sexta-feira, 6 de fevereiro de 2009

La tortura como forma de eutanasia

Italia se estremece estos días con un nuevo caso similar al de Thierry Schiavo, la mujer en coma a la que se dejó morir de hambre y de sed en 2005 en Estados Unidos, a petición de su marido y en contra de la opinión de sus padres.

En Italia, la nueva víctima de las campañas de promoción de la eutanasia se llama Eluana Englaro. Esos que dicen defender "el derecho a una muerte digna" han conseguido que los tribunales autoricen que Eluana muera de sed y de hambre, como Thierry Schiavo murió.

¿De verdad que es ése el futuro que nos espera? ¿Una sociedad capaz no sólo de matar a quien más débil es, puesto que no tiene manera de defenderse, sino capaz de hacerlo de la manera más inhumana y cruel posible? ¿Una sociedad capaz de dejar que una persona muera de hambre y de sed, cosa que no se haría ni con un perro? ¿Ésa es la "muerte digna" de la que hablan los nuevos Mengeles de la izquierda occidental?

Cuando veo semejante proceder no puedo evitar preguntarme qué es lo que mueve a los grupos promotores de la laicidad. ¿Qué esquemas mentales pueden llevar a alguien a defender la tortura de un ser humano, sólo para utilizar su caso con fines propagandísticos? ¿Qué es lo que puede llevar a una persona a defender la barbarie, sólo porque la Iglesia Católica se opone a ella?

Hace ya bastantes meses, el periódico El Mundo se hacía eco de un artículo, en el que se daba cuenta de los experimentos llevados a cabo en una universidad americana con personas en coma. Los experimentos demostraron que algunas de esas personas, supuestamente en estado vegetativo, eran capaces de entender lo que se les decía. Es decir, que su estado vegetativo era sólo aparente.

¿Cómo lo demostraron? Pues estudiando la respuesta cerebral ante órdenes que se le daban a esa persona en coma. En concreto, se pedía a esas personas que se imaginaran a sí mismas en su casa, saliendo de su cuarto para dirigirse al salón. Y se comprobaba (en las personas en que había respuesta) que se activaban los centros neurológicos relacionados con la visión espacial.

Se comprobó, asimismo, que no se trataba de ninguna reacción inconsciente, porque la activación de esos centros neurológicos continuaba, hasta que se pedía explícitamente a esas personas que dejaran de pensar en lo que se les había dicho.

En otras palabras, los recientes avances de la ciencia demuestran que nuestro conocimiento del estado de coma es, hoy por hoy, muy primario. Demuestran que al menos una parte de las personas en estado de coma son capaces de entender lo que se les habla, aunque no puedan darnos la más mínima señal de que nos entienden. Demuestran que puede que exista la posibilidad, en un futuro no lejano, de poder establecer comunicación con esas personas, estudiando la activación de distintas zonas del cerebro. Demuestran que quizá los futuros avances nos permitan rescatar a ciertas personas del coma. Demuestran, en fin, que un ser humano en coma sigue siendo un ser humano, capaz en muchos casos de oír y, con toda probabilidad, de sufrir.

Son seres humanos. Como ése al que se va a dejar morir de hambre y de sed en Italia, a mayor gloria de quienes disfrazan con la etiqueta de "muerte digna" lo que no es otra cosa que la defensa de un siniestro negocio de promoción de la muerte, y de recorte de las libertades y de los derechos humanos.

Los laicistas pueden estar satisfechos. Seguramente se apuntarán un nuevo tanto sobre la Iglesia Católica. Aunque sea a costa de que Eluana Englaro sufra una muerte atroz, después de una lenta agonía de dos semanas de duración.

¿De verdad vivimos en una sociedad civilizada?

Creo que no. No creo que pueda calificarse de civilizada a una sociedad que permite la institucionalización de la tortura.

Luis del Pino

Blog del autor - http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/

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