Bach, Violin Concerto in a minor, BWV 1041 - 1st movement.
Vladimir Spivakov-violin
Moscow Virtuosi
segunda-feira, 31 de dezembro de 2007
Bach Violin Concerto in a minor (1)
Bach's Violin Concerto in a minor (2)
Bach, Violin Concerto in a minor, 2nd movement.
Vladimir Spivakov-violin
Moscow Virtuosi
Bach's Violin Concerto in a minor (3)
Bach, Violin Concerto in a minor, 3rd movement.
Vladimir Spivakov-violin
Moscow Virtuosi
La libertad y el catolicismo
Independientemente de las creencias religiosas de cada cual, la defensa de la tradición, de los consensos sociales generados espontáneamente, por encima del iluminismo de los políticos, cualesquiera que sean sus ideologías, es siempre una causa que me parecerá justa precisamente porque entronca con el pensamiento liberal.
La confiada predicción de que el racionalismo acabaría con el hecho religioso, corriente a la que se han sumado Feuerbach, Marx, Durkheim, Fraser, Lenin, Wells, Sbaw, Gide, Sartre y otros muchísimos pensadores en los últimos dos siglos, no sólo ha fracasado, sino que, por el contrario, esa resistencia de lo religioso a dejarse morir ha constituido sin duda una característica esencial de los tiempos modernos.
El ateísmo militante ha fracasado porque el hombre ha sido capaz de conjugar secularización y fenómeno religioso y ha mantenido a Dios como parte de una enorme dimensión de su existencia como individuo. En tanto que el hecho religioso ha sido, a la postre, la espoleta que ha permitido la voladura del comunismo, uno de los sistemas más feroces contra el ser humano que haya engendrado la razón.
Es innegable que buena parte de la moral colectiva y de la ética individual de quienes vivimos en España tiene profundas raíces en el pensamiento cristiano y, más en particular, en el católico. Conceptos sustanciales de nuestro modelo de sociedad, como la familia, la democracia, la libertad, la propiedad privada, la solidaridad, el respeto a los derechos humanos (o al derecho natural), derivan claramente de este pilar.
La incapacidad del hombre por comprender la realidad que nos rodea en toda su magnitud nos lleva a discrepar de quienes consideran que el positivismo legislativo puede generar de por sí progreso y felicidad. Cambiar las instituciones que vertebran una sociedad por un capricho ideológico, por el voluntarismo de alguien que se cree capacitado para saber e imponer lo que más nos conviene a todos, aunque esté respaldado por la mayoría legislativa, en vez de confiar en el consenso social que se genera espontáneamente en la sociedad a lo largo del tiempo, constituye un riesgo que tiene multitud de ejemplos capaces de persuadirnos a poco que seamos objetivos: desde la Alemania nazi a la Cuba de Fidel, pasando por la URSS o Camboya, naturalmente.
Apoyado en un relativismo afortunadamente superado o en vías de serlo, el socialismo español se ha empeñado en esta legislatura en atacar el concepto no ya cristiano, sino común de lo que era la familia. A esto se suma la falta de respeto hacia la vida, con la generalización del aborto incluso hasta límites estremecedores como hemos visto recientemente, así como el ataque a la libertad de conciencia que supone la Educación para la Ciudadanía.
Asistimos a un soterrado ataque en masa al catolicismo no porque sea una religión con valores conservadores, porque vemos que el Islam, por ejemplo, no les molesta demasiado (cuando debiera ser justamente lo contrario), sino en tanto que ha conformado ese elenco de tradiciones, de normas no escritas pero generalmente admitidas, que coartan y determinan la labor del positivismo político.
En el fondo ese es el mayor peligro que se cierne sobre nuestra libertad, porque el día en que los políticos puedan decirnos, como en el drama griego, si podemos o no enterrar a nuestros muertos habremos perdido toda esperanza de construir una sociedad más próspera, más progresista y más libre.
José Enrique Rosendo
http://libertaddigital.es
La gran fiesta de la familia cristiana
El mensaje de Benedicto XVI expresó con su rigor habitual la concepción cristiana de la familia, configurada a partir de la unión indisoluble entre varón y mujer y encaminada a educar a los hijos en la fe. El Papa introdujo también un motivo para la esperanza, producto de su profundo sentido humanista: «Vale la pena trabajar por la familia, porque vale la pena trabajar por el hombre». Muchos de los intervinientes recordaron la relación entre la institución familiar y la defensa de la vida, una referencia particularmente oportuna después de los hechos gravísimos que han saltado a la luz pública. Muchos católicos se han sentido agredidos por las leyes impulsadas por Rodríguez Zapatero y han demostrado de nuevo la vitalidad de una sociedad menos complaciente y hedonista de lo que algunos suponen. Las cuestiones de naturaleza ética no dependen de modas ni oportunismos, de manera que -como dijo ayer el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Blázquez- la familia tradicional no es algo anticuado ni está superada por los tiempos.
Vivimos en una situación «especialmente grave» para la familia, como ha reiterado el arzobispo de Madrid, monseñor Rouco, principal responsable de la organización, en línea con sus palabras de ayer en ABC, según las cuales la familia es la gran víctima de la sociedad contemporánea. Frente a ello, los centenares de miles de asistentes dieron un buen ejemplo de la vitalidad de una institución que los poderes públicos se empeñan en ignorar. La política familiar en España es una asignatura pendiente, porque faltan ayudas en el ámbito social y educativo, las desgravaciones fiscales se reducen al mínimo y las familias numerosas se sienten -con razón- desplazadas y desprotegidas. En cambio, se aprueban leyes sobre matrimonio homosexual y divorcio exprés que alteran las señas de identidad de la institución y se impone una asignatura innecesaria y confusa de Educación para la Ciudadanía, sin que nadie se ocupe de los problemas reales. La familia es fuente de solidaridad y escuela de sentimientos positivos. El fracaso de la convivencia en el hogar repercute negativamente en la vida personal con las naturales consecuencias sociales. Como siempre, los grandes perjudicados son los más débiles, niños y adolescentes obligados a enfrentarse a la vida sin la solidez que proporcionan los afectos más profundos. Estas y otras muchas consideraciones presidieron ayer en Madrid una emotiva fiesta multitudinaria cuyo éxito merece ser reconocido y destacado.
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El año del Rey
De un año que podía haber resultado letal para la Corona española, el Rey ha extraído el modo de reforzar una autoridad moral que le eleva varios cuerpos por encima del resto de personas e instituciones de nuestra vida pública. Hay que ser depositario de una larga herencia histórica, trufada de contratiempos, riesgos y turbulencias, para salir indemne de un atolladero semejante y sacar además el rédito de un prestigio incrementado. Hay que dominar el manejo de las situaciones difíciles, conocer los secretos del temple y la oportunidad, y pisar sin miedo los territorios del compromiso. El lance con el «gorila rojo» podía haber salido bien o mal, porque llevaba dentro el peligro de un boomerang reversible, pero Don Juan Carlos tiene el oficio de quien lleva décadas ejerciendo de líder sin más poder que el del arbitraje moral, sin más arsenal que la gestualidad simbólica ni más recurso que la capacidad de convicción. Su experto olfato intuyó el momento y la necesidad. No fue humo de pajas: Chávez acabó perdiendo su propia parodia de referéndum y el Rey ganó la autoridad que necesitaba para levantar de nuevo su referencia en un momento de enorme vacío nacional, en medio de la crispación, el desencuentro y la atonía de una política enquistada hasta el agotamiento.
La Historia tiene a veces estos guiños. Venían todas las coordenadas torcidas y todas las bitácoras descuadradas. Cundía un clima levantisco y revisionista, flameaban las banderas tricolores en un viento propicio de debilidad institucional, crujían las cuadernas del Estado y se desesperezaba ese demonio de agitación que a veces recorre nuestra médula colectiva. De repente, un gesto, un fogonazo de dignidad en el sitio preciso y en el instante exacto, vuelca las circunstancias y devuelve el sosiego y la estabilidad ante el desequilibrio y la zozobra. Podrá no haber dirigencia, pero hay rumbo. Podrá no haber Gobierno, pero hay Corona. Y los que se tenían que callar, se han callado.
