tenaces represores del cristianismo en el mundo. Y los otros dos nos son compañía deseable en ninguna materia: Corea del Norte -que encabeza el escalafón- y Laos. Pero debe llamarnos más la atención lo que ocurre en países aliados del Occidente dizque cristiano. Así, el tercero de la lista de Open Doors es Arabia Saudí donde, como tantas veces hemos señalado, el culto cristiano está simplemente prohibido -al igual que cualquier culto no musulmán. O qué decir de Irán, donde en 2009 fueron 85 los cristianos detenidos por practicar su religión y donde en 2008 una pareja cristiana fue apaleada hasta morir. Algo congruente con la condición de República Islámica que proclama Irán y donde se pena con la muerte la apostasía.
Así las cosas, a nadie puede sorprender que los mimbres que conformaban la notable comunidad cristiana de Belén se hayan ido volatilizando desde que la cuna de Cristo quedase en manos de la Autoridad Nacional Palestina de Yasser Arafat, para el que la defensa de los derechos de los cristianos se limitaba a la cuenta corriente de su mujer, Suha.
Ramón Pérez-Maura
www.abc.es
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