domingo, 23 de novembro de 2008

Gabinete de crisis: Obama y Hillary


Hay tantos argumentos a favor como en contra de una Hillary Clinton secretaria de Estado en el gabinete de Obama. Es seria, inteligente, dura, trabajadora, con un buen conocimiento del mundo, cualidades necesarias para lidiar con él. Aparte de que será mejor tenerla dentro que fuera del equipo, no vaya a sentir la tentación de ir preparando su campaña presidencial 2012 ó 2016. Pero no menos cierto es que un secretario de Estado necesita ser uña y carne con el presidente, a quien va a representar ante los líderes extranjeros. Si éstos no lo ven, no le harán caso y se buscarán otros caminos para hacerse oír en el Despacho Oval. Y Hillary nunca ha pertenecido al círculo íntimo de Obama. Ha pertenecido al contrario. Lo que plantea la primera duda: ¿cómo funcionará la química entre ellos? Hay otro reparo: con los Clinton se tienen dos por el precio de uno, como en las rebajas. Y ¿resistirá Bill la tentación de seguir haciendo la política exterior norteamericana a través de su esposa secretaria de Estado? Más habiendo tejido una red de conexiones en el exterior enormemente provechosa para él. Sólo por una reciente charla, el Banco Nacional de Kuwait le ha pagado medio millón de dólares. Eso tendría que acabar. Si la mujer del Cesar tiene que ser honesta y además parecerlo, el esposo de la secretaria de Estado tiene que serlo y parecerlo por doble razón. Hillary seguro que estará alerta a las andanzas de su marido mientras ella lidia las crisis internacionales. Pero si no fue capaz de atarle corto con las becarias en la Casa Blanca, menos podrá hacerlo con los billonarios y gobiernos extranjeros.

Que Obama, pese a todo, esté dispuesto a incluirla en su equipo una vez que se le den las garantías que en esta situación pueden darse demuestra la confianza que tiene en sí mismo. Como la elección del resto del gabinete. Se está rodeando de los mejores para los puestos claves: Tesoro, Justicia, Comercio, Defensa. Gente sólida, de peso, con experiencia. Nada de traerse a sus compadres de Chicago, como han hecho otros presidentes de Tejas, Arkansas e incluso el sofisticado Massachusetts. Nada tampoco de reclutar una capillita de incondicionales ideológicos, tal vez porque Obama no ha mostrado demasiado interés por la ideología. Quiere, como digo, gente probada, con ideas propias. Eso conlleva riesgos, pues a la hora de tomar decisiones, las que deben prevalecer son las suyas, que pueden no coincidir con las de quienes han de llevarlas a la práctica. Pero esta confianza en los demás y en sí mismo es lo que necesita el país para salir de la crisis en que se encuentra.

Una última cosa: si cualquier gobierno extranjero cree que la inclusión de éste o de la otra en el gabinete Obama va a favorecerle, está pero que muy equivocado. Sea negro o blanco, hombre o mujer, liberal o conservador, todos esos ministros-secretarios tendrán en cuenta exclusivamente los intereses de los Estados Unidos. Si los intereses de los demás coinciden con los norteamericanos, mejor para ambos. Si no, es su problema.

José María Carrascal
www.abc.es

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