Ignacio Camacho
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Familia y tradición
Y es que la razón vital del progre no es otra que acabar con la tradición, romper los vínculos que unen a unas generaciones con otras. La tradición es una larga cadena viviente en la que cada generación absorbe el acervo moral y cultural que la precede y lo entrega a la generación siguiente; y en ese proceso de transmisión, que no es inerte ni fosilizado como pretende el progre, cada generación enriquece el legado recibido mediante aportaciones propias. Así ha ocurrido desde que el mundo es mundo, en el arte y en la vida; y la civilización humana ha crecido de este modo, sobre el humus fecundo de los tesoros que las generaciones anteriores se han encargado de preservar y ceder en herencia a quienes venían después. El progre sabe que, mientras esta cadena no se quiebre, no logrará imponer sus designios; de ahí que quiera destruir el mundo heredado de nuestros antepasados y sustituirlo por otro nuevo en el que ya no existan vínculos entre generaciones. Por supuesto, este afán destructivo no es inocente: el progre sabe que el hombre desvinculado deja de ser hombre para degenerar en monicaco; sabe que, desamparado de la tradición, el hombre se convierte en carne de ingeniería social. Por eso, el progre abomina de las fiestas y ritos que nos vinculan al pasado, por eso destierra de sus planes educativos el Latín y lo sustituye por Educación para la Ciudadanía, por eso trata de matar los afectos que sólo en el seno de la familia adquieren sentido. Pero el progre no puede completar su designio destructivo sin ofrecer algo a cambio, una pacotilla que anestesie el desvalimiento humano. Y así, aprovechándose de ese desasosiego que deja en el corazón del hombre la falta de asideros, le vende progreso y modernidad como lenitivos de su terrible desvalimiento; y se los vende a través de la propaganda de los medios de adoctrinamiento de masas, logrando que el hombre alienado de su naturaleza (de la tradición que lo constituye) crea que esos lenitivos son más atractivos, logrando arrasar esa silenciosa y pensativa conversación de generaciones que a lo largo de los siglos había garantizado la transmisión de afectos y valores morales.
El progre sabe que para llevar a cabo su misión necesita destrozar el tejido celular de la sociedad, los vínculos que unos hombres entablan con otros según un impulso cordial y sagrado. También sabe que la primera sociedad natural es la familia: destruida ésta, será mucho más sencillo llevar a cabo sus designios. Y disfruta orgiásticamente contemplando los efectos de su devastadora acción: matrimonios deshechos porque sí a velocidad exprés, hogares desbaratados con el menor pretexto o sin pretexto alguno, hijos desparramados y convertidos en carne de psiquiatra, abortos a mansalva, nuevas fórmulas combinatorias humanas negadas a la transmisión de la vida, etcétera. Cuando, por el contrario, descubre que aún hay familias que se resisten a su ingeniería social; cuando descubre que aún queda gente con sueños comunes, con ideales compartidos, con afectos heredados de sus mayores que se renuevan en sus hijos; cuando descubre la fidelidad y la perseverancia de los buenos en medio de una generación que ya creía pervertida; cuando descubre que, además, toda esa resistencia numantina se funda en Dios... bueno, es natural que se le ponga el cuerpo como a la niña de «El exorcista».
Juan Manuel de Prada
www.juanmanueldeprada.com
domingo, 30 de dezembro de 2007
A cura da alma e a busca da felicidade
Há oito anos, minha vida parecia estar sendo sugada por um buraco negro. Num exame de rotina, quando investigava uma dorzinha em outro lugar, descobri um pólipo na bexiga. Era um tumor maligno, por sorte flagrado em estágio inicial. À cirurgia seguiu-se o pesadelo físico e mental de enfrentar a morte de frente. Aliado à dor, havia o inferno psicológico: a paranóia, a solidão e a sensação de que eu jogara a vida fora. Estava convencido de que era culpado pela minha própria doença, resultado de alguma somatização por meus erros acumulados. Havia somente uma esperança: melhorar a mim mesmo, ganhar a paz e, com ela, recuperar minha saúde.
Como a maioria dos escritores, que aproveitam a experiência pessoal como combustível de sua literatura ou são compelidos a fazê-lo de modo a lidar melhor com seus sentimentos, transferi essa travessia para minha quarta obra de ficção, um romance que acaba de chegar às livrarias (Campo de Estrelas, da Editora Globo). No livro, a luta contra o câncer se mistura a lembranças do passado, uma antiga viagem do protagonista com seu pai a Machu Picchu, relato de aventuras por um país estranho, que o aproximara pela primeira vez dos mistérios da vida. Um personagem do passado, misto de príncipe inca, anjo, mendigo e vigilante, se transforma no elemento que pode trazer as respostas para as angústias do presente – a cura, ao menos, da alma.
Na minha luta pessoal, encontrei vários anjos como esse. Alguns deles foram pessoas que haviam tido doenças graves e saído sem seqüelas. Enquanto elas achavam que iam morrer, centenas de milhares de outras pessoas, então saudáveis, tinham morrido, vítimas de outras doenças ou de causas repentinas. Se me dissessem naquela época como estaria minha vida oito anos depois, eu teria dificuldade em acreditar. Hoje, tenho uma mulher que adoro, Graziela, um enteadinho de 11 anos, João Gabriel, e um filho de 11 meses, André Rayan, capazes de iluminar o mundo com um sorriso. Sei muito mais sobre mim, algo essencial para fazer melhores escolhas. Estou mais forte em todos os sentidos. Há seis anos estou curado, e em março fui liberado pelos médicos dos meus exames anuais da bexiga. Vivo em paz e estou feliz.
Procurei fazer de Campo de Estrelas não um livro de auto-ajuda, mas um romance em que as pessoas podem encontrar amparo contra o medo. O exemplo humano é o maior conforto, e não há nada como o romance para mostrar a vida da maneira mais forte e genuína. Por trás dos seus trechos mais ficcionais estão as emoções mais verdadeiras. Campo de Estrelas não oferece respostas exatas, mas mostra um caminho para que as pessoas encontrem sua própria saída da tormenta. É também a minha forma de retribuir às pessoas, agradecido, todo o carinho e apoio que delas recebi.
http://www.thalesguaracy.com.br/
Leia aqui um trecho do livro
http://globolivros.globo.com/downloads/pdf/Campo_de_estrelas.pdf
sábado, 29 de dezembro de 2007
A frase do ano
Rei Juan Carlos I, Chefe de Estado da España, ao presidente Hugo Chávez, durante a Cúpula Ibero-Americana, em Santiago do Chile.
Chávez, ahora mercader de rehenes
Pero en realidad, lo que han planeado Chávez y el jefe guerrillero «Tirofijo», según parece con la asesoría de la dictadura cubana, tiene poco de humanitario. Se trata de una obscena operación de propaganda en la que los criminales que mantienen secuestrados a ciudadanos inocentes durante largos años han pactado la escenificación de un acto que sería de clemencia si hubiera algo de justicia en su origen. Chávez ha logrado aparecer como un «facilitador» de la liberación de los rehenes, a cambio de ofrecer una justificación política internacional a sus carceleros. Y a aquel que no hace más que defender la ley y el Estado de Derecho luchando contra una banda de salteadores de caminos y de traficantes de drogas, el presidente Álvaro Uribe, lo hacen aparecer como el malvado al que que atribuyen prácticamente la causa por la que esos rehenes no pueden ser liberados. Los rehenes -y qué otra cosa podrían hacer- aparecerán agradeciendo sus esfuerzos a Hugo Chávez, que podrá presentarse así como el gran benefactor, el supuesto héroe de la paz que devuelve los cautivos a su familia. Es sencillamente el mundo al revés.
