quinta-feira, 20 de maio de 2010

Dejemos que el pasado sirva al presente

La introducción de la arqueología como disciplina científica en China a comienzos del siglo XX , modificó el interés por el pasado y la historia como un elemento importante de la educación política del pueblo. Con anterioridad el conocimiento y posesión de objetos de las dinastías históricas -Shang y Zhou- había marcado el inicio de una tradición de anticuariado vinculada a la educación de la élite y al coleccionismo. Tres son los hitos que marcan el estudio del pasado en China. En primer lugar el inicio de la compilación escrita que se realiza en 1092 por Lu Dalin de las obras del pasado, donde se formula el análisis e interpretación de los objetos arqueológicos que marcaran la historiografía artística en China hasta el siglo XX. El segundo hito en el ámbito de la arqueológica acontece en 1920 cuando se descubren los primeros yacimientos de la edad de piedra por el arqueólogo Anderson y la gran necrópolis real de la ciudad de Anyang, capital de la dinastía Shang (1765 a.c- 1050 a.C.), bajo la tutela de la Academia Sinica. La riqueza y diversidad del material arqueológico supone un cambio drástico en la construcción de la historia de China, y por primera vez el objeto pasa a ser considerada en el contexto histórico como fuente documental. El gran descubrimiento de Anyang fue posible gracias a una nueva conciencia del patrimonio que promovió la creación de estructuras académicas destinadas a la formación especializada en distintos ámbitos de la arqueología.

El tercer eslabón de la arqueología en China se inicia tras la proclamación de la República Popular china en 1949, con un marcado carácter oficial en la interpretación ideológica del pasado y en el control de las excavaciones. Los discursos del Mao Zedong ,no estaban exentos de comentarios sobre la instrumentalización de la historia que terminaron convirtiéndose en slogan de la revolución: "dejemos que el pasado sirva al presente".

En estos tres estadios se puede establecer una idea básica en el uso didáctico e incluso moralizante de las obras del pasado y desde luego una clara interpretación política del mismo. Para los emperadores la posesión del objeto antiguo se interpretaba en términos de legitimidad política, para la clase letrada el conocimiento de la antigüedad en una de las destrezas intelectuales indispensables en su formación. En el siglo XX la datación científica de su remoto y acaso mítico pasado, viene a constatar la densidad e la historia de China dotándole de un fuerte carácter de reivindicación nacionalista frente a otras culturas y naciones, así como de una herramienta de enseñanza y propaganda.

En la década de los 50 se crean las estructuras académicas necesarias como fuera el Instituto de Arqueología, dirigido por Xia Nai, con el ánimo de sustentar una infraestructura básica en la investigación del país así como una red de museos. Desde el punto de vista académico los resultados de los últimos 60 años se han publicado básicamente en tres medios : Wenwu, Kaogu y Kaoguxuebao , de reconocido prestigio internacional a las que se han sumado una importante cantidad de publicaciones donde se difunden los trabajos arqueológicos de centros y equipos locales.

Han sido y son numerosos en cantidad y calidad los hallazgos arqueológicos de las últimas décadas, pero sin duda el que ha merecido una mayor atención es el del mausoleo del que fuera primer emperador de China, Qinshi Huangdi. Los guerreros de terracota han conformado las exposiciones gubernamentales más importantes, bien fueran de carácter monográfico (Foro 2004, Barcelona), o bien colectivo insertados en el discurso oficial de "5000 años de historia". Su descubrimiento en 1974 donde el azar y la historia se entrecruzan, puso de manifiesto un nuevo modo de entender el ritual funerario basado más en la personalidad del gobernante que en el ritual dinástico. Miles de guerreros, realizados con moldes, dieron forma a una idea de la inmortalidad y a un temor de salvaguardar la tumba propiamente imperial situado en las cercanías y que aún permanece sin excavar. El descubrimiento del mausoleo supuso una revolución en la arqueología china, y especialmente en su visibilidad hacia el exterior. El trabajo de los arqueólogos ha sido largo, inicialmente lleno de dificultades, y ha permitido abrir nuevas vías de investigación sobre el pasado de esta primera idea imperial, que se completa con una intensa actividad arqueológica que ha recuperado mausoleos de gran importancia material e histórica de diferentes dinastías.

El impacto del descubrimiento tuvo y tiene un impacto directo en la región y la ciudad de Xian. El propio sitio arqueológico se abrió al público en calidad de museo, compaginando la presencia de los visitantes con el trabajo in situ de arqueólogos y restauradores. En los últimos 20 años en uno de los lugares de mayor atractivo para el turismo y por ende para la economía de la ciudad. Qinshi Huangdi parece que finalmente ha conseguido la inmortalidad perseguida con tanto afán. Sus guerreros -que le permitieron realizar su sueño imperial- se han convertido en uno de los signos de identidad del país y en el símbolo del reconocimiento internacional.

Isabel Cervera, Profesora de la Universidad Autónoma de Madrid

www.abc.es

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