sexta-feira, 21 de novembro de 2008

¡Todos a por la monja!

Una prueba irrefutable de lo abatidos que están nuestros partidos de izquierda con la crisis económica y de que por fin se han puesto las pilas para afrontarla es el numerito que han montando con esa simple placa que Bono le quería poner a la Madre Maravillas en el Congreso de Diputados.

¿Qué cosa hay más normal y más propia cuando nueve mil españoles se están yendo al paro diariamente que lanzarse todos a por una pobre monja para impedir como sea que se le rinda un pequeño homenaje? Se puede entender que haya políticos a los que no les hiciera especialmente gracia ese gesto más sentimental que piadoso salido del Presidente de la Cámara baja. Lo que no se entiende es la desmesura, los pronunciamientos solemnes, las altisonantes declaraciones de laicismo, la ridícula y pomposa revolución que han organizado unos que se han propuesto ganar la Guerra Civil con setenta años de retraso.

Lo que no se entiende es la cruzada, el cristo (y nunca mejor dicho) que ha organizado esa peña del PSOE, de IU, de ICV y de ERC amenazando hasta con la vía contencioso-administrativa, o sea, intentando matar monjas a cañonazos constitucionales. Uno no tiene la intención de entrar en ese juego de rojos y fachas al que se han entregado unos diputados que quieren que las Cortes se parezcan a esos pueblos que en fiestas se disfrazan de moros y cristianos.

Uno ya sabe que toda esta persecución de la Madre Maravillas es un Retablo de las Maravillas cervantino, una astracanada en la que sólo falta el megáfono de Bardem, una impostura posmoderna que no va a ningún sitio. Pero, dicho esto, a uno le parecía bonita la propuesta de Bono. Creo que habría servido como símbolo de la convivencia últimamente perdida y que si la placa de María Maravillas Pidal se hubiera instalado junto a otra de Manuel Azaña pues mejor que mejor.

Yo creo que Bono es el Gallardón que tiene el PSOE, el peón que está para avanzar inesperadamente en el tablero electoral en medio de la inmovilidad que imponen los enrocamientos políticos y que, como en el PP a Gallardón, hay gente que no le entiende a Bono en su partido. Bono sabe que esta crisis económica no le va a salir gratis a Zapatero y que no hay enemigo pequeño ni voto desdeñable sólo porque sea un voto católico. La verdad es que si para algo debe servir la crisis que nos ha caído encima es para revisar el papel y los sueldos, y las dietas y los cholletes y las piras de nuestros políticos.

El siglo XIX fue el de las grandes desamortizaciones porque había que crear clases medias; porque había mucha pobreza y demasiado parásito viviendo del cuento y de la burocracia eclesiástica. Pero en la España del siglo XXI la desamortización tendría que ir por otro lado porque hoy la burocracia es otra. Es toda esa clase política que se permite vivir de espaldas al presente y perseguir a una monjita que lo único que hizo es trabajar toda su vida y no darse el menor lujo, o sea exactamente lo contrario que ellos. Los parlamentarios, los europarlamentarios, los concejales, los junteros de hoy que no van a ningún pleno o que se duermen en su escaño son los obispos gordinflones y anillados de la España de Godoy y Mendizábal. ¿Y la Madre Maravillas? Ésa era más de izquierdas que todos ellos juntos.

Iñaki Ezkerra
www.larazon.es

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