domingo, 13 de junho de 2010

El ateísmo moderno

Después de la rápida visita de ZP al Papa, he visto a alguna gente de la izquierda que se hacía cruces –disculpen la ironía fácil–, y señalaba al presidente con un dedo incrédulo, tembloroso e incluso amenazador, con la misma actitud que aquellas madres de antaño que reconvenían a sus hijos: «¡Ten mucho cuidado, a ver con quién te juntas!...». El Papa Benedicto no les parece «buena compañía» para un ZP que ha presumido hasta la saciedad de «rojo». El ateísmo beligerante que muestra cierta izquierda española –no hablo de los feligreses de la izquierda que presumen de «católicos» pero luego apoyan la nueva Ley del Aborto–, las exhibiciones de ateísmo de la izquierda española se explican con facilidad: basta con haber leído a Dostoyevski. En España, la izquierda más entusiasta tiene una gran influencia rusa y está impregnada de materialismo dialéctico. Ha interiorizado perfectamente el catecismo materialista de Engels, don Carlos Marx y Karl Kautzky y, proclamándose atea, paradójicamente es religiosa porque su ateísmo es axiomático, un «dogma de fe» que tiene también su propio santoral y sus mártires. En ese sentido, la izquierda española ni siquiera pertenece a la tradición occidental, sino a la rama oriental. No ha llegado al ateísmo por el camino de la duda, tras analizar el asunto sistemáticamente, investigando en los dominios de la teosofía, la filosofía o la teología. No. La «inteligentsia» de la izquierda española, al igual que la rusa, tiene una fe ciega y axiomática en su ateísmo, está tan obsesionada por la «no existencia de Dios» que ha convertido esa «no existencia» en un decreto místico/materialista, en un dogma de fe que, en momentos desgraciados de nuestro pasado, incluso impuso por las armas –pienso en los miles de religiosos asesinados durante la Guerra Civil–. El ateísmo de la izquierda española es apasionado, beligerante, no se ofrece al mundo de las ideas como una tesis que puede ser demostrada, aunque sea basándose en hipótesis interesadas o falaces, sino que se propone como ley, evidencia, verdad y principio fundamental. O sea: como creencia, como fe, como credo. Por eso la izquierda española es profundamente religiosa, y la visita de su sumo pontífice, ZP, al Papa, no sólo es lógica, sino una buena noticia, prueba de que existen unas relaciones cordiales entre ambas confesiones. Para darse cuenta de todo esto, basta con haber leído a Dostoyevski, un escritor muy preocupado por el tema «del hombre y la libertad». Para él, el libre albedrío confiere una libertad plena al ser humano que no todos estamos dispuestos a aceptar porque nos espanta la responsabilidad que conlleva. Para entender a la izquierda española, tan aparentemente contradictoria, tan rusa, leer la novela de Dostoyevski «Los hermanos Karamazov» puede resultar de gran ayuda: «Los materialistas ateos acusan al cristianismo de no haber sabido dar felicidad a los hombres, como tampoco el pan. Por eso predican la religión del pan terrenal, en cuya búsqueda seguramente irán miles de millones rebelándose contra la religión del pan celestial». (Amén).

Angela Vallvey

www.larazon.es

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