Reconozco que la mayoría de los analistas españoles del ataque terrorista a Bombay me han dejado frío. Los más "preclaros" no dejaban de insistir que era ésta una desgraciada oportunidad para "tomar conciencia" del peligro islamista. Otros, más toscos, insistían en que gracias a que allí estaba Esperanza Aguirre podemos hacernos cargo de la dureza de ese terror. Y, en fin, había otros que hablaban del ataque a Bombay, de los cientos de muertos por las balas de los islamistas, como si los españoles no hubiéramos probado la tragedia del Islam. Terrible. ¿Cómo puede haber tanto descerebrado que escriba sobre el terrorismo contra la ciudad de Bombay olvidando la tragedia del 11-M, de 2004, o el más lejano en el tiempo de las Torres Gemelas del 11-S? Pues, desgraciadamente, abundan por todas partes.
Así las cosas, sólo nos queda seguir haciendo nuestra vida cotidiana, como si el terrorismo no hubiera conseguido su objetivo, o sea, aterrorizarnos. Y, segundo, combatir a quienes creen que se puede acabar con el terrorismo islamista con una Alianza de Civilizaciones "a lo Zapatero". Mis tareas inmediatas son, pues, sencillas. En primer lugar, seguiré pregonando que nada me gustaría más que visitar Bombay. Alojarme en el hotel Taj Mahal fue siempre una de mis ilusiones. Este edificio sigue siendo el mayor símbolo de la cultura sincrética de la India. Su estilo morisco, oriental y florentino recuerda algo, aunque sólo sea por su rico y complejo mestizaje, el romántico conjunto arquitectónico del Taj Mahal de la ciudad de Adra, que es la joya arquitectónica de la India mogol, mezcla de arquitectura islámica, india, persa y turca durante la dinastía de mecenas Shah Jahan, en el siglo XVI.
El Taj Mahal del pasado es el lugar turístico por antonomasia de la India más universal y que, dicho sea para contextualizar estos crímenes de Bombay, es el monumento más odiado por el fundamentalismo islamista desde entonces. Por eso, precisamente, el Taj Mahal de hoy, el hotel diseñado por un arquitecto parisino que fue construido interpretando libremente esos planos, era el objetivo fundamental de los terroristas porque, naturalmente, sigue siendo el símbolo más occidental de la India más moderna. El primer hotel que recibe a los viajeros europeos y el último que los despide. The Gateway of India!
Pues eso, que intensificaré, ahora más que ayer, mis planes para visitar Bombay y el Taj Mahal de Adra. Es una manera moral, además de eficaz, de luchar contra el terrorismo islamista. Recomiendo que nadie descarte en los próximos meses hacer una visita a esta ciudad, entre otros motivos, porque es una forma de plantarle cara a una panda de criminales que pretende arruinar nuestras ilusiones y libertades.
Hay, insisto, una segunda forma de combatir el terrorismo islamista. Se trata de cuestionar, criticar y desmontar a quienes defienden una Alianza de Civilizaciones, entre ellos Zapatero y los socialistas, para ocultar algo peor que una pretensión hegemonista mundial del islamismo. Ya no se trata de una versión Moratinos de la Alianza de Civilizaciones, sí, de una operación de propaganda costosísima para todos los españoles, como demuestra la decoración pictórica de la cúpula y la sala de un edificio de la ONU, en Ginebra, sino de una infame manera de ocultar el crimen islamista. Parece que la actual llamada "Alianza de Civilizaciones" no sólo no quiere analizar las causas y los modos, el caso de Bombay es absolutamente nuevo, de los atentados terroristas, sino que descalifica y combate a quienes nos preguntamos por los fundamentos doctrinales, es decir, las tradiciones violentas del islamismo terrorista.
La "Alianza de Civilizaciones", sí, no sólo hay que descalificarla porque Zapatero la financia con el dinero de todos los españoles, sino porque es la principal tapadera para que no entremos a analizar el odio del Islam contra Occidente. En fin, quiero visitar la India entrando por Bombay y alojarme en su mayor símbolo democrático, el Taj Mahal, un hotel del renacimiento humanista indio del siglo XX. Seguro que allí me encuentro más seres libres que en cualquier reunión de expertos en "Alianza de Civilizaciones".
¡El Taj Mahal es más, mucho más, que el sueño inglés de la India! Es el símbolo de Occidente para Asia.
Agapito Maestre
Catedrático de Filosofía Política en la Universidad Complutense de Madrid
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