quinta-feira, 3 de junho de 2010

LD y esRadio: habrá que seguir luchando

Sin ninguna duda, el hecho político y sociológico de mayor alcance de los últimos diez años ha sido el surgimiento de una auténtica sociedad civil liberal-conservadora, gestada durante los ocho años de gobierno de Aznar, que ha plantado cara al zapaterismo desde el primer momento y que ha adquirido un peso y una importancia fundamentales.

Esa sociedad civil liberal-conservadora comprende unos pocos medios de comunicación, institutos de investigación, think tanks, organizaciones cívicas. En el centro (con perdón) de todo ese entramado, convertido en centro de reunión, debate y discusión, está el Grupo Libertad Digital, conformado por el periódico que está usted leyendo, LDTV, esRadio y La Ilustración Liberal.

La aproximación al grupo que nos acoge y ocupa puede realizarse desde tres puntos de vista: el sociológico, el biográfico y el cultural. Fue Juan Carlos Girauta quien explicó las razones sociológicas de su nacimiento y desarrollo en La eclosión liberal (2006): las nuevas tecnologías permitieron dar esquinazo al aparato técnico-administrativo dependiente de las instituciones públicas; y lo dio una generación de escritores, periodistas e intelectuales que, provenientes en muchos casos de la izquierda, se lanzaron a la búsqueda de una alternativa cultural al discurso de lo políticamente correcto.

La cuestión biográfica de los conversos, su evolución ideológica y política, fue narrada con detalle por Mario Noya y Javier Somalo en Por qué dejé de ser de izquierdas: ahí están las vidas de buena parte de los que conforman la columna vertebral de Libertad Digital. Pero el éxito de esta Casa no se explica sólo por ellos: a esa generación se le unió la de los cachorros liberales, que le seguía bien de cerca los pasos y se metió de hoz y coz en el proyecto. Y ahí siguen, unos y otros.

Faltaba una última aproximación, que hiciese referencia a los contenidos intelectuales, culturales y morales que explican el enganche del Grupo LD con los lectores, oyentes y telespectadores. Si algo define a LD es su empeño por penetrar en sendas intelectuales prohibidas por lo políticamente correcto, por caminos que la derecha social conoce bien pero por los que la derecha política jamás ha transitado. Caminos que tienen que ver con España y la Libertad.

De eso trata, precisamente, el libro que nos ocupa: 10 cosas que no se pueden decir en España, que firman LD y esRadio y publica otro de los componentes de esa sociedad civil liberal-conservadora de la que hablábamos: la editorial Ciudadela. Aparece en plena crisis; pues bien: quien lo lea verá hasta qué punto ésta es fruto de errores, equivocaciones, vilezas y miserias cometidos en nuestro país en los últimos treinta años.

Los mitos que el libro aborda se pueden dividir en dos grandes grupos. El primero estaría conformado por los que afectan a España. Algunos son de interpretación histórica, y hacen referencia a episodios del pasado reciente que han tenido una trascendencia enorme en la vida nacional. Uno de ellos es la Transición, el momentum que da sentido a la España actual, en el que la derecha se dejó por el camino, todo fuera por el consenso, no pocos de sus valores e ideas. La Transición estuvo protagonizada por una derecha con complejo de culpa, ávida de echar siete llaves sobre el franquismo, y que no sabía muy bien cómo lidiar el toro del constitucionalismo; por una izquierda que aceptaba como mal menor una Constitución que habría, tarde o temprano, que superar y por unos nacionalistas que ni creían en la Constitución ni creían en España, y que se dedicaron a sabotear a ésta y a aquélla antes y durante de 1978: de ahí en adelante, qué les voy a contar, han seguido en lo mismo.

A esta izquierda y a su pasado está dedicado uno de los capítulos, cuyo contenido los lectores ya imaginarán, porque es uno de los temas donde LD se ha hecho fuerte: la mala memoria histórica de la izquierda.

También hay espacio, no podía no haberlo, para el 23-F y el 11-M, fechas siniestras de significados bien distintos: la primera puso de manifiesto la ingenuidad de los españoles ante el Estado, y avanzó el porvenir: el progresivo envilecimiento de las instituciones y la clase política. Para cuando se produjo el 11-M, ese envilecimiento se había convertido en una corrupción sistemática, extendida por buena parte de las instituciones. Al Grupo LD, el 11-M le ha deparado los mayores sinsabores –los ataques, las presiones–, pero también le ha dado fuerza y consistencia, y permitido volver a demostrar que con sus principios no negocia.

Otra de las 10 cosas que no se pueden decir y que se dicen sin complejos ni medias tintas en estas páginas es que las subvenciones son un escándalo y una sangría, y una de las causas de la crisis económica. Esta cuestión nos remite a otra igualmente crucial: la del régimen de partidos surgido de 1978 y las relaciones non sanctas del establishment político.

El otro gran grupo tiene que ver con cuestiones que afectan a las sociedades occidentales en general, si bien se abordan desde una perspectiva española. Hablamos del timo del calentamiento global, la más reciente excusa de la izquierda postmarxista y postsoviética para seguir cercando la libertad; de la utilización del homosexualismo como ideología al servicio de la destrucción de los derechos de las personas y su sustitución por los derechos de los colectivos, ese sucedáneo postmoderno de las clases marxistas; de la relación directa entre socialismo y pobreza, así como de la exportación que los europeos hacen a otras zonas del mundo de unas recetas que se han demostrado erróneas; y, en fin, de la relación, también directa, entre la civilización occidental, con sus instituciones democráticas y su bienestar, y el cristianismo.

El último capítulo es un cómo hemos llegado hasta aquí, un análisis histórico-político de largo aliento. Y es que el actual presidente del Gobierno no es en absoluto la causa fundamental de los problemas de España, sino más bien su consecuencia más tragicómica. Treinta años de deterioro institucional, político y social han desembocado en un Gobierno lanzado bárbaramente contra el Estado, que se alía con los enemigos internos y externos de la Nación para mejor destruirla.

Lo cual me lleva a una última reflexión, porque si el diagnóstico que habitualmente leemos en Libertad Digital y escuchamos en esRadio no puede ser más pesimista y demoledor, lo cierto es que nada está perdido; precisamente por la emergencia de la sociedad civil genuinamente liberal-conservadora de la que hablaba al inicio de este artículo, comprometida con la Libertad, con la Nación y con el futuro de ambas. Como diría Federico Jiménez Losantos, eso sí que es un verdadero milagro. Que no puede dejar de sucederse. Así que habrá que seguir luchando.


LIBERTAD DIGITAL y esRADIO: 10 COSAS QUE NO SE PUEDEN DECIR EN ESPAÑA. Ciudadela (Madrid), 2010, 216 páginas.

Pinche aquí para escuchar la entrevista que le hizo MARIO NOYA a JAVIER RUBIO en LD LIBROS a propósito de la aparición de este libro.

Oscar Elía Mañú

http://libros.libertaddigital.com

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