terça-feira, 12 de fevereiro de 2008

Vísceras contra la derecha

Los artistas del PSOE son una prueba de que un alto nivel cultural y educativo no da lugar a un voto más racional o reflexivo. Un grupo de sofisticados creadores puede reunir tanta víscera y exaltación como los ultranorte o ultrasur de cualquier estadio de fútbol. Aquella vieja idea de que, a mayor nivel educativo, voto más meditado y argumentado, ya ha sido puesta en cuestión por sociólogos y politólogos. Y sin sus sesudos estudios, también por todos los españoles que han visto el manifiesto de la P.A.Z. y el vídeo de la alegría.

Los artistas de Zapatero que piden el voto contra «una turba mentirosa e imbécil» no parece que se movilicen a favor de unas ideas y unas políticas. Lo hacen en contra de la derecha, que es algo distinto. En clave de paroxismo ideológico más que de reflexión intelectual. Como lo fue en la legislatura pasada y lo ha sido desde el final del franquismo. Sin un ápice de evolución ideológica modulada por las políticas de la izquierda y de la derecha a lo largo de todo este tiempo.

Ni conocen ni les importan las matanzas fundamentalistas de ese Irak que tanto nombran, cierran los ojos a las mentiras de la negociación con ETA y a la legitimación de los interlocutores violentos de Zapatero, silban ante los planes independentistas de sus socios. No hay contenidos en su movilización. Lo suyo es el rechazo visceral a la derecha, a la alternativa «terrorífica» según Almodóvar que no ha aprendido a callar después de aquellas manifestaciones antidemocráticas de 2004. Les crispa la derecha, no las políticas de la derecha.

Una conocida artista de la órbita de P.A.Z. conoció al final de la pasada legislatura a Mariano Rajoy. Y con expresión de alivio y genuino asombro le espetó que lo encontraba «muy normal». De derechas, y, sin embargo, sin colmillos, sin cuernos, sin cola, como yo misma, pensó la sorprendida artista tras su encuentro con un representante de esa especie tan peligrosa llamada derecha. La artista tenía más de treinta años, educación superior, idiomas. Seguramente, incluso leía libros. Y, así como Almodóvar, aún era incapaz de reconocer democráticamente a la derecha.

Edurne Uriarte

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