segunda-feira, 24 de dezembro de 2007

Otro loco en Santiago

Ahora nos cuentan que Fidel Castro escribió en una carta que se publicó en La Habana que su deber fundamental no es el de aferrarse a los cargos. Escribo "nos cuentan" porque no son pocos los que dudan que semejante afirmación pudiera salir de la boca o de la pluma del tirano. El párrafo en el que se recoge parece añadido al resto de su penúltima patraña. En cualquier caso, tendremos que esperar para comprobar si aciertan los que creen que ante el empeoramiento de la salud del coma-andante sus herederos ya han escrito por él la primera de sus muchas despedidas.

Lo cierto es que Hugo Chávez no es capaz de disimular su impaciencia y parece estar esperando por algo que no puede demorarse. Sólo así se entiende que se haya atrevido a afirmar en Santiago que Cuba y Venezuela son una misma nación. Y es que no por gusto ya nos advirtió Carlos Lage de que la Isla de los cien mil presos contaba con dos presidentes; uno el monstruo de Birán, otro, el gorila rojo. Por tanto, nada más lógico que Chávez pretenda unir a los dos países que preside. ¿Para qué sino iba a financiar con lo que no es suyo las más de doscientas cárceles? Quién paga quiere sentirse dueño de lo que paga. Y puede que el venezolano considere que está cerca la hora de disfrutar de los millones de dólares que a diario pone al servicio de la represión castrista.

Ya sabemos dónde quiere esconderse el golpista cuando le echen de Venezuela. Le consta que el Palacio de la Robolución parece hecho a su medida y a la de sus también gorilas cubanos. Lo que no sabemos es lo que pensarán Raúl Castro y sus generales de las declaraciones de Lage y de Chávez. No creemos que después de esperar durante casi medio siglo para cobrar sus herencias, tengan la intención de dejarlo todo en manos de un venezolano medio loco por el que no pueden sentir más que desprecio. Hoy sabemos los sueños de Chávez, pero nos sorprendería muchísimo que tanto Raúl Castro como el Gobierno de Estados Unidos le permitan cumplirlos. Nunca se sabe, pero la presencia de otro loco todavía joven a 90 millas de las costas de la Florida no parece algo fácil de asumir ni siquiera a cambio de millones de barriles de petróleo.

Víctor Llano

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