sábado, 26 de junho de 2010

"Nueva historia de España" y el caso de Valencia / Marxismo (X) Más observaciones

****Me escribe don Mariano Benlliure: “Estimado D. Pío Moa, soy valenciano y estoy leyendo su libro Nueva historia de España, llego a la página 282 y me encuentro con unas afirmaciones históricas y lingüísticas que como mínimo calificaría de polémicas. Me centro en la primera, en la histórica: “Sin embargo sus empresas en Mallorca y Valencia fueron más que nada catalanas, debido al peso de Barcelona…”.


Los valencianos estamos cansados de la falta de rigor en la historia y lingüística de Valencia. ¿O se equivoca Ubieto? (…) Para el nacionalismo catalán y su expansión a través de los “Països Catalans”, es crucial la afirmación de que Valencia fue conquistada por los catalanes, de que en Valencia no se hablaba romance y de que no había iglesias cristianas, etc….

Posiblemente este libro de Ubieto solo lo escribió para desmontar todas estas falacias populacheras catalanas.

Actualmente sigue el nacionalismo catalán inyectando mucho dinero en estas tesis, millones de euros. Eliseo Climent, entre otros…” Me envía también unas páginas del libro de Antonio Ubieto Orígenes del reino de Valencia. Cuestiones cronológicas sobre su reconquista, que iré comentando.



****Guerra abierta en Bilbao: los fieles al Vaticano responden a la rebelión nacionalista. Nacionalista-terrorista o pro terrorista, para ser justos. Ya era hora de que la Iglesia fuera corrigiendo uno de sus peores errores en España desde el Vaticano II: su apoyo al resurgir de los separatismos, marxismos y terrorismos. Pues fue apoyo activo, y en parte ha seguido siéndolo.



****De la Vega presiona más: "El Estatut promueve el bienestar en Cataluña" El bienestar de los enemigos de España y de la democracia, en concreto. Y de los delincuentes en general.


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Marxismo (X) Más aproximaciones críticas

5. La acumulación por la acumulación es improbable

Pero supongamos que el Sector II (bienes de consumo) fuese efectivamente postergado y no pusiese aportar las mercancías precisas para satisfacer los salarios del Sector I (medios de producción). Entonces aquel tampoco podría comprar las mercancías C producidas por el Setor I, ya que no produciría un valor equivalente. La situación parece imposible, pero ha dado lugar a algunos juegos teóricos, basados en la tesis de Marx de que el capitalismo no busca satisfacer las necesidades de la población, sino simplemente acumular capital.

Entonces cabe imaginar una situación en la que el Sector I orientaría su actividad hacia sí mismo: fabricar máquinas, materias primas e instalaciones para producir más máquinas, materias primas, etc. Lo haría, bien empleando una cantidad creciente de personal –y crecientemente depauperado, por la insuficiencia del Sector II, y por tanto crecientemente improductivo--, o bien empleando cada vez menos personal pero cada vez más productivo, a causa de la introducción y mejora constante de C (recordemos que C es el capital constante, o sea, la suma de maquinaria, materias primas e instalaciones industriales). Y con los empresarios dedicados a comprarse y venderse, sin ton ni son sus mercancías C.

Ya que el objetivo del capitalismo marxiano es la acumulación por la acumulación, lo anterior no parece del todo imposible, aunque repugne al sentido común. Tugán Baranofski desarrolló la idea para demostrar que, siguiendo los esquemas de reproducción de Marx, el capitalismo podría funcionar así, incluso si ello redujese el empleo de trabajo humano a cantidades ínfimas. Los críticos marxistas de Tugán han tachado la idea de absurda. Y lo es desde la lógica común, pero no tanto desde los principios establecidos por Marx y aplicados por Tugán. Con todo, Tugán también introduce, inconscientemente, conceptos del sentido común. Así, atribuye al aumento de la productividad un aumento del valos, cosa nada clara. Y la producción de mercancías naufragaría mucho antes de llegar al extremo tuganiano en que un obrero o un puñado de ellos manejasen un inmenso poder fabril. Ese obrero o grupo produciría enormes masas de C, pero las mismas tendrían un valor muy bajo, al ser tan escasa la fuerza de trabajo humana aplicada. Además, esa situación eliminaría la multiplicidad de las empresas y el intercambio.

6.- El capital constante no puede transmitir su valor

Los problemas intrínsecos a la Ley se hacen más claros cuando consideramos el papel de C en la tasa de ganancia. Naturalmente, el capitalista no introduce C por mera compulsión de acumular, o por la presión de la competencia, sino porque lo cree beneficioso. El beneficio consiste, dice Marx, en el aumento de la masa de ganancia, aunque sea a costa de la tasa. La tasa disminuye, recordemos, porque C no crea valor, pero aumenta la masa de este porque transmite el que ya tiene al producto final. Pues bien, siguiendo los esquemas marxistas no se entiende cómo puede C transmitir su valor ni cómo, aun transmitiéndolo, aumentaría la masa de beneficios.

¿Cómo podría ocurrir esa transmisión de valor? C no es más que un conjunto de mercancías, máquinas de hilar, por ejemplo, y por tanto realiza su valor de cambio en el mercado, en el momento de la compraventa. El vendedor se embolsa su valor, y a partir de ese momento la máquina de hilar deja de ser una mercancía para convertirse en un objeto útil, no destinado al cambio, al menos en principio, igual que unos zapatos después de comprados. Marx no explica cómo podría ocurrir algo tan extraño como el almacenamiento del valor de cambio en un objeto que ya ha sido cambiado, y cómo podría transmitir ese valor a otros objetos.

Para el comprador de C, la utilidad de su compra consiste en que le permite crear más valor, eso piensa; pero no es lo que opina Marx, como hemos visto: C sólo puede transmitir, un tanto mágicamente, el valor que en realidad ya realizó al ser vendido en el mercado. Pero incluso este expediente resulta ilusorio, como pasamos a ver.

7.- La argumentación sobre la masa y la tasa es una falacia

Si C se limita a transmitir su valor, sin crearlo, entonces no podrá en modo alguno aumentar la masa de ganancia, como muestra un simple cálculo: Consideremos esta composición, 100 C + 50V + 50Pl (plusvalía) = a 200 unidades de valor. Aumentemos ahora C en 50 unidades de valor, dejando igual el resto: 150C + 50V + 50 Pl = 250. Aquí vemos cómo el aumento de C provoca un alza en el valor de la mercancía último, que pasa de 200 a 250. Vemos también un descenso en la tasa de ganancia, que de 50/150 pasa a 50/200. Pero lo que no sale por ningún lado es un alza en la masa de ganancia, que se queda en 50 en ambos casos. Solo si C crease valor podrían cambiar las cosas, pero ello es inadmisible en la doctrina de Marx, porque haría tambalearse su teoría de la explotación del proletariado.


Esto, dejando aparte los efectos ya señalados del aumento de la productividad sobre C y V. Siguiendo el cálculo anterior, el capitalista tendrá aliciente para contratar obreros y no tendrá ninguno para invertir en capital constante, ya que este no aumenta la masa de beneficio y en cambio deprime la tasa. Parece claro que el empresario marxiano tendría un comportamiento muy poco acorde con la realidad observable.


Pío Moa


http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado

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