Voy a empezar por una obviedad. El número de publicaciones sobre la Guerra Civil y la Segunda República es inundatorio, la bibliografía resulta inabarcable. Esto seguramente sea uno de los problemas de nuestra época, lo mucho que tenemos delante y el tiempo que hay que perder hasta cribar y quedarse con algo que merezca la pena. |
Por ello, no faltan quienes deciden refugiarse en los clásicos: en ellos no hay pérdida de tiempo; que tamicen otros. Pero el que haya mucho sobre esa época de nuestra historia no garantiza que haya también, después de la decantación, abundancia de algo que merezca la pena. Hay muchas obras de carácter general y también con espíritu de divulgación, menos de investigación a fondo. Abundan los tópicos que circulan de un texto a otro y escasea el diálogo de altura entre distintas posturas. Da la impresión de que son más los que buscan la propaganda o los que, como un abogado y no como un investigador, buscan pruebas y argumentos que ratifiquen la tesis previamente establecida; y menos los que buscan la verdad sin importarles que ésta les lleve a cambiar la hipótesis de salida, incluso la postura global ante aquel período; quién sabe si hasta la de la propia existencia. Y aquí creo que está una de las claves. Con aquellos años, nos preguntamos sobre nosotros mismos y nuestro mundo; esto explica, entiendo, mucho de las posturas defensivas, los miedos, la necesidad de afirmarse ante el otro, también los fanatismos y el sectarismo. Aunque precisamente por eso deberíamos tener mayor empeño por la verdad.
Hoy ha llegado a mis manos un trabajo de Luis Cano, "Reinaré en España". La mentalidad católica a la llegada de la Segunda República. Y empezamos la criba. La editorial en que se publica, Ediciones Encuentro, ya es un indicio de calidad y afirmación de orientación. El índice y las notas, con abundantísima remisión a fuentes directas, son un barrunto de que el trabajo puede ser sólido. La introducción del autor nos centra en el contenido del libro. Se trata de un estudio monográfico ceñido a un tema, la devoción a Cristo Rey, durante un determinado período, 1923-1931, en el que no faltará la relación con el Sagrado Corazón de Jesús. Un trabajo, por tanto, muy especializado.
Y prosigo la lectura recordando las dramáticas fotos del fusilamiento del monumento al Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles al comienzo de la guerra y estos versos de A. Machado: "Teresa, alma de fuego. / Juan de la Cruz, espíritu de llama. / Por aquí hay mucho frío, / nuestros corazoncitos de Jesús se apagan". Dos posturas críticas, pero muy distintas. En una, la barbarie y la persecución que busca la negación completa del otro mediante la destrucción y la muerte. En otra, la añoranza de una espiritualidad abrasadora y genuinamente española. ¿Nos dará luz el trabajo de L. Cano para comprender al poeta? ¿Y, por qué no, también para entender al bárbaro? Aunque, claro, entender no es justificar.
Si bien la devoción de raíz bíblica a Cristo Rey se desarrolla a finales del s. XIX, el autor nos retrotrae hasta la época de Luis XIV, pues ya en Margarita María de Alacoque aparece el Sagrado Corazón unido a la realeza. El libro nos pone rápidamente en antecedentes históricos y, como un factor recidivante, desde la Revolución Francesa hasta los cristeros mejicanos, pasando por las carlistadas, el lector va viendo cómo estas devociones son tomadas como banderas por distintos movimientos y hasta parasitadas por integristas.
Pero el autor no solamente pone en antecedentes históricos, sino que también sitúa, concretamente en referencia al pontificado de Pío XI, el tema en el contexto internacional del período estudiado. Tanto los antecedentes históricos como el entorno mundial nos ponen de manifiesto la conexión de nuestro catolicismo con el resto de la Iglesia, pero también sirve para darse cuenta de lo específico español. Aunque se trata solamente de un aspecto de la mentalidad católica española, sin embargo, por su peso en aquel entonces, es un excelente mirador para observar por dónde andaba; sobre todo la jerarquía y la alta política, que es donde más se centra el estudio. Pero no solamente. Aunque la distancia se aproxima al siglo, salvadas las grandes diferencias, hay elementos que a un lector avisado le pueden servir para penetrar en algunas facetas de la vida española actual, y no solamente de la eclesial.