Hace mucho tiempo que Chávez está buscando involucrar a Colombia en sus delirios hegemónicos, porque es la clave que le ha impedido controlar el Pacto Andino y que le estorba en las alucinaciones en las que él mismo se ve como la reencarnación de Simón Bolívar. De hecho, tratándose de Chávez no se puede descartar ni siquiera que pudiera intentar una operación con implicaciones militares que en sus ensueños terminaría con la victoria de la narcoguerrilla. El venezolano no ha ocultado que sus simpatías están más cerca de «Tirofijo» que del presidente Uribe y, si esta operación le sale bien, seguramente ya ha calculado que puede cambiar la correlación de fuerzas en la propia Colombia. Miles de familiares de secuestrados (la guerrilla tiene más de tres mil cautivos en su poder) pueden alzarse pidiendo la intervención de Chávez en la liberación de los suyos y es evidente que los narcoguerrilleros apoyarán cualquier objetivo que pueda debilitar el sistema institucional de Colombia. El presidente colombiano tiene pocas opciones para oponerse a esta ofensiva. Ha detectado intentos de Chávez de infiltrar su doctrina «bolivariana» entre los generales colombianos y es el primero en darse cuenta de que si permitiese que Chávez campe a sus anchas en Colombia y mantenga una relación abierta con la guerrilla (el apoyo clandestino de Venezuela a los grupos insurgentes es algo que nadie pone en duda), se complicaría enormemente la situación en Colombia.
La utilización de los sentimientos humanitarios para objetivos desestabilizadores es sencillamente un acto rastrero e intolerable. Es humano que los cautivos se vean sometidos al «síndrome de Estocolmo». Lo que no es de recibo es que esos sentimientos sean instrumentalizados con unos fines políticos infames.
www.abc.es
Cândido Portinari (1903 - 1962)
No final da década de trinta consolida-se a projeção de Portinari nos Estados Unidos. Em 1939 executa três grandes painéis para o pavilhão do Brasil na Feira Mundial de Nova York. Neste mesmo ano o Museu de Arte Moderna de Nova York adquire sua tela O MORRO. Em 1940, participa de uma mostra de arte latino-americana no Riverside Museum de Nova York e expõe individualmente no Instituto do Artes de Detroit e no Museu de Arte Moderna de Nova York, com grande sucesso de crítica, venda e público.
O final da década de quarenta assinala o início da exploração dos temas históricos através da afirmação do muralismo.
Expõe em Paris e Munique em 1957. É o único artista brasileiro a participar da exposição 50 ANOS DE ARTE MODERNA, no Palais des Beaux Arts, em Bruxelas, em 1958.
http://casadeportinari.com.br
http://www.portinari.org.br/
Pau Casals (1876 - 1973)
Pau (Pablo) Casals foi um dos maiores violoncelistas do s. XX, famoso por sua técnica, musicalidade e virtuosismo. Desenvolveu uma técnica de arco e dedilhado muito pessoal e revolucionária, da qual derivou toda a escola moderna do instrumento.
Filho de um organista, iniciou-se na música com o pai e estudou piano, composição e violoncelo em Barcelona, Madri e Bruxelas.
Iniciou sua atividade profissional como solista no Teatro do Liceu, Barcelona (1896) e consagrou-se como concertista em Lamoureux de Paris (1899). Criou um célebre trio com o pianista Alfred Cortot e o violinista Jacques Thibaud, criou em Barcelona a Orquestra Pau Casals (1919) e fundou a Asociación Obrera de Conciertos, para educação musical dos operários (1926).
Com a guerra civil espanhola, foi morar em Prades, na França, onde organizou uma série de famosos festivais e depois se mudou para Porto Rico (1956) e dedicou-se à regência e à composição, além de criar uma nova Orquestra Pau Casals e o Festival Casals, de reconhecimento mundial.
Morreu em Rio Piedras, Porto Rico, em 22 de outubro de 1973.
Entre suas composições mais famosas destacaram-se El pessebre (1960), e o Hino das Nações Unidas (1971).
http://www.paucasals.org/
J. S. Bach - Suite para violoncelo nº 1 (parte 1)
Pablo Casals (1876 - 1973)
Gravação de 1954 na Abadia de Saint-Michel-de-Cuxa, França
J. S. Bach - Suite para violoncelo nº 1 (parte 2)
Pablo Casals (1876 - 1973)
Gravação de 1954 na Abadia de Saint-Michel-de-Cuxa, França
Como evitar o pior dos excessos nos tempos de ressaca
Além de moderação, dica é não ficar em jejum e beber o máximo de água possível.
Quando dizemos "tempo de ressaca", obviamente não estamos falando de previsões meteorológicas, e sim do que comumente acontece nestes tempos de festas e exageros.
Com certeza muitas confraternizações e festas estão programadas para os próximos dias, com ampla oferta de álcool. A ressaca é o como leigo costuma se referir aos efeitos indesejados do excesso de álcool sobre o nosso corpo, principalmente sobre o aparelho digestivo e o cérebro.
De uma vez por todas, vamos deixar de culpar o fígado, que quase sempre leva a culpa pelos sintomas, quando na verdade o mais afetado pelo álcool e pelos excessos alimentares é o estômago. O álcool é um potente irritante da mucosa gástrica (a "parede" do estômago) e pode causar, de forma variável, dor e náuseas após sua ingestão exagerada.
Após entendermos que o fígado não é o culpado, vamos desmascarar outro mito, o de que existem medicamentos capazes de proteger o fígado dos excessos e evitar os sintomas da ressaca. Os ditos hepatoprotetores, na maioria das vezes, são uma associação de analgésicos, digestivos e estimulantes. Esses medicamentos podem até diminuir os sintomas, porém muitas vezes agravam a irritação do estomago.
Dicas contra o excesso
- O segredo, se é que existe algum segredo para evitar a ressaca, é não exagerar na bebida, em primeiro lugar. A sensibilidade ao álcool varia para cada um de nós. Tomar uma boa quantidade de água, enquanto estiver bebendo, pode ajudar.
Luis Fernando Correia
Médico - Apresentador do "Saúde em Foco", da CBN; veja o site
Sinfônica de Chicago lança disco para venda online
O primeiro, com a sinfonia nº3 de Mahler, e o segundo, com a sinfonia nº7 de Bruckner, também foram oferecidos pela internet, mas tiveram tiragens para venda em lojas. O novo ficará disponível apenas no iTunes por 60 dias a partir de 8 de janeiro e, de 11 de março em diante, será comercializado por outros pontos de venda na internet como Amazon, eMusic e Rhapsody.
A obra musical escolhida para compor o CD foi a sinfonia nº5 de Shostakovich, gravada em apresentações ao vivo em setembro do ano passado com o regente Myung-Whun Chung.
Eduardo Fradkin - O Globo
sexta-feira, 28 de dezembro de 2007
Tributo ao Ulver disponível para download
Muere Su Alteza Real e Imperial don Pedro de Orleáns y Braganza
A las dos de la madrugada la enfermera llamó a don José, el médico del pueblo. Don Pedro sudaba demasiado. Había estado el pasado día 23 en el Sagrado Corazón de Sevilla porque se quejaba de un fuerte dolor en el estómago. Pero tras una noche en Observación y varias pruebas médicas, no se le detectó nada preocupante. Así que la Nochebuena la pasó en su Palacio de Villamanrique. Incluso el miércoles por la tarde, a las ocho, don José le hizo su pertinente visita de rigor para asegurarse de que todo estaba bien. Pero apenas unas horas después el corazón de Su Alteza Real e Imperial don Pedro de Orleáns y Braganza, viudo de Su Alteza Real doña Esperanza de Borbón-Dos Sicilias y Orleáns y heredero al trono de Brasil, se detuvo para siempre. La segunda de sus descendientes, doña María Gloria, lo confirmó en el Ayuntamiento cuando la marisma aún se desperezaba.
