sexta-feira, 17 de outubro de 2008

¿Y para cuándo Carrillo?

El juez Garzón, tan dado al show y al estrellato, no tendrá credibilidad alguna en su proceso de parte contra los fusilamientos de republicanos por el franquismo en tanto en cuanto no haga lo mismo con los miles de desaparecidos, torturados y asesinados por el Frente Popular durante la Guerra Civil. Y de manera muy especial con Santiago Carillo, en aquella época consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, bajo cuya presunta responsabilidad fueron ejecutados sin juicio entre 2.000 y 5.000 presos nacionales en las localidades madrileñas de Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz.

Garzón tiene la suerte de que Carillo aún vive y puede llamarle a declarar e incluso abrirle juicio público garantizando el derecho a la defensa que no tuvieron ni los acribillados en Paracuellos ni los miles de sacerdotes ejecutados en cunetas y tapias de cementerios por el simple hecho de ser curas y no renegar de sus creencias. ¿Por qué motivo cree Garzón que se debe investigar a unos sí y a otros no? ¿Por qué si quiere ser justo de verdad no empieza por Carrillo? ¿O es que acaso lo único que pretende, como mucha gente piensa, es llamar la atención, llenar primeras páginas y abrir telediarios?

El estrambótico auto que el juez galáctico perpetró ayer es en sí mismo un ejercicio de pura hipocresía. Pedir ahora los certificados de defunción de Franco, Mola y Queipo de Llano no es más que la acción propia de alguien a quién interesa muy poco la justicia y mucho su proyección mediática. Lo peor es que, mientras tanto, se le «escapan» dos narcos de la cárcel por no acordar a tiempo la prórroga de la prisión provisional. Si no fuera por la gravedad del caso, daría hasta risa.

José Antonio Vera
www.larazon.es

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