La República de Sudáfrica, sede de la Copa Mundial de Fútbol, es un país de enormes contrastes. Al llegar, los visitantes pueden tener la impresión de encontrarse en un país desarrollado. Del lujoso Aeropuerto Internacional O. R. Tambo son llevados a Johannesburgo por el Gautrain, el primer tren bala de África, y muchos de los hoteles y restaurantes son de primerísima categoría. |
Sudáfrica tiene fabulosas riquezas mineras: el 90% del platino mundial, el 80% del manganeso, el 70% del cromo y el 40% del oro, así como enormes yacimientos de carbón. Acaba de anunciar planes para desarrollar un programa de satélites y es el principal candidato para albergar la sede del mayor proyecto científico del mundo: el radiotelescopio Square Kilometre Array. Por otra parte, su Constitución garantiza la plena igualdad de derechos a los 49 millones de sudafricanos. La población es mayoritariamente negra (79%), con importantes minorías de blancos (9%), mestizos (9%) e indios asiáticos (3%).
La historia de Sudáfrica es complicada. Los holandeses llegaron al extremo meridional del territorio en 1652: fundaron Ciudad del Cabo como parada comercial entre el Lejano Oriente y Holanda. Cuando los británicos capturaron el Cabo de Buena Esperanza, en 1806, muchos de los colonos holandeses (los célebres bóers) se desplazaron al norte y fundaron sus propias repúblicas.
El descubrimiento de vastos yacimientos de diamantes (1867) y oro (1886) intensificó la inmigración, así como el sometimiento de los nativos. Los colonos holandeses resistieron la penetración británica, pero fueron derrotados en la Guerra de los Bóers (1899-1902). Británicos y bóers (o afrikáners) gobernaron juntos la denominada Unión Sudafricana (US) a partir de 1910. En 1961, y luego de un referéndum en el que participaron sólo los blancos, la US se convirtió en república.
En 1948 el Partido Nacional (afrikáner) llegó al poder e instituyó el apartheid, un sistema segregacionista que favorecía a la minoría blanca a costa de la mayoría negra. El Congreso Nacional Africano (CNA) encabezó la lucha contra el apartheid, y muchos de sus líderes, como Nelson Mandela, pasaron décadas en las cárceles del país.
Las protestas internas, así como el boicot de que fue objeto Sudáfrica por parte de algunas naciones occidentales, obligaron al Gobierno de Pretoria a negociar una transición pacífica a la democracia. En 1994, las primeras elecciones multirraciales llevaron al poder al CNA, fundamentalmente negro, que ha estado gobernando desde entonces. En este tiempo, Sudáfrica ha tenido cuatro presidentes y vivido cuatro elecciones, consideradas justas y transparentes. La prensa, el poder judicial, los sindicatos y las organizaciones no gubernamentales son robustos e independientes. El país también cuenta con un sector privado poderoso y dinámico.
Pero junto a esas notas positivas encontramos datos muy negativos. Así, el 43% de la población gana menos de 2 dólares diarios, y la tasa oficial de desempleo es del 25%, la más alta del mundo. Fuera de las grandes ciudades, la mayoría de los negros vive en zonas de alta criminalidad, en míseros barracones sin las mínimas condiciones higiénico-sanitarias. Frecuentemente, sus escuelas y hospitales están en pésimas condiciones. En un país donde hay muy poco transporte público, la mayoría de los negros carece de automóvil. Y aunque es la 24ª economía del mundo, Sudáfrica ocupa en un pésimo 129º puesto, de 182 posibles, en el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas.
Sudáfrica es uno de los países más violentos y con más criminalidad, y se ha vuelto más desigual desde que el CNA está en el poder.
El sida causa estragos en el país: cada año mata a 350.000 sudafricanos, y ya ha matado a unos tres millones. Actualmente se calcula que hay unos seis millones de infectados: uno de cada ocho habitantes.
Unos 500.000 blancos han abandonado el país desde que llegara al poder el CNA, que heredó una economía en bancarrota. El éxodo blanco ha agravado el problema de la falta de cuadros cualificados en todos los sectores.
Sin embargo, se perciben síntomas de mejoría. El índice de asesinatos se ha reducido a la mitad, prácticamente se ha erradicado la malnutrición entre los menores de cinco años, y la cuasi totalidad de la población de entre 7 y 15 años está escolarizada. Unos 15 millones de personas reciben prestaciones relacionadas con la seguridad social, y se ha establecido el mayor programa mundial para el tratamiento del sida.
Jacob Zuma, que lleva menos de un año en el poder, está librando una dura batalla contra la corrupción, rampante en todos los niveles. Ha establecido un Comité Nacional de Planificación para que le asesore en temas complejos y de largo aliento, como la energía, el medio ambiente y los recursos hidráulicos, y está elaborando planes para reformar los fallidos sistemas de educación y salud. El 77% de los sudafricanos piensa que está haciendo un buen trabajo.
África y el mundo entero desean, y necesitan, que disminuya el contraste entre la apariencia y la realidad, y que Sudáfrica pueda hacer efectiuvo su fabuloso potencial.
© AIPE
ADOLFO RIVERO CARO, editor de En Defensa del Neoliberalismo.
http://exteriores.libertaddigital.com
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