¿Qué tienen que ver un dragón y su caballero medieval con un 10% de descuento? Los tres se reúnen en santa compaña cada 23 de abril con la firme intención de que usted deje de lado sus ocupaciones diarias, entre en una librería y, en cuanto llegue a casa, se olvide del mando de la tele. Es sencillo: saque su novela de la bolsa y sumérjase. ¿Hace cuánto que no se da el placer?
En 1995, la Unesco decidió en su conferencia general que seguiría el ejemplo español, especialmente el de Cataluña, y declaró esta fecha el Día Internacional del Libro: la jornada dedicada a fomentar la lectura, a apoyar la industria editorial y a defender la propiedad intelectual. Desde entonces, son más de 80 países lo que se han unido a la iniciativa.
La coincidencia de la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare —aunque al regirse España e Inglaterra entonces por calendarios distintos no fuera exactamente en el mismo día— movió a decantarse también por el 23 de abril. En nuestro país, la fecha era la elegida desde los últimos tiempos de Alfonso XIII, poco antes de la Segunda República.
Fue un periodista valenciano, Vicente Clavel, afincado a Barcelona, el que tuvo la idea y presentó su propuesta. Primero se pensó en octubre, el mes en el que nació el autor de 'El Quijote', aunque después se decidió conmemorar mejor su muerte. Y puestos, el día del patrón de Cataluña.
De ahí que Sant Jordi, el hidalgo de la lanza que acabó con el dragón, acabara mezclado con algo con lo que no tenía en absoluto que ver. Aunque dejó su impronta: la rosa. Al derramarse la sangre de la fiera, brotó un rosal como símbolo de amor y amistad. Y ya saben, un libro y una rosa.
Aunque la costumbre del regalo doble hace tiempo que traspasó Barcelona y alrededores, la elección en 1974 del mismo día para la entrega del Premio Cervantes, el más importante de la lengua castellana, también ayudó para que la fiesta se afianzara. Este año, será Juan Marsé el que lea su discurso y reciba los parabienes y felicitaciones. Lo dicho, ríndale homenaje a él, a Sant Jordi, a las ofertas y, por supuesto, al dragón. Primer capítulo. Que lo disfrute.
¿La tele? Déjela para otro día.
Virginia Hernández - www.elmundo.es
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