quinta-feira, 13 de maio de 2010

12 de mayo: el día en que cambió la historia del Atlético de Madrid

El Atlético de Madrid llevaba mucho tiempo esperando una noche así. En Europa, 48 años, desde la Recopa del 62. El equipo rojiblanco escribió su propia epopeya en 120 minutos que ya forman parte de la memoria histórica de un gran club. Por fin se acabó con el fatalismo, esa suerte de esquizofrenia que ha venido acompañando el estado de ánimo de una entidad castigada por muchas noches de zozobra.

Sería injusto decir que el Atlético ha vuelto a ser grande porque nunca dejó de serlo. Cuando se alcanzan un estatus y una categoría, es difícil abandonarlos por mucho que medien los años entre unas victorias y otras. Al Atlético, simplemente, le faltaba comportarse como tal. Anoche lo consiguió. Fue una victoria agónica. Sin ser el mejor encuentro de la temporada, sí hay que reconocer y valorar a unos jugadores que nunca volvieron la cara y que afrontaron su responsabilidad hasta el final.

Capítulo aparte merece Quique Sánchez Flores. Su serenidad en las celebraciones fue una muestra más del aplomo de un hombre que se ha convertido en santo y seña del Atlético de Madrid. En un club por el que los entrenadores pasan con más frecuencia de la recomendada, haber encontrado a Quique es una bendición. Tiene mando, autoridad, sabiduría y liderazgo. Le han dejado trabajar y él ha respondido con resultados.

Sin caer en un exceso de triunfalismo, el Atlético puede haber iniciado su semana de pasión. El llenazo en la plaza de Neptuno puede repetirse el miércoles próximo con motivo de la final de Copa. El Sevilla será un rival de fuste pero los rojiblancos llegan con el subidón de una noche que jamás olvidarán. Es un Atlético campeón.

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