sexta-feira, 15 de fevereiro de 2008

ETA después de marzo

En la historia de la negociación de Zapatero con ETA, pueden distinguirse dos periodos bien diferenciados; la negociación secreta y la negociación pública. En la primera –entre 2000 y 2006– es donde PSOE-Gobierno y ETA llegaron a los acuerdos fundamentales sobre Batasuna, el nuevo estatuto jurídico del País Vasco, la anexión de Navarra o la salida a los presos. Cuando ETA declaró el alto el fuego en marzo de 2006, todo estaba ya pactado y bien pactado. Quedaba sólo que cada cual cumpliera sus compromisos y diera los pasos necesarios para hacer efectivo el acuerdo. Este segundo periodo, el de negociación pública, se extiende entre la declaración de Zapatero en junio de 2006 y el doble asesinato de Barajas. Técnicamente, fue más bien un seguimiento de los acuerdos que una negociación.

La fortísima reacción social impidió que Zapatero cumpliese con ETA. Ésta rompió su tregua, y ambos volvieron durante 2007 y 2008 a la negociación secreta. A día de hoy, Zapatero y ETA siguen negociando secretamente, a la espera de una nueva oportunidad para hacer efectivos sus acuerdos. Ahora todo depende de la decisión que tome ETA; si impulsa el triunfo de Zapatero con algún gesto antes de marzo, o si se venga salvajemente del engaño con nuevos atentados. Pero mientras cada uno vela por su interés, mantienen, como afirmó Zapatero, un "vínculo de confianza".

Así las cosas, si Rajoy gana las elecciones el 9 de marzo, estas negociaciones se frenarán en seco, y la maquinaria del Estado de Derecho volverá a ser tan implacable como debe ser con el crimen. Debido al grado de debilidad estructural de la banda, puede aventurarse que con una política antiterrorista auténtica y rigurosa, la ETA que conocemos en los últimos quince años morirá definitivamente. Se recuperará parte del terreno perdido esta legislatura. En este caso, si Zapatero siguiera al frente del PSOE, todo parece indicar que este partido seguirá manteniendo el contacto con ETA, como antes de 2004.

Si Zapatero gana, el Gobierno estará en condiciones de cumplir los acuerdos a los que ha llegado con ETA, algo a lo que hasta ahora no se ha atrevido. Nada le impedirá volver a los contactos públicos, es decir, a la fase de hacer reales los acuerdos alcanzados. Si los españoles creen que en relación con ETA lo han visto todo en esta legislatura, ni se imaginan a qué asistirán después de marzo.

En este caso, la rehabilitación moral e ideológica que el PSOE ha hecho de ETA en estos años se intensificará exponencialmente. Si por otro lado vuelven a utilizarse a conveniencia las Fuerzas de Seguridad del Estado, a usarse la fiscalía o a producirse oscuros episodios de filtraciones a la banda, ETA volverá a reorganizar su estructura otra vez. Todo parece indicar que así será. Con el agravante de que, a diferencia de lo ocurrido en esta legislatura, habrá menos altibajos por parte de un Gobierno recién refrendado en las urnas. ETA, sin duda, se fortalecerá operativamente. Se preparará para hacer cumplir a Zapatero sus compromisos.

Si Zapatero gana las elecciones del 9 de marzo, ETA se fortalecerá progresivamente, y su papel será el de vigilar y tutelar el proceso de reforma política en España. Semejante aberración democrática –un Gobierno de un país occidental pactando con una banda terrorista la voladura del Estado–, no sólo debe indignar. Es necesario empezar a pensar cómo evitar que Zapatero siga con sus planes, y como responder a ellos una vez se pongan en marcha después de marzo. Respecto a lo primero, resulta inquietante la desaparición del tema del debate político y la desidia del Partido Popular al respecto. Respecto a lo segundo, es necesario ponerse manos a la obra ya, habida cuenta de que habrá un régimen de libertades y un país que defender después de las elecciones. Y lo único que sabemos es que no será el posible Gobierno socialista el que lo haga.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

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