El Partido Popular tiene actualmente una ventaja de voto estimado de casi doce puntos porcentuales sobre el Partido Socialista, según la encuesta que hoy publica ABC, realizada por la empresa DYM. La diferencia refleja la tendencia general de los sondeos conocidos en las últimas semanas, a raíz del «decretazo» antisocial aprobado por el Gobierno, que puso de manifiesto todas las contradicciones y falsedades del discurso oficial sobre la crisis. Esa ventaja del PP es también importante en la intención de voto, con casi nueve puntos de diferencia, cuando en diciembre de 2009 era solo de 1,4 por ciento. Hay, por tanto, una tendencia preelectoral que está consolidándose a favor del PP y en contra del PSOE. Si esta tendencia llega en las condiciones actuales a las próximas citas electorales —comicios catalanes el próximo otoño y elecciones municipales y autonómicas en la primavera de 2011—, la debacle socialista puede ser histórica. Esta perspectiva empieza a calar en el socialismo español, y tiene razones para que sea así, porque la encuesta de DYM revela que, a día de hoy, Rodríguez Zapatero perjudica claramente la «marca PSOE», hasta el extremo de que una mayoría de sus votantes (55 frente a 37 por ciento) considera que no debe ser candidato en las próximas elecciones.
La valoración sobre Mariano Rajoy como candidato es mejor entre sus seguidores, pero por la mínima, porque sus votantes apoyan en un 50 por ciento, frente a un 48, que sea candidato. Lo importante para los populares es que esta opinión sobre Rajoy —mejor visto como presidente que Rodríguez Zapatero— no merma la fidelidad del voto de sus electores, lo que a su vez explica la solidez del PP sobre el PSOE. Ahora bien, que ambos líderes compartan la misma valoración (una mala nota de 3,2, y bajando) debe emplazar al PP a cambiar los fundamentos de su ventaja, para que dejen de tener un sesgo coyuntural y pasen a ser definitivos.
En cualquier caso, es significativa la reserva de votos que a priori conserva el PP respecto a las elecciones generales de 2008, en contraste con los sufragios que retendría el PSOE, ya que el 81 por ciento de los votantes que hace dos años se inclinaron por apoyar a Rajoy continuarán haciéndolo, cuando en el caso de Rodríguez Zapatero solo repetirían voto el 43 por ciento, dando pie a una amplia abstención. El dato resulta demoledor, especialmente porque si hace dos años, tras la derrota electoral, surgieron muchas dudas en el centro-derecha español sobre la idoneidad de que Mariano Rajoy repitiese candidatura en 2012, ahora el 45,3 por ciento de los votos que el sondeo DYM atribuye al PP le situarían directamente en un escenario de mayoría absoluta, que abriría una profunda crisis en el PSOE. Solo el incremento de votos previsto para UPyD y CiU podría «rebañarle» escaños al PP en Madrid y Cataluña, pero en ningún caso serían escaños en liza con el PSOE.
Ni en sus peores augurios el PSOE había calculado que a mitad de legislatura los varapalos económicos generarían internamente en el partido, y externamente en la sociedad, una crisis de credibilidad y desconfianza tan severa. Lo peor para los socialistas, según se empieza a admitir en círculos del PSOE, es la incapacidad y el escaso margen de maniobra para remontar. El temor es que la pésima gestión de la crisis económica y los «bandazos» impuestos desde el exterior, unidos al efecto del «tijeretazo» social, a la incapacidad para generar empleo, a las consecuencias que pueda conllevar el «decretazo» de la reforma laboral y al incremento de impuestos en los próximos meses, conviertan el declive electoral del PSOE en un proceso irreversible. En este sentido, la gran incógnita que abre esta encuesta es el límite que tiene el PSOE para tolerar el daño que Zapatero le está causando. No sería extraño que pronto empezara una campaña de opinión publicada y de mensajes encriptados desde el partido que trasladara al ciudadano la idea de que Zapatero ya no representa al verdadero PSOE y de que va por libre. El canibalismo de los partidos es implacable, pero en este caso la responsabilidad política de Zapatero por la desastrosa gestión de la crisis y del Estado está compartida con su partido.
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