sábado, 16 de fevereiro de 2008

La tensión que vino del CIS

Zapatero no se refería el lunes pasado a esta tensión. A la que ha llegado del CIS en forma de una encuesta de intención de voto que amenaza su sillón presidencial de una forma bastante más clara que todas las encuestas hechas públicas en los últimos meses. Por lo que dice y por el número de entrevistas, mayor que en otra encuestas, que sostiene lo que dice. Con toda seguridad, cuando Zapatero hacía confidencias a Iñaki Gabilondo, aún no conocía esta encuesta. Y no sabía que antes de «dramatizar» en los mítines del fin de semana tendría que dramatizar en la Moncloa con sus asesores alrededor de los amenazadores datos del CIS.

Con la diferencia calculada por el CIS, el problema para Zapatero no es ampliar una segura ventaja sino alcanzar una incierta victoria. Lo suyo no es un electorado adormecido y desmotivado sino más bien un electorado decepcionado que está dispuesto a repetir voto socialista, según el CIS, en menor medida que lo está el electorado popular de 2004 con su partido en 2008.

Dramatizar entre ese electorado con el mensaje de la derecha xenófoba, homófoba, machista, centralista, militarista y clasista puede conseguir más bien movilizar aún más el voto de los electores insultados, por un lado. Y, además, desmovilizar incluso más a los suyos. Como parece natural, a los votantes del PP no les agrada demasiado que les dediquen ese tipo de improperios. Y los del PSOE que se han desmovilizado no lo han hecho precisamente porque consideren innecesaria su contribución para asegurar cuatro años más de Zapatero. Más bien porque empiezan a temer a Zapatero tanto como aún desconfían del Partido Popular.

Para crear tensión, hay que tener una guerra de Irak entre manos y, sobre todo, un 11-M a tres días de las elecciones. Y conviene estar en la oposición. Desde el Gobierno, ni el arrojo argumental de Zapatero es capaz de ponerle tensión a la fracasada negociación terrorista que él mismo ha liderado. O a la radicalización nacionalista con la que se ha aliado. O a la crisis económica que ha gestionado. ¡Movilícense, que viene la derecha! Y es posible que se movilicen, pero para que venga de una vez.

Edurne Uriarte

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