sexta-feira, 3 de abril de 2009

Franquismo no apto para cardíacos

La España democrática; la España de las libertades, la Constitución y las Autonomías; la España del euro, Zapatero y el no a la guerra; la España de las Olimpiadas, la Movida y las oenegés; la España de la risa floja y el cubata...; esta España nuestra, tan moderna, progresista y uropea, proviene directamente del franquismo. Esta es la tesis principal del último libro de Pío Moa: Franco para antifranquistas.
A base de inventarnos nuestra propia historia y de creernos el invento a pie juntillas, hemos llegado a la conclusión de que lo que hoy tenemos apareció como por ensalmo en algún momento entre 1975 y 1980. Evidentemente, nada más lejos de la realidad. España no conquistó la democracia, sino que llegó a ella después de una transición que duró unos cuarenta años. Pero no fue, como suele darse por sentado, una transición entre una dictadura y una democracia, sino entre una guerra civil y una democracia más o menos equiparable a las del resto de países de Europa Occidental.

Ese periodo de cambio, conocido como franquismo, fue muy largo, tanto como la vida de su muñidor, y tuvo la evolución propia de todas las aperturas. El franquismo tal cual había sido puesto en práctica fue a menos y la libertad a más. Y esto no es una hipótesis de trabajo, sino una verdad como un templo. Sólo así puede explicarse que la España de 1940, año en que el régimen se institucionalizó, se parezca como un huevo a una castaña a la España de 1973, año en que ese mismo régimen comenzó su penúltima metamorfosis, antes de convertirse en una democracia normal.

Como estamos tan desinformados respecto a esta etapa de nuestra propia historia, hay dos enigmas que se antojan irresolubles para el español medio que nació al final de la dictadura o después de la muerte de Franco. Uno apunta a la extraordinaria duración del régimen: 42 años, casi medio siglo, desde el levantamiento militar del 36 hasta la aprobación de la Constitución monárquica de 1978; el otro, como bien señala Moa, a la escasa y poco efectiva oposición a la dictadura. El pensamiento ambiente, que, por añadidura, es el correcto y cuasi único, ha colocado un emplaste de rápida aplicación pero no muy satisfactorio cuando se le examina de cerca: si el franquismo duró tanto fue porque Franco vivió mucho y empleó todos los medios para mantener subyugado el país; y los que se opusieron fueron muy pocos porque la represión era implacable y ubicua.

Francisco Franco.
Lo cierto es que las cosas no fueron tan simples. Franco, efectivamente, vivió muchos años, pero, aunque hoy nos parezca mentira, gozó de una gran popularidad. Mientras se contaban por centenares de miles los españoles que le admiraban y le consideraban un hombre providencial, los opositores no pasaban de una exigua minoría que, para más inri, proponían como alternativa una dictadura aun peor. Para el resto de españoles, o sea para la mayoría, Franco no era especialmente bueno, pero tampoco especialmente odioso. Y ahí reside la clave explicativa de que su régimen durara tanto y de que, en todo ese tiempo, el clima social fuera generalmente tranquilo.

En lugar de hacer una historia del franquismo al uso, con su cronología, sus fases y sus gobiernos, Pío Moa ha abordado este trabajo haciéndose 36 preguntas que van desde la llegada de la República hasta el misterioso antifranquismo retrospectivo, que es el que, hoy, practica la izquierda con denodada entrega.

La parte inicial del libro es un resumen de las obras de Moa sobre la República, la Guerra Civil y el primer franquismo, de ahí que, para los lectores habituales de este autor, las primeras preguntas puedan tener cierto regusto a déjà vu. Sobre esta base se edifica el resto del libro, que no aspira a ser una historia exhaustiva del régimen, sino a reorientar el paradigma imperante a través de la exposición de los hechos tal como sucedieron.

Hay capítulos sorprendentes, como el dedicado a refutar el manido tópico de que la España de posguerra fue un "páramo cultural": los hechos dicen algo muy distinto; o el que trata sobre la persecución del catalán y el vascuence: limitada en el tiempo, ni siquiera fue digna de ser llamada "persecución", pues ambas lenguas florecieron entonces como nunca antes. Ambas se incorporaron a la enseñanza y adquirieron vida literaria.

Los haberes de este libro de Moa son muchos, suficientes para leerlo con atención; pero no es, ni pretende serlo, un estudio concienzudo sobre una etapa tan larga y tan importante de nuestra historia como fue el franquismo. Esa historia general de la España de Franco está aún por escribir. Para ello, hará falta que pase una generación y, sobre todo, que se abandone el pensamiento mágico que, por desgracia, impera en la historiografía actual.

Fernando Díaz Villanueva

PÍO MOA: FRANCO PARA ANTIFRANQUISTAS. Áltera (Barcelona), 2009, 304 páginas. 

Pinche aquí para ver la entrevista que CARMEN CARBONELL y MARIO NOYA realizaron a MOA en LD LIBROS a cuenta de este libro.


Ver también:
http://oswaldoeduardo.blogspot.com/2009/03/franco-para-antifranquistas.html

Nenhum comentário:

 
Locations of visitors to this page