La lectura de los distintos documentos, hechos, pronunciamientos, celebraciones, etc., va dándonos los rasgos de una mentalidad que el autor llama "cato-patriotismo" para diferenciarla del nacional-catolicismo, pues en aquélla lo que hay es un componente patriótico, frente al nacionalista posterior. Esto se ve, por ejemplo, en las tareas educativas. Los obispos españoles "asumían como deber propio no sólo la formación religiosa, sino también la educación patriótica de los españoles". ¿Hasta qué punto no descuidó la Iglesia en España los deberes propios por dedicarse a otras cosas?
Junto a ese patriotismo, una gran falta de realismo, caracterizada por una vivencia en el pasado: "Lo que resulta peculiar es esta pervivencia anacrónica del Antiguo Régimen en un momento en el que carecía de toda base realista. No obstante es un hecho que ese romántico patriotismo llena la retórica oficial de la época, también la civil". Esta falta de realismo lleva al lector a encontrarse con pasajes rayanos en lo delirante, y, cuando algo así se ve con normalidad en una sociedad, aunque llame la atención fuera de ella –como queda atestiguado en el texto–, tal vez cabría hablar, en sentido muy amplio, de una neurosis colectiva.
Veamos un ejemplo. En el discurso que dirige al Papa en su visita a Roma en 1923, dice Alfonso XIII: "Os prometemos, Santo Padre, que si un día (…) la fe exigiera de los Católicos los mayores sacrificios; y si en defensa de la fe perseguida, nuevo Urbano II, levantarais una Cruzada contra los enemigos de nuestra Sacrosanta Religión, España y su Rey, fidelísimos a Vuestros mandatos, jamás desertarían del puesto de honor que sus gloriosas tradiciones les señalan; por el triunfo y por la gloria de la Cruz, que junto con ser Bandera de la Fe, es también Bandera de la Paz, de la Justicia, de la Civilización y del Progreso". Desde el s. XI había pasado casi un milenio, y muchas cosas. Sería una época de tremendas persecuciones fuera y dentro de España, pero ya no era el medieval tiempo de las cruzadas. Los mártires de la década posterior murieron perdonando.
Arriano, en la Anábasis de Alejandro Magno, cuenta que, al ver los movimientos del ejército persa, los consejeros del macedonio se dieron cuenta de que Darío era "esclavo de la iniciativa de Alejandro". Estaba pendiente de lo que hiciera el enemigo, y en función de ello respondía. Tras la lectura del libro le queda a uno la impresión de que ni siquiera era éste el caso. Obnubilados por las formalidades, las ceremonias y lo externo, en gran medida, los obispos no se percataron de lo que ocurría.
Tras las primeras persecuciones píricas y legales en la República, así lo reconocen los arzobispos metropolitanos en una conocidísima carta que, en diciembre de 1931, dirigieron a Pío XI:
El oficialismo de la religión durante el pasado régimen, favorecía ciertamente la apariencia externa de la España Católica; pero, a través del estado legal, se notaba generalmente menos (…) que el pueblo se apartaba de la Iglesia. (…) La tradición social del Catolicismo deslumbraba en las solemnidades y procesiones típicas, pero el sentimiento religioso no era profundo y vital, las organizaciones militantes escasas, el espíritu católico no informaba de verdad y con constancia la vida pública.
Las conclusiones del autor son severas:
Se había reducido el reinado de Cristo, tantas veces, a un recurso retórico que no representaba un estímulo para desarrollar las nuevas formas de apostolado católico que estaban triunfando en otro países. (…) No se percibía o no se era capaz de responder a las reales carencias religiosas de la población, que eran muy grandes, como demostró la historia posterior.
Un trabajo serio; aportaciones así son las que ayudan a penetrar en la verdad histórica. Tal vez, en otra investigación y con otra metodología, L. Cano nos presente ampliamente la intra-historia de aquel catolicismo; el contraste entre la mediocridad y la cosecha de mártires y otros frutos de santidad creo que demanda una profundización en este sentido.
LUIS CANO: "REINARÉ EN ESPAÑA". Encuentro (Madrid), 2008, 368 páginas.
http://libros.libertaddigital.com
Nenhum comentário:
Postar um comentário