Una escueta carta con membrete del Palacio hizo doblar las campanas de Santa María Magdalena: «Al Excelentísimo Ayuntamiento de Villamanrique: muy a mi pesar le comunico el fallecimiento de mi padre». José Solís de la Rosa, alcalde de la localidad, había decretado tres días de luto oficial acaso unas horas después. Las banderas se arriaron a media asta y el viento meció crespones negros en la plaza del pueblo, por donde los manriqueños se cruzaron con la noticia. En el bar de Tomás, donde solía parar don Pedro hasta poco antes de la muerte de su esposa, hermana de la Condesa de Barcelona y tía del Rey don Juan Carlos I, los lugareños no tenían otro tema de conversación al mediodía. «No salía desde que murió su mujer, pero antes de eso salía todos los días a caballo y le daba caramelos a los chiquillos», recordaba el regente, que mostraba a quienes se acercaban a él una botella de cachaza brasileña que hace unos días le regaló Manuel, el hijo menor de don Pedro y doña Esperanza. «El Rey lo llamaba tío Pedrinho», rememoraba otro oriundo para recalcar su condición de heredero del Imperio de Brasil. «Era muy buena gente», apostillaba. Fue la misma reflexión que hizo poco después el alcalde, justo cuando dos mujeres del pueblo le pegaban un manguerazo a la fachada de la iglesia y arrancaban con un estropajo la huella de las palomas. «Era una persona afable, cariñosa, que tenía mucho contacto con el pueblo». Se notó a las seis de la tarde, cuando el Palacio hizo sonar las bisagras de sus puertas para recibir a los manriqueños, que velaron a don Pedro hasta las tantas. Ignacio Sánchez-Ibargüen, Antonio Burgos y su esposa, Isabel Herce, el duque de Segorbe —esposo de doña María Gloria— y cientos de vecinos guardaron un silencio litúrgico, casi abismal, cuando Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp y el actual párroco de Villamanrique, Pablo Colón, oficiaron la misa en el patio del Palacio. Apenas la queja de los gorriones rompía la callada cuando Colón esgrimió su homilía: «Villamanrique es un pueblo bueno, noble. Don Pedro lo quiso mucho y también se hizo querer por él». Porque en cada uno de sus paseos a caballo hasta la finca de Gato, allá donde confluyen los caminos del Rocío, jamás faltó un saludo a sus vecinos, quienes se hicieron imperiales a través de su hermandad rociera gracias a Su Alteza Imperial el heredero de Brasil, cuya bandera presidía ayer su féretro, junto con la de España, una corona enviada por Sus Majestades los Reyes y el Simpecado de Coria, otra imperial hermandad que con Triana cierra la trilogía romera de don Pedro.
Tenía 94 años y estaba en una silla de ruedas por culpa de una caída que tuvo en su última visita a su palacio de Petrópolis. Cuentan sus allegados que echaba mucho de menos a doña Esperanza. Pero esta tarde a partir de las seis, después de que el cardenal Carlos Amigo Vallejo oficie su funeral, Su Alteza Real e Imperial don Pedro de Orleáns y Braganza, biznieto del último emperador de Brasil, volverá a estar para siempre a su vera en la capilla del Sagrario de la Magdalena de Villamanrique, su pueblo.
Las manos de Don Pedriño
Don Pedro de Orleáns y Braganza y Doña Esperanza de Borbón-Dos Sicilias y Orleáns. Era, «pues son los niños primos hermanos». como la historia de amor que empezó a sonreír en San Telmo y truncó la muerte, pero en nuestros días, sin tragedias ni romances. A mí me gustaría tener ahora vuestra inspiración, letristas de las sevillanas del Rocío que tanto amaban, para describir el secreto a voces del amor maduro de una eterna pareja de augustos novios, Don Pedriño y Doña Esperanza. Hasta en el palco de la Maestranza, donde separan a los caballeros de las damas, se las ingeniaban para sentarse amorosamente juntos a ver los toros. Es como si se acabaran de casar ayer mismo, en la Catedral de Sevilla o en la cercana parroquia manriqueña de La Magdalena, donde ahora ya reposará para siempre, unidos junto a Su Divina Majestad, la majestad tan humana de un Príncipe Imperial del Brasil y de una Infanta de España, que se quisieron de muchachos y se amaron hasta el último de sus días.
Aún estoy viendo a Don Pedro en aquel patio de Villamanrique, cuánta majestad, qué imperialmente señor, donde te recibía con la cercanía humanísima de sus vivos ojos en la alta, elegante, huesuda figura. No es tropical imaginación con pájaros de vistosas plumas y merecumbé de santería si digo que Don Pedro era señor a ambos lados de la mar oceana. Le salía de dentro, de siglos, la sencillez de esa majestad. Nunca vi nada más alejado de la vanidosa soberbia. Don Pedriño rebosaba cercanía hasta en el diminutivo cariñoso de su nombre. Parecía que siempre te había estado dando aquellos puritos que se traía de su palacio de Grao Pará, en Petrópolis, cada vez que venía a Villamanrique a inaugurar solemnemente una primavera que le ofrecía como una flor de amor a Doña Esperanza.
¿De dónde era Don Pedro? ¿Era brasileño o era de Villamanrique? Era de la patria de los sueños, emperador de la bondad, señor de la delicadeza. Qué bien iba a caballo. Caminaba con Triana por La Raya, hacía la presentación con Villamanrique y parecía cuanto era: un príncipe entre su pueblo. Pocos señores tan elegantes vi. Ni tan sencillos. Aunque roto por los años, conservó siempre la eterna juventud de la curiosidad. Conocía a cada manriqueño por su nombre. Como se sabía el nombre científico de cada flor de la marisma, de cada pájaro del Coto. Tenía algo de Celestino Mutis y mucho de Montpensier, pero sin darse importancia. Su mejor retrato me queda ahora en la memoria de una esquina de Villamanrique. Don Pedro y Doña Esperanza han vuelto del Brasil. Don Pedriño pasea por el pueblo, y saluda a todos, tocando el ala de su sombrero mejor, como en un danzón virreinal. Y se acerca a saludar a un hombre de campo, afanado en el arreglo de un tractor. Le dice el manriqueño:
—Don Pedro, perdone que no le dé la mano, porque las tengo manchadas de grasa.
Y Don Pedro, tan señor, tan imperialmente cercano, le contesta, mientras le estrecha su mano:
—Las manos de un trabajador nunca están manchadas.
Y Don Pedriño se llena de grasa de tractor aquella mano nacida para regir media América o para mandar media Andalucía llevando las riendas de su caballo por la marisma. Esas limpias manos que Don Pedro se manchó voluntariamente con el amor por su Patria y el dolor por su destino están ya unidas en oración para siempre. Idos los dos, Don Pedro y Doña Esperanza, Don Pedriño y Tía Bily, ahora es cuando en verdad una historia de amor empezó a sonreír para siempre en el silencio del sencillo Escorial marismeño de Villamanrique.
Antonio Burgos
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Una vida entre Petrópolis y Sevilla
Hasta los siete años de edad, cuando en 1920 fue derogada la Ley del Exilio que impedía la entrada en el país a cualquier miembro de la familia imperial, no pudo Don Pedro Gastão de Orléans visitar por primera vez Brasil. Poco después retornó junto con sus padres, D. Pedro de Alcântara de Orleans e Bragança (Príncipe do Grão Pará) y la condesa austriaca Elisabeth Dobrezeniczy, y hermanos para asentarse en Petrópolis, en unas dependencias del palacio imperial conocido como Palácio do Grão-Pará.
