La tesis de Nicolás Sarkozy respecto a la capacidad intelectiva del presidente del gobierno de España podría ser estudiada con cierto interés si no fuera porque proviene de un tipo como él. Porque haberse ligado a la Bruni puede hacer que un cincuentón se venga arriba, pero mucho me temo que tampoco este año Sarkozy ganará el Nobel de Física. |
Napoleoncet de L'Elysée probablemente se cree poseedor de una inteligencia arrolladora, pues parece evidente que una chorba como la Bruni no se va a enamorar de un señor que por estatura y prestancia se parece más a Louis de Funes que a Alain Delon, por poner dos ejemplos cercanos al personaje. Sin embargo, a pesar de su presumible intelecto privilegiado, resulta dudoso que Carla se hubiera arrejuntao con Napoleoncete de no haberse convertido en presidente de la república.
Todos los que vemos diariamente a Zapatero por televisión o leemos sus declaraciones en la prensa tenemos bien calada la dimensión intelectual del personaje, especialmente cuando le vemos esbozar su sonrisa más inteligente en los saraos internacionales; pero a algunos nos molesta que vengan de fuera, especialmente si es de Francia, a hacer chistes sobre el presidente de todos los españoles. Las risas sobre Zapatero las hacemos los españoles y punto, especialmente en Libertad Digital, que a talante y buen rollito no hay quien nos gane.
A Sarkozy le escribieron un discurso apañadito hace un par de años sobre las raíces cristianas de Europa para su intervención en la Basílica de San Juan de Letrán y el tío se creyó el nuevo Carlomagno, pero su trayectoria posterior no permite encumbrarle como uno de los grandes políticos contemporáneos. De hecho, ningún profesional de la política debería juzgar la solvencia intelectual de sus rivales, salvo que quiera poner de manifiesto la suya propia, como ha hecho Sarkozy con su comentario ofensivo.
El periódico francés que recogió la ocurrencia de Sarkozy no aclara el ordinal de chupitos de Calvados que llevaba el susodicho en ese momento, así que tal vez haya que achacar su comentario a la euforia natural que provoca el famoso aguardiante normando. Es posible, no obstante, que Sarkozy hablara completamente en serio, pero en ambos casos la frase es improcedente. Quiero decir, viniendo de un franchute.
Déjennos Zapatero a los españoles, que para eso le hemos votado. Y si los franceses quieren disfrutar de algo parecido, que pongan de presidente a un tipo como Besancenot, el líder del trotskismo antisistema que hace furor entre los radicales adolescentes. Ya verían en tal caso lo que le duraba la Bruni a Napoleoncete.
Pablo Molina
http://findesemana.libertaddigital.com
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