quarta-feira, 27 de fevereiro de 2008

El debate: Zapatero y su cara de palo

Era mucho lo que se esperaba del primer debate electoral entre Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, pero no cabe duda de que ha respondido a las expectativas. Ciertamente, es imposible saber en que medida puede afectar al voto del 9 de marzo; lo que sí resulta evidente es que puede marcar la tendencia y el ritmo de la campaña hasta el día de las elecciones generales.

Lo cierto es que una vez concluido el debate todas las terminales mediáticas del Ejecutivo iniciaron una fuerte ofensiva para intentar demostrar que el cara a cara lo había ganado el presidente del Gobierno. Lo han intentado por tierra, mar y aire pero sin ninguna convicción, puesto que resulta evidente que el único que ha salido fortalecido del debate ha sido Mariano Rajoy.

Rajoy acorraló sin matices a Zapatero en el debate. Y lo hizo en asuntos clave como la economía, la lucha contra el terrorismo, la inmigración o el Pacto del Tinell. Además dejó muy claro las mentiras del presidente sobre el proceso de rendición ante los terroristas etarras. Fueron noventa minutos en los que Zapatero nunca llevó la iniciativa ni marcó la pauta y se mostró perdido en los argumentos y las réplicas. Zapatero salió mal encarado desde el principio y nunca consiguió remontar el vuelo.

Pero quizá lo más llamativo es que horas después del esperado debate sólo se habla de Mariano Rajoy, de sus palabras, de sus críticas, de lo que dijo y dejó de decir. En cambio, nadie habla de Zapatero. Tiene una explicación, claro: el candidato socialista estuvo desaparecido en combate. El presidente ha pasado sin pena ni gloria por el esperado debate. Esa fue la clave de su intervención. No se puede valorar su desempeño porque su estrategia ha sido la de pasar desapercibido.

Hemos visto a un presidente escondido, refugiado en sus recursos de siempre, que ya no le funcionan como antes. Zapatero ha preferido pasar de puntillas sobre su gestión, ignorando los errores de esta legislatura y cimentando sus intervenciones en el pasado. Zapatero, obsesionado con Irak y con Aznar, ha puesto cara de palo, pensando que de esa manera iba a salir adelante. Pero esta vez no ha sido suficiente.

Ignacio Villa
Libertad Digital

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