De su bisabuelo, el último emperador, había heredado el interés por la cultura, por la ciencia (especialmente por la botánica) y por su país que recorrió en innumerables ocasiones, en una época de comunicaciones difíciles, adquiriendo un conocimiento muy profundo de su inmensa geografía, de su historia y de su sociedad. Esta identificación mental y afectiva con Brasil, lo hicieron muy querido y respetado en su país permitiéndole, a un tiempo, alcanzar un estatus de hecho acorde con los derechos que representaba y tener la suficiente lucidez para no implicarse activamente, por saberlo viciado en origen, en el referéndum de 1993, exigencia constitucional tardíamente cumplida.
Desde la muerte de su padre, en 1940, recaía en él la primogenitura de la Casa de Bragança, Reyes de Portugal y Emperadores de Brasil cuya independencia promovieron. Fueron sus hermanos, doña Isabel, Condesa de Paris, Doña Francisca, Duquesa de Bragança, Don João y Doña Teresa.
Casó en Sevilla, ante el Altar Mayor de su Catedral, el 18 de diciembre de 1944, con Doña Esperanza de Borbón quien falleció hace poco más de dos años, también en su palacio de Villamanrique de la Condesa. Doña Esperanza era hija del Infante Don Carlos de Borbón y de la Infanta Doña Luisa de Orléans y tía materna de S.M. el Rey de España por ser hermana de la Condesa de Barcelona, Doña María de las Mercedes.
El matrimonio alternó durante muchos años su residencia entre el Palacio de Grão-Pará en Petrópolis con el sevillano de Villamanrique habiendo estado ambos vinculados estrechamente a las tradiciones religiosas sevillanas en cuyas instituciones ocuparon diversos cargos honoríficos.
Fueron sus hijos, SS.AA.RR.II. Don Pedro Carlos, Doña María da Gloria, Duquesa de Segorbe, Don Alfonso Duarte, Don Manuel Álvaro, Doña Cristina María y Don Francisco Humberto.
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De Orleáns y… Villamanrique
Sé cuánto querían en el pueblo a don Pedro. Y sé cuánto quería él a Villamanrique. Me lo contó un mediodía rociero en el que hablábamos del rocío y de la gente popular, y me decía: «Me siento uno más entre estas gentes, porque como a uno más me han acogido, y ese título de cercanía que da el pueblo no se hereda, se gana». Me acordé de Manuel Machado, al que don Pedro, sin saberlo, contradecía, ya que Manuel machado sostenía que «no se ganan, se heredan elegancia y blasón». Sus razones tenía Machado y sus razones don Pedro. Y si a don Pedro le «añadíamos» a doña Esperanza, el señorío y la sencillez se duplicaban. Los recuerdo donde los recuerda cualquier que los conociera: a la puerta de la iglesia de Villamanrique recibiendo a las hermandades rocieras, destocado como un mayoral ante una procesión, vestido de corto, con aquella elegancia suya para vestir de corto, en la que nadie era capaz de adivinar que había nacido en un castillo de Francia, que más parecía que hubiera nacido en un cortijo. Y en el Rocío, junto a doña Esperanza, a caballo, qué pareja. Sí, de Orleans y Braganza, y de Villamanrique, como su mujer. Descompensada quedó la imagen de Villamanrique cuando faltó doña Esperanza, que era Borbón-Dos Sicilias pero también manriqueña. Ida doña Esperanza y ahora ido don Pedro, Villamanrique es otro, pero será el mismo si, como sé, no olvidan sus nombres y su estilo. Con ellos, nunca estuvo más cerca del pueblo la realeza, ni nunca la realeza alcanzó mayor categoría con su sencillez.
Antonio García Barbeito
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quarta-feira, 26 de dezembro de 2007
Aborto y Navidad
La ofensiva católica cabalga sobre los hechos, ciertamente airada y agresiva, como ya era obligado. Los periodistas convertidos antes de ayer al progresismo y al agnosticismo, los militantes de la izquierda sobre todo, a veces también los conservadores y liberales vergonzantes, admiten que pueden darse casos perseguibles de oficio pero que sería exagerado tomar al todo por la parte.
¿Qué parte de los cien mil? ¿A cuántos crímenes afectaría la excepcionalidad que exige la ley? Niños con aire en los pulmones después de haber sido extraídos de los cuerpos de las madres, niños troceados para hacer posible la extracción... La utilización de las trituradoras en la destrucción de los cadáveres está en la línea de la aplicación de la tecnología del exterminio que inventaron los nazis. Ahora se trata de clínicas de exterminio. En otros casos el método más expeditivo es el abandono en los cubos de basura.
Este horror es el resultado de una «kulturkampf» que consideró básico el derecho de la mujer a disponer libremente de su cuerpo. Las manifestaciones por aborto de los setenta consideraron el aborto como un «bien». Como una conquista de la democracia. No como un mal. Lúcidamente Pasolini decía que el aborto era la otra cara del consumismo sexual. Se defendía la muerte del niño a cambio del disfrute personal.
Afortunadamente estas Navidades están marcadas por una gran ofensiva en favor de la vida.
César Alonso de los Ríos
terça-feira, 25 de dezembro de 2007
J. S. Bach - Magnificat em ré maior - BWV 243
O Magnificat BWV 243 de Johann Sebastian Bach (1685-1750) foi estreado na celebração de Vésperas do Natal de 1723, o primeiro Natal que Bach passou em Leipzig, e constituiu, de certa forma, uma prova de aptidão musical do novo chantre da Igreja de S. Tomás e diretor musical da cidade, então uma cidade comercial próspera com uma intensa vida no plano cultural e cultual. Mas o evento marcou também, nesse contexto, a confissão pública de um cristão que viria a pôr todo o seu conhecimento da arte musical ao serviço da fé. É deste período um impressionante acervo de cantatas e de obras para órgão que chegou ao nosso conhecimento, compostas ao ritmo semanal para o culto luterano, e que fundamentam o reconhecimento generalizado de Bach como um teólogo em música.
Estamos em presença de uma obra para coro a cinco vozes e orquestra, cuja estrutura faz corresponder a sucessão de andamentos aos versículos do cântico evangélico, extraído do 1º capítulo do Evangelho de S. Lucas, versículos 46 a 55. Não exigindo recursos extraordinários, a peça afirma-se sobretudo por uma alegria transbordante que está presente do primeiro ao último compasso, mas também pela sua dimensão equilibrada e pela clareza da mensagem, que se desenvolve em crescendo, através de três conjuntos ária-coro que o primeiro e o último andamento, os coros mais jubilosos, emolduram.
Neste trabalho, Bach utiliza uma orquestra com duas flautas, dois oboés, três trompetes, tímpanos, órgão, fagote e cordas completas. Na parte vocal a escrita é a cinco vozes tanto para solistas quanto para o coro. Às estruturas imitativas dos movimentos corais alternam-se os solos, o dueto e o terceto, de maneira a obter variedade e riqueza também pela alternância instrumental. Tudo isto concorre para gerar o equilíbrio e a simetria tão caros a Bach, para quem a música sacra era a expressão da compreensão de uma ordem universal geométrica, divina e, portanto, musical.
O coro inicial é particularmente representativo da música mais alegre de Bach, transbordando vitalidade e frescura, como expressão perfeita daquele que descobriu a felicidade. Essa atitude surge logo desde o prelúdio instrumental que prepara a intervenção do coro, e prolonga-se para além desta, como que assegurando a ressonância da mensagem, numa clara subsidiariedade da orquestra relativamente ao coro. É também um andamento ilustrativo da simetria tão cara à escrita de Bach, que aqui atribui exatamente igual número de compassos à orquestra e ao coro.
A ária do soprano, Et exultavit, é um andamento breve, sobre um compasso que Bach utiliza com freqüência para exprimir motivos de alegria. Destaca-se o especial tratamento das expressões Exultavit e Salutari. A ausência do da capo é compensada pelo poslúdio instrumental.
Segue-se-lhe outra ária, Quia respexit, acompanhada apenas pelo oboé de amor, que contribui para criar um ambiente propício ao canto da humilde escrava do Senhor, para o qual também concorre uma escrita figurativa que desenha em movimento descendente todos os membros de frase desta ária.
