Hoy muchos ciudadanos se han echado a la calle en Madrid bajo una intensa nevada para defender la libertad en Cuba. Para nosotros no hay dictaduras buenas y dictaduras malas en función de nuestros intereses, no hay tiranos amigos y tiranos enemigos en función de simpatías o fobias personales, no hay totalitarismos aceptables y totalitarismo inaceptables en función de hipotéticas proximidades ideológicas. Todas las dictaduras son malas, todos los tiranos son enemigos y todos los totalitarismos son igualmente condenables. Tras cincuenta años de dictadura, la libertad debe llegar a Cuba sin demora.
No hay otro principio que sea más trascendente para el ser humano que la libertad. Ningún otro valor político, por importante o bienintencionado que sea, tiene sentido sino tiene como premisa la libertad. Por eso estamos obligados a defender la libertad de la persona como valor supremo de nuestro proyecto político en España, pero estamos comprometidos también en promover la libertad más allá de nuestras fronteras.
Defender la libertad hoy en España significa muchas cosas. Antes que nada significa tener la más firme determinación de derrotar el terrorismo, porque no hay mayor atentado contra la libertad que aquellos que pretenden someterla a través del terror. Significa también defender el derecho de los padres a educar libremente a sus hijos sin que nadie pueda adoctrinarlos ideológicamente en contra de su voluntad. Significa defender la libertad de cada uno a expresarse en la lengua que considere conveniente sin que sea sancionado o excluido por ello. Significa defender la libertad de las conciencias frente al intervencionismo moral que pretende imponernos sus propios valores como obligatorios. Significa defender la libertad de prensa sin que desde el poder se monopolicen o se instrumentalicen a su favor los medios de comunicación persiguiendo a los críticos. Significa rechazar el intervencionismo indiscriminado, el proteccionismo y la regulación masiva como fórmulas de escape a la crisis económica actual.
Pero para quienes creemos en el valor universal de la libertad su defensa no puede acabar en el límite de las fronteras. Aspiramos a que todo ser humano pueda disfrutar la misma libertad que queremos para nosotros mismos. No es sólo una cuestión de solidaridad, ni siquiera de justicia. Es sobre todo la conciencia de que nuestra libertad depende en buena medida de la libertad de los otros. La lucha entre el totalitarismo y la libertad es tan antigua como el propio nacimiento de la libertad humana. Sabemos que la libertad hay que conquistarla cada día y cada día hay que defenderla de sus poderosos enemigos.
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