quarta-feira, 23 de junho de 2010

Marxismo (VII) ¿Contratendencias? / Contexto de la muerte de W. Benjamin

Marx distingue seis contratendencias principales: I) Aumento del grado de explotación del trabajo. II) Reducción del salario por debajo de su valor. III Abaratamiento de los elementos del capital constante. IV Sobrepoblación relativa. V Comercio exterior. VI Aumento del capital accionario.


Estas contratendencias se pueden reducir a dos tipos: las que inhiben C, o capital constante (y con ello disminuyen la composición orgánica, si se mantiene igual V, o sea el capital variables o salarios), y las que aumentan directamente la plusvalía. Sobre esta base podrían imaginarse quizá nuevas contratendencias. Dejando aparte la VI, que es un expediente secundario, Marx señala cuatro que aumentarían Pl , y una que inhibiría C.


Abordaremos en primer lugar el comercio exterior, por su importancia actual en la teoría marxista-leninista del imperialismo. El comercio exterior permitiría ampliar el mercado y elevar la tasa de ganancia si la burguesía de algunos países obtuviera en el cambio más valor del que cede. Como el intercambio de por sí no puede generar valor (marxiano), se trata aquí de la expoliación de unos países por otros, posible por el uso de la violencia (en la explotación colonialista), o por medios más disimulados como el llamado Intercambio Desigual, mediante el que tantas cosas se han querido explicar en años recientes.

Para Lenin, la explotación de las colonias constituía la verdadera válvula de escape del capital, por cuanto le permitía enormes superbeneficios, parte de los cuales emplearía en sobornar a una capa del proletariado metropolitcano, la “aristocracia obrera” (los partidos y sindicatos socialdemócratas), atrayéndola al reformismo y oponiéndola a la revolución. Rosa Luxemburg da al comercio exterior una trascendencia aún mayor, como condición fundamental para la realización de la plusvalía. Pero la sistematización del intercambio desigual haría imposible el comercio en breve plazo. Los países víctimas de él quedarían pronto esquilmados y dejarían de comprar mercancías a los saqueadores, haciendo perder a estos mercados, en vez de ganarlos.


O, como observa Marx, esta explotación internacional de los países atrasados “acelera igualmente la disminución del capital variable con respecto al constante” en la metrópoli, ya que tal es la condición para que el intercambio de valores beneficie al más desarrollado. Por tanto, esa contratendencia aumentaría la composición orgánica en las metrópolis, con lo cual disminuiría aún más la tasa de ganancia, además de contraer los mercados exteriores


(Si Lenin o Rosa Luxemburg tuvieran razón, el comercio entre los países ricos y el hoy llamado tercer Mundo debería tener la máxima importancia, y poca el comercio entre países desarrollados, que no permite aquellos “superbeneficios”. Sin embargo ocurre lo contrario.

Un intercambio desigual solo sería sostenible si un país, o un cártel de países ricos (“imperialistas”), impusiera a las colonias o ex colonias precios excesivos al exportarles mercancías industriales. Pero la acre disputa por los mercados entre países “imperialistas”, ocasionada por el amenazador descenso de la tasa de ganancia, hace imposible un cártel duradero. Si contamos además la irrupción de las potencias industrializadas socialistas en la arena internacional, la cosa se torna imposible, y más aún tras la independencia de las colonias y la industrialización de varias de ellas, o la formación de verdaderos cárteles de productores de materias primas. En términos de valor, seguramente el petróleo y otros productos primarios que exigen poca mano de obra, están muy sobrevalorados.

Desde otro ángulo: la pérdida de las colonias por los países europeos no ha producido la ruina de estos, ruina inevitable según esas teorías. Al contrario, los ex colonialistas han crecido mucho más que antes.

El carácter demagógico de estas teorías se refleja en la política cubana. Castro se jactó de liberar a Cuba del saqueo connatural al comercio capitalista. Pero, con la mayor desvergüenza, su propaganda insiste en atribuir las penurias económicas de la isla al embargo comercial impuesto por Usa. A un cuarto de siglo de la revolución, Cuba sufre el racionamiento, y se hundiría en la miseria generalizada de no ser por la enorme subvención aportada por la URSS a fondo perdido, por razones estratégicas, y por las remesas de los exiliados. Según los discursos tercermundistas, El Salvador, por ejemplo, viene siendo expoliado desde hace siglos por españoles, ingleses y useños... La conclusión lógica, de creer esas tonterías, es que El Salvador, y el Tercer Mundo en general, debían ser exorbitantemente ricos antes de la llegada de los imperialistas, para poder soportar un saqueo tan ávido y prolongado)

En realidad, lo mismo sucede con las demás contratendencias: que no contrarrestan gran cosa. Empezaremos por las primeras.

