terça-feira, 12 de fevereiro de 2008

La vista gorda

Un barco era el «Prestige», un submarino el «Tireless» y un barco el «New Flame», y vertido contaminante fue lo que dejó el primero, riesgo de radiación el segundo y cantado vertido de fuel el tercero. Pero no es lo mismo, mire usted. ¿De qué depende, de que uno vierta más, más lejos de la costa, o que el peligro de radiación ponga en peligro a miles de ciudadanos? No. Depende, por extraño que le parezca, de quien gobierne en España. El «Prestige» se hundió en las costas gallegas y, por la actitud de muchos, la culpa fue del partido que estaba en el Gobierno, el PP, y salieron las voces del «Nunca màis» y salieron voces desde todos los sitios, que parecía que a algunos el «Prestige» se les hubiera derramado en su casa. Y desde Andalucía, con razón y con solidaridad, voces coreando el «Nunca màis» y, de camino, señalando al PP. Y cuando por Gibraltar apareció el «Tireless», el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, organizó viajes en autobús, con bocadillos, para que muchos andaluces fueran a protestar por el submarino. Muy bien. Un dato: también gobernaba en España el PP. Pero a la orilla de Algeciras, en agosto pasado, encalló un barco que amenazaba hundimiento, y se ha hundido, y el vertido ha ennegrecido parte de la costa y ha ensuciado el mar. Bien, pues la fiebre de protesta del presidente andaluz, el sarpullido ecologista de algunos de la Junta y los autobuses con bocadillos no aparecen por ningún lado. Un dato: en España gobierna el PSOE. Esto demuestra que los vertidos y los peligros marinos son graves o leves dependiendo de quién gobierne en España, más que por el hecho en sí. De otra manera no se explica por qué ahora Manuel Chaves no fleta autobuses y encarga bocadillos para ir a protestar, y por qué algunos ecologistas parece que de pronto han dejado de serlo.

Ahí, en el fondo del mar, está el «New Flame», y ahí, en la superficie, el vertido. ¿Dónde las voces comprometidas del Gobierno andaluz? Vista gorda y silencio. Y vergüenza, y pena. A Chaves no le conviene, ahora, mirar al mar, pase lo que pase, quizá porque le conviene mirar más -con otros ojos esta vez- al Gobierno de Madrid.

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