Em sentido contrário, surge o segundo coro, que trás a resposta à expressão espontânea da humildade de Maria repetindo até à exaustão Omnes generationes, numa interessantíssima escrita imitativa.
A ária Quia fecit mihi magna, para baixo solo, tem apenas acompanhamento do contínuo, numa sobriedade contrastante com a exuberância orquestral e a elaboração harmônica do coro precedente.
O andamento Et misericórdia eius é confiado a um dueto de alto e tenor, acompanhado por duas flautas, dois violinos, viola e contínuo.
O coro intervém de novo com o verso Fecit Potentiam, numa linha de coloratura que é apresentada sucessivamente pelos tenores, pelos contraltos, pelos segundos sopranos, pelos baixos e pelos primeiros sopranos, sempre acompanhada por acordes incisivos, após o que as vozes se unem num gesto assumidamente figurativo a propósito da dispersão, em Dispersit superbos, e o andamento culmina numa sólida secção homófona assente numa seqüência harmônica com acordes de quinta aumentada, sétima maior e sétima diminuta.
Na linha de desenvolvimento dos andamentos anteriores, a ária Deposuit, para tenor, recorre a uma orquestração mínima, reduzida aos violinos, que tocam em uníssono, e ao contínuo. É uma ária de bravura que exprime a ação divina ao destronar os poderosos e exaltar os humildes, para o que Bach utiliza, respectivamente motivos descendentes e ascendentes. A mesma dinâmica figurativa faz corresponder à palavra Potentes um desenho melódico em movimentos descendentes e, pelo contrário, justifica o trajeto para uma tessitura mais aguda em Exaltavi, para exprimir a aspiração e recompensa dos humildes.
A ária de alto que se segue, Esurientes, sugere uma visão do Reino dos Céus que acolhe os famintos, para o que em muito contribui a presença das duas flautas e os pizzicati no baixo, depois assumidos também pelas flautas. O movimento descendente em divites dimisit inanes (despediu os ricos de mãos vazias) é de novo um desenho figurativo muito claro.
Aproximamo-nos do final da obra com um concertante para três vozes brancas, Suscepit Israel. Destaca-se a presença do oboé, ao qual é confiado o cantus firmus de uma antiga linha salmódica, como que a evocar o primitivo cantochão das comunidades cristãs.
A evocação do passado continua simultaneamente ao nível do texto do último verso do cântico evangélico, que contempla a tradição (Sicut locutus est) e na escrita musical, já que Bach recorre agora, depois da linha salmódica no andamento anterior, ao puro estilo a cappella, numa fuga acompanhada apenas pelo contínuo que prepara o coro conclusivo.
O último andamento corresponde à doxologia final com que se terminam os salmos e cânticos na liturgia das horas. Numa primeira secção, o coro irrompe com a expressão Gloria e através de entradas sucessivas de vozes eleva a aclamação ao Pai, ao Filho e ao Espírito Santo. No caso das duas primeiras figuras, as vozes surgem em movimento ascendente e no caso do Espírito Santo em movimento descendente. A orquestra apresenta-se aqui num plano mais recuado, permitindo ao coro júbilos de mera contemplação. A segunda secção surge nitidamente como uma atualização do coro inicial, não só da sua ambiência mas também na utilização do segundo motivo do Magnificat e o coro vem a terminar sobre notas longas em Saeculorum como quem aponta simbolicamente o caminho para a bem-aventurada eternidade.
Bach - Magnificat (1 - Magnificat anima mea)
Magnificat anima mea from Magnificat (BWV 243) by Johann Sebastian Bach.
Concentus Musicus Wien.
Conducted by Nikolaus Harnoncourt.
Magnificat anima mea Dominum.
Bach - Magnificat (2 - Et exsultavit)
Et exsultavit from Magnificat (BWV 243) by Johann Sebastian Bach. Conducted by Nikolaus Harnoncourt.
Et exsultavit spiritus meus in Deo salutari meo.
Bach - Magnificat (3 & 4 - Quia respexit - Omnes generationes)
Quia respexit and Omnes generationes from Magnificat (BWV 243) by Johann Sebastian Bach.
Conducted by Nikolaus Harnoncourt.
Quia respexit humilitatem ancillae suae; ecce enim ex hoc beatam me dicent
...omnes generationes.
Bach - Magnificat (5 - Quia fecit mihi magna)
Quia fecit mihi magna from Magnificat (BWV 243) by Johann Sebastian Bach. Conducted by Nikolaus Harnoncourt.
Quia fecit mihi magna qui potens est, et sanctum nomen eius.
Bach - Magnificat (6 - Et misericordia)
Et misericordia from Magnificat (BWV 243) by Johann Sebastian Bach. Conducted by Nikolaus Harnoncourt.
Et misericordia a progenie in progenies timentibus eum.
Bach - Magnificat (7 - Fecit potentiam)
Fecit potentiam from Magnificat (BWV 243) by Johann Sebastian Bach. Conducted by Nikolaus Harnoncourt.
Fecit potentiam in brachio suo, dispersit superbos mente cordis sui.
Bach - Magnificat (8 - Deposuit potentes)
Deposuit potentes from Magnificat (BWV 243) by Johann Sebastian Bach. Conducted by Nikolaus Harnoncourt.
Deposuit potentes de sede et exaltavit humiles.
Bach - Magnificat (9 - Esurientes implevit bonis)
Esurientes implevit bonis from Magnificat (BWV 243) by Johann Sebastian Bach. Conducted by Nikolaus Harnoncourt.
Esurientes implevit bonis et divites dimisit inanes.
Bach - Magnificat (10 - Suscepit Israel)
Suscepit Israel from Magnificat (BWV 243) by Johann Sebastian Bach. Conducted by Nikolaus Harnoncourt.
Suscepit Israel puerum suum recordatus misericordiae suae.
Bach - Magnificat (11 - Sicut locutus est)
Sicut locutus est from Magnificat (BWV 243) by Johann Sebastian Bach. Conducted by Nikolaus Harnoncourt.
Sicut locutus est ad Patres nostros,
Abraham et semini eius in saecula.
Bach - Magnificat (12 - Gloria patri)
Gloria patri from Magnificat (BWV 243) by Johann Sebastian Bach. Conducted by Nikolaus Harnoncourt.
Gloria Patri, gloria Filio,
gloria et Spiritui Sancto!
Sicut erat in principio et nunc et semper
et in saecula saeculorum.
Amen.
segunda-feira, 24 de dezembro de 2007
Quando nasceu Jesus?
Por definição, Jesus nasceu no ano 1 da nossa era, pois o seu nascimento é o evento que marcou o início da era cristã. Na realidade a verdade é outra. Tudo começou em 525 d.C., quando Dionísio, o Pequeno, ao fixar o nascimento de Cristo em 25 de dezembro do ano 754 ab urbe condita (depois da fundação de Roma), efetuou um erro de cálculo da ordem de pelo menos cinco anos. Ele não havia considerado nem o zero (algarismo que seria introduzido na Índia no século IX a.C.) nem os quatro anos que o Imperador Augusto reinou com o seu próprio nome de batismo, Otávio.
Por outro lado, com auxílio de acontecimentos históricos citados na Bíblia, poderemos determinar com maior precisão os prováveis anos nos quais teria nascido Jesus. De início, segundo São Matheus, sabe-se que Jesus nasceu durante o reinado de Herodes, que faleceu no ano 4 a.C., talvez nos meses de abril ou maio. Essa última conclusão prende-se ao fato de a morte de Herodes ter ocorrido antes da Páscoa dos judeus, e ter sido precedida por um eclipse da Lua. Ora, como o único eclipse lunar visível em Jericó foi o da noite de 12 para o dia 13 de março do ano a.C., como foi mencionado por Flavius Josephus, supõe-se que a morte de Herodes ocorreu provavelmente no mês que se seguiu ao eclipse. Em síntese: tudo indica que Herodes morreu entre 13 de março e 11 de abril, pois foi nesse último dia que se iniciou a Páscoa dos judeus.
