quinta-feira, 23 de abril de 2009

¡Sionazi, sionazi!

Hoy, 23 de abril, yo debería escribir este artículo sobre los libros. Sobre el nacimiento de Shakespeare y sobre la muerte de Cervantes, acontecimientos ambos ocurridos un 23 de abril. Debería dedicarlo al día de San Jordi, con sus libros, sus dragones y sus rosas, que tanto me divierte y me emociona. O a la Noche de los Libros, que empieza a cuajar en Madrid como un gran acontecimiento cultural, medio exquisito medio gamberro, como casi todo lo que sucede en Madrid. Debería, pero no lo haré. Aunque, por otro lado, escribiré sobre un libro que dice cosas a tener en cuenta: se trata de «El desencanto. El despertar de un izquierdista de toda la vida», de Andrew Anthony, publicado por Planeta, cuya lectura recomiendo vivamente.

Anthony cuenta en este «non-fiction» su evolución de progre inglés. Dedica un sabroso capítulo a lo que él llama la «islamofobiafobia», que podría definirse como «la fobia a ser islamofóbico». 

Viendo el esperpento de la conferencia de la ONU sobre el racismo protagonizado por ese otro esperpento iraní llamado Ahmadineyad, que va a acabar haciendo bueno a Jomeini (mesías que cambió el mundo, y poeta abominable, nefando y deplorable); viendo cómo un miembro del séquito del mencionado esperpento iraní insultaba a Elie Wiesel llamándole «zio-nazi» hasta que se quedó ronco, he recordado las palabras de Anthony sobre islamofobia. Elie Wielsel, por cierto, es un escritor rumano superviviente del Holocausto, del campo de exterminio de Buchenwald, y premio Nobel de la Paz. El esbirro de Ahmadineyad lo tildaba de «sionazi» con ojos encendidos de odio. 

Las imágenes son esclarecedoras en su horror, y me han recordado otro libro: «Oh, Jerusalén» (Collins & Lapierre) donde aparecía la foto de Hadj Amin Husseini, Gran Mufti de Jerusalén, que en tiempos dirigía la cruzada de los árabes de Palestina contra el regreso de los judíos, y que «siempre llevaba puesto un chaleco blindado, regalo personal de Hitler». 

En nuestras «tolerantes y multiculturales» sociedades europeas, todos tenemos fobia a que nos acusen de islamófobos. Aunque, más que fobia, yo diría que sentimos puro «terror».

Ángela Vallvey 
www.larazon.es

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