Un miembro rojiverde de la mesa del Parlament participa en la contramanifestación. Se dedica a la provocación callejera, a coaccionar a quienes claman por la libertad en Cuba. Y hace todos esos méritos antidemocráticos en respuesta al llamamiento de un agente de la tiranía, alguien que abusa de su condición para sembrar la cizaña y atizar el enfrentamiento callejero en su país de destino. El cónsul de Cuba en Barcelona debería ser expulsado inmediatamente, lo que sin duda supondrá un gran alivio para el encendedor de conflictos, que podrá volver a las excelencias de la isla cárcel y perder de vista el monstruoso mundo capitalista y democrático, insufrible entorno donde cualquiera se puede manifestar en libertad.
Cualquiera se puede manifestar en libertad salvo que viva en Cataluña, donde cargos públicos como el legislador Jordi Miralles, o el también rojiverde senador Joan Nuet, tratarán de impedírselo. Es sabido que el chiringuito donde se esconden las siglas del PSUC, una de las formaciones que gobierna Cataluña y que, en concreto, se encarga de mandar ¡sobre la policía! se suma a cualquier causa siempre que sea liberticida. Si el jefe Saura, conseller de Interior, se une a los partidarios de Hamás, los subalternos propugnan una visión del mundo que se resume en estas palabras de Nuet: “Los partidos fachas no tendrían que ser legales”. Por “facha” entiende PP, y su deposición es un fragmento de una, digamos, reflexión más amplia en la que afea a un portavoz de Ciudadanos su presencia en la manifestación anticastrista: “Este señor [el portavoz de Ciudadanos] se está comportando como los fachas que hay al otro lado y es un provocador profesional en contra de Cuba.” En la mejor lógica castrista, el manifestante por la libertad es el provocador.
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