Uma outra ocorrência que tem auxiliado os historiadores foi o massacre dos inocentes, quando todas as crianças de menos de dois anos foram sacrificadas por ordem de Herodes, que se baseou nas informações dos Magos para enviar os seus soldados a Belém, a fim de matar o novo Messias que ele tanto temia. Por esse fato se concluiu que Jesus, na época, deveria ter menos de dois anos. Seria conveniente lembrar, por outro lado, que essa data pode corresponder a concepção e não ao nascimento, pois entre os orientais era tradição iniciar a contagem da idade a partir daquele instante. Um outro ponto de referência na fixação da data de nascimento de Jesus foi a época do recenseamento ordenado pelo Imperador Augusto, que foi executado por Quirino, governador da Síria. Se aceitarmos o termo recenseamento como censo, isto é, como um inventário de população, a data correspondente será -7 ou -6. Todavia se tomarmos, como o fazem alguns autores, esse termo no sentido de cens, ou seja, de imposto, que deve ter sido posterior de um a dois anos ao citado inventário, é aceitável supor que o mesmo ocorreu 5 a 4 anos a.C.
Considerando todos esses elementos, chegamos à conclusão de que a data de nascimento de Jesus deve situar-se entre os anos 5 a 7 a.C.
Em que dia do ano nasceu Cristo? O Natal, em 25 de dezembro, começou a ser celebrado em todo o mundo como o dia do nascimento de Jesus depois do ano 336 d.C. Antes essa data era aceita com o solstício do inverno no Hemisfério alongar. A festa pagã do dies solis invicti natalis, ou seja, o dia do nascimento do Sol invicto, era celebrada no dia que coincidia com os meados de saturnália - estação durante a qual os trabalhos cessavam. Nesse dia em que o Sol começava a se dirigir para o norte, as casas eram decoradas com árvores, presentes eram trocados entre os amigos, ceias e procissões eram efetuadas pelos povos pagãos em homenagem ao Sol, que voltava à sua posição elevada.
Como os primeiros cristãos comemoravam esse feriado, a Igreja decidiu transformar tal cerimônia pagã numa festa cristã. Assim, o dia 25 de dezembro passou a representar o dia do nascimento de Cristo. No Oriente, o nascimento foi inicialmente celebrado em 6 de janeiro, data que estava associada à Estrela de Belém. Tal comemoração tinha como objetivo substituir a cerimônia pagã que em 6 de janeiro se comemorava no tempo de Kore em Alexandria e em algumas regiões da Arábia, quando se celebrava Kore, a virgem, que deu à luz Aion.
Em 194 d.A., Clemente de Alexandria propôs a data de 19 de novembro do ano 3 a.C., enquanto outros pretendiam que o nascimento ocorresse em 30 de maio ou 19/20 de abril. Mais tarde, em 214 d.C., Epifânio propôs do dia 20 de maio. Nessas datas existem confusões entre a época da concepção e do nascimento. No entanto, tais datas parecem concordar com a velha tradição de que Cristo teria sido concebido na primavera e nascido em meados do inverno (essas estações referem-se ao Hemisfério Norte).
Segundo os relatos da Bíblia, o nascimento de Cristo pode ser determinado em função do de São João Batista. Assim Zacarias, o pai de João Batista, foi o sacerdote da travessia de Abia (Lucas 1.8) que teria servido no templo na sexta semana depois da Páscoa, semana anterior ao Pentecoste. Como todos os "sacerdotes" também serviram durante o Pentecoste, Zacarias teria deixado Jerusalém para sua casa no décimo segundo dia do mês do calendário israelita Sivan, ou seja, em 12 de junho do nosso calendário. Ora, como Isabel, sua esposa, concebeu seu filho depois do seu retorno (Lucas 1.24) conclui-se que João Batista deve ter nascido 280 dias mais tarde, ou seja, nas vizinhanças do dia 27 de março. Lucas (1.36) registrou ser Cristo seis meses mais jovem que João Batista, o que faz ter o nascimento de Cristo ocorrido em setembro seguinte, ou seja, no outono do ano 7 a.C. A primitiva tradição cristã registrava que Jesus nasceu um dia depois de um Sabbath judeu, isto é, em um domingo.
Crenças astrológicas tradicionais indicam, como dia mais provável, o sábado, dia 22 de agosto de 7 a.C. Seria conveniente lembrar que no calendário judeu o dia começa ao pôr-do-Sol, de modo que se considerarmos a legenda que Cristo nasceu depois do pôr-do-Sol, podemos aceitar que o seu nascimento ocorreu em 21 de agosto do ano 7 a.C.
Ronaldo Rogério de Freitas Mourão, astrônomo
http://www.ronaldomourao.com
Otro loco en Santiago
Lo cierto es que Hugo Chávez no es capaz de disimular su impaciencia y parece estar esperando por algo que no puede demorarse. Sólo así se entiende que se haya atrevido a afirmar en Santiago que Cuba y Venezuela son una misma nación. Y es que no por gusto ya nos advirtió Carlos Lage de que la Isla de los cien mil presos contaba con dos presidentes; uno el monstruo de Birán, otro, el gorila rojo. Por tanto, nada más lógico que Chávez pretenda unir a los dos países que preside. ¿Para qué sino iba a financiar con lo que no es suyo las más de doscientas cárceles? Quién paga quiere sentirse dueño de lo que paga. Y puede que el venezolano considere que está cerca la hora de disfrutar de los millones de dólares que a diario pone al servicio de la represión castrista.
Ya sabemos dónde quiere esconderse el golpista cuando le echen de Venezuela. Le consta que el Palacio de la Robolución parece hecho a su medida y a la de sus también gorilas cubanos. Lo que no sabemos es lo que pensarán Raúl Castro y sus generales de las declaraciones de Lage y de Chávez. No creemos que después de esperar durante casi medio siglo para cobrar sus herencias, tengan la intención de dejarlo todo en manos de un venezolano medio loco por el que no pueden sentir más que desprecio. Hoy sabemos los sueños de Chávez, pero nos sorprendería muchísimo que tanto Raúl Castro como el Gobierno de Estados Unidos le permitan cumplirlos. Nunca se sabe, pero la presencia de otro loco todavía joven a 90 millas de las costas de la Florida no parece algo fácil de asumir ni siquiera a cambio de millones de barriles de petróleo.
Víctor Llano
Entre miedos y mentiras
Resulta vergonzoso comprobar cómo socialistas, antes serios, previos a la secta, se apresuran ahora, unos en el mundo editorial y en entrevistas, otros con infantil activismo, a intentar engañar a la opinión pública en su cambio de rumbo. Pretenden, a nueve semanas de las elecciones, que la vanguardia del disparate y la radicalidad irresponsable del izquierdismo y la falta de principios, así como la coordinación política con las fuerzas antisistema, transmuten en una decidida y serena defensa del Estado de Derecho. Y -¡sorpresa!- ponen fin a un silencio cómplice y culpable con su hiperactiva defensa de una política antiterrorista efectista que a nadie medianamente lúcido puede hacerle ignorar los inmensos y permanentes daños que a la legitimidad del Estado, al monopolio de la violencia y a la estructura institucional han generado los afanes del Gobierno de coordinar su política con la banda terrorista durante la malhadada legislatura.