Las contratendencias II, IV y V no son más que modalidades de la I, y se reducen a una mayor explotación del obrero, sea nacional o extranjero, con el consiguiente aumento de la plusvalía. Si esa explotación se da manteniéndose la cantidad de C, como obliga el supuesto, lo que tenemos es un incremento de la relación C/V, es decir, de la composición orgánica del capital, pues la plusvalía extra sale aquí de una reducción de V , de los salarios. En este caso, el aumento de la composición orgániza no deprime la tasa de ganancia, sino al contrario. Pero es un resultado muy pasajero, pues ¿qué pasa con la plusvalía extra lograda por tales contratendencias? Que no puede tener más destino, en principio, que la acumulación, es decir, la inversión en “trabajo muerto”, en C, con el correspondiente aumento de la composición orgánica. Ello es así porque la disminución de salarios entraña una disminución correlativa del consumo social encarnado en ellos, en V. Lo cual destruye el teórico alivio traído por el incremento de la explotación.

Marx reconoce que si bien el papel de las contratendencias consiste en “contener, amortiguar, obstaculizar” las consecuencias de la Ley, “como las mismas causas que aumentan la tasa de plusvalía tienden a reducir la capacidad de trabajo empleada por un capital determinado, tenemos que las mismas causas contribuyen a disminuir la tasa de ganancia”. Por lo tanto, las contratendencias “perturban momentáneamente la tasa de ganancia, pero en último término la aceleran”. Para ser consecuente, debería admitir que la aceleran desde el mismo momento en que empiezan a operar.

Tiene interés la contratendencia III, “abaratamiento de los elementos del capital constante”, por actuar directamente sobre la composición orgánica, el factor decisivo de la baja de la TG: “El mismo proceso que hace que la masa de capital constante aumente en proporción al capital variable, incrementa, con motivo de la mayor fuerza productiva del trabajo, el valor de sus elementos, e impide, por tanto, que el valor del capital constante, aunque aumente sin cesar, aumente en la misma proporción que su volumen material (…) Incluso es posible que en algunos casos concretos la masa del capital constante aumente mientras su valor permanece invariable o incluso disminuye”. En realidad, si el aumento de la productividad es el objetivo del aumento de C, debe haber una correlación más o menos sistemática , y no solo ocasional, entre el aumento del valor de C y el del conjunto de los elementos Pl, V y el propio C, que anularía el aumento desproporcionado de C postulado por Marx. Sin embargo, hablar en término de productividad trae a la doctrina nuevos problemas, como veremos.

Lo mismo cabe decir de otra concepción de las crisis, interpretadas, no solo por Marx sino también por economistas “vulgares” o “burgueses”, como una cura de caballo para “los males de la prosperidad”. Una manifestación de las crisis consiste, en efecto, en la destrucción, depreciación o abandono de gran cantidad de capital constante. Por esa razón, debería redundar en una baja de la composición orgánica del capital, y por tanto en la creación de condiciones para que la tasa de ganancia creciera nuevamente. Sin embargo la destrucción de C va acompañada, inevitablemente, de un gran descenso de V, debido al despido en masa de obreros y la baja o congelación de los salarios en los demás. Para producir el saneamiento querido por la teoría, la baja de C tendría que ser muy superior a la de V, y no existe ningún argumento o experiencia que permitan aseverarlo.

Además, el paro masivo debido al descenso de C agrava la situación al contraer V y, por tanto, los mercados. Ello perturba la realización de la plusvalía y crea inseguridad para nuevas inversiones, provocando un redoblado intento de aumentar la explotación y la acumulación. No se percibe, no ya qué factor obligaría a una mayor destrucción de C que de V , sino qué obstáculo impediría, una vez iniciada la crisis, la formación de un círculo de despidos-reducción del mercado-plusvalía sin más salida que la acumulación-acumulación efectiva- más despidos, más reducción del mercado… Y que el círculo terminase por convertirse en un remolino capaz de tragarse todo el sistema.

