La detención de Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe y otros cuatro presuntos miembros de ETA en el sur de Francia es una noticia muy positiva para el conjunto de la sociedad española. En palabras del ministro del Interior, era desde hace tiempo el objetivo número uno de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado por tratarse de un individuo «especialmente peligroso», cuya detención -a juicio del propio Alfredo Pérez Rubalcaba- es aún más importante que la Txeroki. Asegura también el ministro que los etarras estaban ocupados en lo suyo, es decir, reunidos para planear nuevas acciones terroristas. La colaboración francesa y la eficacia de la Guardia Civil, la Policía Nacional y el CNI han permitido obtener un señalado éxito que debilita a ETA y demuestra que este es el único camino posible para la derrota definitiva y sin paliativos de la banda. Responsable de los atentados de Burgos y Palma de Mallorca, Carrera Sarobe cuenta con un largo historial delictivo y se trata, por tanto, de que él y los demás detenidos respondan ante la Justicia de manera que se cumplan con todo rigor las reglas del Estado de Derecho.
Esta acción policial resulta especialmente oportuna en el contexto actual, cuando determinados indicios apuntan a que podría reaparecer la tentación de algún tipo de diálogo gubernamental con ETA. La sociedad española exige que se cumpla sin matices y sin dar lugar a sospechas de ningún tipo el nuevo rumbo de la política antiterrorista que ha sustituido -por fortuna- al intento fallido de negociación política con la banda, impulsada por Rodríguez Zapatero durante la anterior legislatura. Se ha dicho en estos últimos días que cualquier vacilación en este delicado terreno podría causar un daño irreparable al pacto constitucional que permite a Patxi López presidir el Ejecutivo vasco con el apoyo determinante del PP. Tampoco debe existir resquicio alguno para que los partidos que actúan como brazo «pseudopolítico» del terrorismo tengan presencia en las instituciones democráticas. En estas circunstancias, las detenciones de ayer suponen un paso en la buena dirección para la defensa del sistema democrático y de la vida y la libertad de los ciudadanos. La opinión pública se felicita porque una vez más las Fuerzas de Seguridad han cumplido eficazmente con su deber.
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