Falta de gallardía
Ahora se quieren justificar los que sabían bien los gravísimos perjuicios para el Estado, la seguridad, la igualdad y la dignidad de los españoles que causaba las ambiciones de «Z» y que no tuvieron la gallardía de denunciar. Desde el Gobierno y los despachos del partido «Z». Pero resulta un sarcasmo que todos estos pequeños o altos, flacos u orondos, autosatisfechos o torturados emuladores de Von Papen, que -a diferencia de la tropa de irresponsables adanistas, inventores del mundo y necios natos en torno a Z- sabían como eran los nazis de enfrente, no levantaran la voz una sola vez mientras se producía la inmensa tropelía que nos ha llevado adonde estamos. Y es una triste felonía que ahora, esos socialistas silentes, lloren y acusen de la catástrofe en que nos hallamos al único partido, al PP, que ha mantenido los principios en la lucha antiterrorista que ellos defendieron en su momento. Como algún triste periodista que intenta sin éxito conjurar sus tormentos con insultos a sus colegas, hay socialistas y compañeros de viaje que enferman de mala conciencia ante la situación creada por la organización «Z». Todos tienen miedo a las consecuencias de sus actos. Ante todo a las electorales.
No se puede polemizar con quien no percibe diferencia entre verdad y mentira. La obcecación en la negación de la realidad ha llegado a unos límites enfermizos. El presidente del Gobierno de una democracia civilizada en Europa no se atreve a rodearse de la población si no es filtrada hasta limitarse a sus seguidores incondicionales u obedientes funcionarios. El presidente tiene miedo. A la verdad y a sus ciudadanos. Es tan inútil explicarle los datos obvios del desmoronamiento de la seguridad de los intereses españoles en el exterior como convencer a un estalinista de que los «kulakos» (campesinos) ucranianos morían de inanición y no de entusiasmo por el padrecito del Kremlin.
El balance es claro. Y tiene más que ver con el diván de Freud que con la política adulta de ciudadanos libres en democracia. Es una disfunción. Si un país moderno y sofisticado como España ha caído en manos de Zapatero a nadie debe extrañar que alguien como Suso del Toro escriba en el periódico de mayor difusión. Si políticos otrora respetados se prestan a unirse al escribidor- ujier gallego en su defensa o justificación de la política de destrucción mágica e irracional de nuestro Estado de Derecho, parece casi lógico pensar que habrá millones de españoles dispuestos a continuar el suicidio bajo la mentira y el miedo. Aunque puede, porque a veces sucede, que se resistan la verdad y la decencia.
Hermann Tertsch
¡Felices fiestas! pero... ¿qué fiestas?
En «Las canciones de Militis», una colectánea de artículos publicados en los años cuarenta, Castellani esgrime como su maestro Chesteton el arte de la paradoja para desenmascarar la necedad contemporánea y la artificial trama de las mentiras oficiales, hasta desvelar la genuina urdimbre de las verdades profundas. Escribe en uno de estos artículos: «A medida que se va perdiendo en nuestro país el sentimiento de lo sacro, se han ido multiplicando las fiestas seudosacras sin contenido sacro; a causa de la ley biológica que dice: «A medida que disminuye lo vivo, aumenta lo automático» (...) No se puede hacer reír a la gente por decreto; tampoco se la puede hacer sentir. Un hombre puede llevar al río un caballo; pero ni diez hombres pueden hacerlo beber si no quiere. Crear una verdadera fiesta es más difícil que eso. La más antigua fiesta cristiana es la Cena del Señor. Se reunía la comunidad cristiana a comer, a recibir el Sacramento y a comulgar entre sí, es decir, a poner en común sus ideas, sentimientos e intereses bajo el fundente de una misma fe. Se encontraban entre ellos para encontrarse a sí mismos a la luz de una creencia común y trascendente. Ése es el tipo de toda fiesta verdadera, que se basa en una necesidad y se cumple en la recepción de un don espiritual, el cual por el hecho de recibirse aúna y unifica todas las voluntades».
Los progres están empeñados en convertir la Navidad es una fiesta laica, esto es, en despojarla de su contenido real. Pero una fiesta que no sea comunión entre quienes la celebran y recepción de un don espiritual no podrá ser nunca una verdadera fiesta. Y es que la jovialidad que no nace de un fondo de comunión no es sino el aspaviento desesperado de quienes ya han dejado de beber en el manantial del que brota la única felicidad perdurable. Conviene recordar la célebre frase de Chesterton: «Quitad lo sobrenatural, y no encontraréis lo natural, sino lo antinatural». Castellani también se refiere a este alejamiento de lo sobrenatural que mata lo que en nosotros hay de criaturas vivas: «Cuando alguien se aleja de Dios, se hace a sí mismo un gran mal.
El hombre contemporáneo ha echado a Dios de su seno; y lo que le pasa ahora es muy sencillo: no tiene a Dios. Y sin Dios el hombre no puede hacer cosas divinas; ni siquiera puede divertirse, pues sin Dios no hay comunión verdadera entre los hombres, y sin comunión verdadera no puede haber fiesta. Deseo a las tres o cuatro lectoras que todavía me soportan una feliz Navidad: ojalá en estos días de fiesta se encuentren entre sí a la luz de una creencia común y trascendente. Y les exhorto a leer al gran Leonardo Castellani, cuyos libros encontrarán tirados de precio -como conviene a cualquier autor que se rebele contra la tiranía progre- en www.iberlibro.com
Juan Manuel de Prada
www.juanmanueldeprada.com
Crueldad y derecho a la vida
La tragedia del aborto se escribe de esta manera. No necesita que se le añadan agravaciones ni exageraciones, ni es la descripción de una práctica ilegal del aborto, sino la exposición de hechos objetivos ajenos a que la ley se cumpla de un modo u otro, porque cuando se cumple, también se acaba con la vida del feto a través de estas prácticas abortivas. La constatación forense de que esos siete fetos habían iniciado su respiración autónoma es un motivo más para que los abortistas reflexionen hasta qué punto tiene fundamento esa especie de renovado «derecho de vida y muerte» que, sin enunciarlo con esta crudeza propia del Derecho Romano, parecen atribuir a la mujer sobre el concebido sólo por el vínculo de la maternidad. El carácter dependiente de la vida del nasciturus siempre ha sido considerado en la legislación sancionadora del aborto -incluso cuando no había supuestos despenalizados- para moderar la pena a los autores de la muerte del feto, pero la valoración jurídico-técnica tiene unas bases distintas de la valoración científica y ética. La dependencia del feto respecto de la madre actuaría, en todo caso, como un argumento a favor de una protección cualificada del más indefenso de los seres humanos, que es aquel que se está gestando en el ámbito más seguro que puede proporcionarle la naturaleza. Por otro lado, la relación de dependencia respecto a un tercero no es privativa del feto, sino de cualquier persona que no pueda valerse por sí misma y a la que una mínima desatención o percance puede ocasionarle la muerte, como sucede con tantos ancianos fallecidos en su cama y a los que nadie echa de menos. Es una paradoja que actualmente el Gobierno arrecie con una campaña de publicidad sobre la Ley de Dependencia como un pilar más del Estado de Bienestar y, al mismo tiempo, la más humana de las dependencias sea utilizada como excusa para justificar la privación de una vida. Es más, no serán pocas las familias que reciban ayuda para cuidar a niños con algunas de esas graves taras físicas o psíquicas que, con el Código Penal en la mano, habrían permitido abortarlos. La descripción que el artículo 26 de esa ley hace del más severo de los grados de dependencia -el III- hace muy difícil no preguntarse por las razones por las que la vida dependiente del feto no tiene derecho a ser protegida.
La crispación creciente de los sectores abortistas no es suficiente para ocultar que el aborto es un grave problema moral, social y jurídico, porque la premisa en la que se basa -la negación del derecho del feto a vivir en caso de conflictos con otros «bienes» jurídicos de la madre- es inconciliable con la naturaleza humana del nasciturus desde su concepción. Es necesario que este clima de opinión pública que se está conformando desemboque en un amplio debate sobre la actual ley y, entre tanto, fuerce a las administraciones públicas y a la Fiscalía General del Estado a desarrollar un estricto control de los requisitos previstos para los supuestos de aborto despenalizados. Cada día que pasa son decenas los seres humanos que mueren en España en medio de la pasividad general.