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**** (Se trata del año 1940) “Pronto empezaron las medidas contra los judíos en Bélgica y Francia, si bien los nazis no pensaban todavía en exterminarlos, sino en despojarlos y empujarlos a la emigración o confinarlos en Madagascar. Miles de judíos y otros enemigos del nacionalsocialismo huyeron hacia los Pirineos, con la incertidumbre de si el amigo de Hitler les permitiría pasarlos. En España proliferaba la propaganda antisemita, y los refugiados, en su mayoría hostiles al régimen español, añadían un riesgo político y un problema a la miseria reinante. Aun así, se permitió entrar a casi todos, hebreos o no, procurándoles visado de tránsito a Portugal y otros países. Hubo dilaciones burocráticas al visado, o negación del mismo a algunos judíos no sefarditas, pero no devolución de refugiados, incluso ilegales. En octubre, el gobierno rehusó el paso a algunos súbditos de países beligerantes, limitando luego la restricción a los de edades comprendidas entre los 18 y los 30 años, pues los alemanes argüían que muchos huían del servicio militar o del trabajo, o para combatir contra ellos. Ante la decisión alemana y francesa de aplicar a los sefarditas de Francia las medidas antijudías, el embajador español en París, Lequerica hizo saber en noviembre que en España no existía legislación racista. Lo comprobó el jefe de la comunidad judía en Lisboa, a petición de la comunidad useña, así como la falsedad de los rumores sobre expulsiones de perseguidos.


Un caso trágico fue la muerte, en circunstancia oscuras, del pensador judío alemán Walter Benjamin de la escuela marxista de Frankfurt. Benjamin cruzó la frontera por Port Bou con un grupo y se alojó, al parecer bajo control policial, en un hotel del pueblo. Allí, tal vez por rumores, pudo desesperar, infundadamente, de que le permitiesen el tránsito por España, y se suicidó con morfina el 27 de septiembre. Las autoridades españolas parecen haber ignorado tanto la personalidad de Benjamin como su muerte por suicidio, pues hicieron enterrar su cuerpo en el cementerio católico.

El mismo día moría Julián Besteiro en la cárcel de Carmona…”

(En Años de hierro, p. 259)


****Ayer, conferencia de Aquilino Duque sobre Miguel Hernández. Gran poeta, sin duda, pero con una vertiente política siniestra. En unos versos, ya los reproduciré, explica Hernández lo que, si triunfaban,harían los del Frente Popular con sus enemigos: algo bastante peor que lo que hicieron los nacionales. No fue el único que encomió una venganza que se prometía espeluznante. El cultivo del odio por parte de las izquierdas fue bastante más sistemático y enconado que por parte de los nacionales. No muy de acuerdo con la comparación que hizo Aquilino en su excelente conferencia, entre la venganza de los vencedores de la guerra civil y los de la guerra mundial: en el primer caso la represión se hizo sobre todo por vía judicial, con muchas condenas a muerte y pocos asesinatos; en el segundo, sobre todo por la vía de los hechos, es decir, muchos asesinatos y pocos juicios.


****No pude ver el domingo el programa de Arteseros (España en la memoria) sobre las resistencias del Alcázar de Toledo y del santuario de Santa María de la Cabeza. Supongo que se habrá señalado el dato muy importante de que todos los episodios realmente heroicos de la contienda (los citados, más el cuartel de Simancas, las resistencias de Huesca, Oviedo y Teruel, etc.) los protagonizó el bando nacional. El Frente Popular consiguió en varios momentos una capacidad de lucha muy notable, pero en gran parte se debió a haber instaurado un código militar realmente terrorista, mucho más duro que en el bando contrario, que mantuvo, curiosamente, las normas de Azaña.


****Parece que AES se va a concentrar frente a la sede del PSOE en Ferraz mañana, a las 20 horas, contra la política económica del gobierno: “Por encima de todo, y como elemento fundamental del por qué la crisis se ha hecho endémica en España, está el actual modelo de descentralización administrativa, el Estado de las Autonomías”

Pío Moa


http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado

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