Es uno de los momentos más difíciles del reinado. Por lo menos a Fidel no le va a ser fácil sostenerlo en la forma que lo hemos conocido hasta el presente, sobre todo si se empeña en repetir las viejas y gastadas maniobras. Ni siquiera él escapa al viejo axioma de Stalin de que las clases destinadas a desaparecer del escenario de la historia, son las últimas en reconocerlo.
Llega viejo y viciado a un mundo nuevo. Por paradójico que resulte, Obama es el nuevo Fidel, pero tan competente para el Tercer Mundo como para el Primero y el Segundo. Basta un paso en falso de Fidel, y todo se va al diablo. Al menos desde el punto de vista de su credibilidad, casi el único capital de que dispone ante los sectores de opinión pública que aún controla. A estas alturas del juego nos debemos preparar para lo impensable. Errático, envidioso, y hasta se le sale, impúdica, la veta de racista. En un escrito del 8 de abril, publicado de inmediato en la edición digital de Granma, amén de desdecirse de su declaración del día anterior ante los tres congresistas del caucus negro que lo visitaron en su casa -¿De qué manera podemos ayudar a Obama?, preguntó a los extasiados representantes-, atacó al presidente norteamericano por navegar en un mar de contradicciones y selló la pieza con la despectiva observación de que el Presidente negro realizó con incuestionables resultados políticos su primera visita al exterior. Ni siquiera tiene un consejero al lado que le diga que eso no se debe hacer. Y si lo tiene, está muerto de miedo.
La crisis empieza el pasado 3 de marzo con la democión de una decena de cuadros del primer nivel de la nomenclatura -encabezados por el vicepresidente Carlos Lage y el canciller Felipe Pérez Roque- y con el intento de convertir la jugada en una conspiración de tortuosas ramificaciones, semejante a la que se montó hace casi 20 años contra el general Arnaldo Ochoa, el coronel Antonio de la Guardia y otros altos oficiales, sobre todo del Ministerio del Interior (cuya desactivación era el objetivo principal). Pero fue poco lo que pudieron avanzar en ese sentido. La recepción externa sobre el caso Lage/Pérez Roque resultó -en el mejor de los casos- cautelosa.
Ante la frialdad con que se recibe la maniobra entre los gobiernos y la media en el extranjero, y también domésticamente, la solución que conciben es saturar. Los expedientes sobre los inmaculados dirigentes de las vísperas comienzan a acumularse y la filtración -el liqueo- por Internet de las tesis conspirativas gana carta de ciudadanía entre los aficionados de la política cubana. Liquear es un anglicismo de nuevo cuño para los cubanos. Aunque, en la práctica, ha sido una forma de manipulación habitual del Partido y de los aparatos de inteligencia de la isla, y en primer lugar del mismo Fidel Castro; en su caso, un verdadero maestro de la influencia mediante pequeños secretos al oído de sus peones. Gracias a la red, el estado de opinión o la información diversionista se produce en la actualidad a escala universal.
El bagaje es serio, pesado. No escatiman ninguno de los componentes del tipo Forsyth o LeCarré. El nombre del mismo presidente venezolano Hugo Chávez (¿el infatigable aliado de las vísperas?) encabeza la lista de los complotados según circula en los modernos dazibaos cubanos por Internet. También el embajador cubano en Caracas, Germán Sánchez, y un infeliz empresario vasco-cubano, Conrado Hernández, que todos coinciden en confirmar su arresto en el aeropuerto de La Habana diez días antes de la purga de alto nivel y que se hallaba comprometido en unas grabaciones semi conspirativas, semi denostativas, semi descargas de borrachines ante una ruidosa mesa de dominó. Lage, Pérez Roque y compañía son los personajes cuyas voces captaron. A Chávez no lo han grabado puesto que no participaba de ese dominó, pero lógicamente dirigía los hilos desde afuera. Tal el tipo de pruebas que, hasta donde se desprende de los liqueos, y de los que sale en publicaciones tan reputadas como Newsweek, se ha obtenido en la investigación, la cual pronto debe hacerse pública -según Mariela Castro, hija de Raúl Castro-, trastocada súbitamente de defensora de los homosexuales criollos en portavoz del Gobierno.
¿La investigación? Sí. Ella utilizó la palabra. Bueno, pues por mí se las pueden ahorrar y apuesto desde ahora a la principal zona de silencio de la instrucción policial. Que los dirigentes desacreditados eran los adelantados de una política. Avanzaron una postura neoliberal cuando los mismos Fidel y Raúl indicaron hacerlo para presentar un dulce, amable rostro gubernamental. Era un momento de incertidumbre con los americanos, más o menos un año antes de las elecciones y con Fidel gravemente enfermo y por momentos con un pie en la tumba. Bastaron, sin embargo, los primeros días de Obama en el poder para que Fidel recogiera pita de inmediato. La declaración de Rahm Emanuel, el jefe de staff de la Casa Blanca, de que la estrategia con Cuba era ignorarla, fue el detonante. Cuba ignorada significaba Fidel sin conflicto. Fidel sin conflicto significa Fidel sin argumento. Y, además, milagrosamente se había recuperado y regresaba al mundo con mayores deseos que nunca de joder. Se hacía imprescindible de inmediato un repliegue a las trincheras. Y entonces, pues, urgentemente a partirles el cigüeñal a los emisarios, los mensajeros de ellos mismos, los de ayer, para liberarse de toda culpa, y en especial de todo compromiso que los moderados y la izquierda suave creyeron contraer.
Y comenzó el rumoreo y los liqueos y las amenazas de investigaciones que se harán públicas. Les advierto que no es nada nuevo porque como siempre Cuba prepara la opinión pública internacional para su próximo espectáculo. Lo que asombra es que, con esos rumores y con la gravedad de los cargos que se imputan (yo conocí compañeros que por mucho menos que eso los pegaron al paredón) aún no se haya producido un juicio sumarísimo y el correspondiente fusilamiento de los nuevos traidores. Una explicación pausible es que estén esperando la celebración de la Cumbre de las Américas para una vez más tratar de convertir a Cuba en el centro de atención. Mi consejo a los lectores es que no se vayan lejos y que reserven buenos asientos porque lo mejor está por llegar. Esta semana -en vísperas de la Cumbre de las Américas en Trinidad-Tobago y con la presencia del mismo Presidente Barak Obama- es previsible que Fidel (si no guarda otra carta en la manga) acabe de soltar la bomba con explosivo de retardo del caso Lage-Pérez Roque.
Nos quedamos en espera del espectáculo.
Norberto Fuentes
www.abc.es
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