****Moncloa intimidó a El Economista: "Si publicáis eso vais a destrozar España" Como si a los destructores de España y la democracia les importara eso. Pretenden que publicar los resultados de algunas de sus fechorías va “contra España”. El viejo truco de estafadores que emplean los nacionalistas catalanes y vascos: lo que va contra ellos va contra “el país”. ¡Y sigue funcionando, como el timo de la estampita!
****Dice la Pájaro Loco que el PP acabará abrazando el marxismo-leninismo y se quedará “tan pancho”. Pues no. De momento lo que han abrazado es la misma demagogia que Zapo. Competencia de demagogos.
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Marxismo:
En La sociedad homosexual y otros ensayos, libro hoy muy difícil de encontrar, pero que en gran parte está reproducido en el más reciente La democracia ahogada, publiqué en 2001 el siguiente trabajo:
En 1977 tuve la fortuna de ser expulsado del grupo maoísta-terrorista PCE(r)-GRAPO, donde había militado casi siete años (y antes uno y medio en el PCE), y más tarde saqué , junto con los hermanos Luis Miguel y Francisco Úbeda, muy jóvenes entonces, una revista clandestina, Contracorriente (19 números a 150 ejemplares), tirada en condiciones precarias con una multicopista manual. En ella nos aplicamos a examinar algunas de las supuestas verdades del marxismo y el leninismo, llegando, penosamente, a conclusiones muy poco gratas acerca de nuestras anteriores creencias y objetivos. En 1984-5 hice un pequeño estudio sobre la teoría del descenso de la tasa de ganancia, que me sirvió para ver algo más claro –espero—y alejarme definitivamente de aquellas doctrinas.
Hacía bastantes años que no había vuelto a leer ese trabajo. Me había esforzado mucho por presentar el asunto de forma clara, pero al releerlo decidí refundir y resumir el escrito, pues me sorprendió lo ininteligible que debía resultar para una persona ajena a la terminología y los tópicos marxistas. (Bien es verdad que las discusiones entre marxistas recuerdan a veces el “reglamento contra incendios” de Lichtenberg: “Cuando arde una casa es preciso ante todo tratar de proteger el muro derecho de la casa de la izquierda, porque si se quisiese, por ejemplo, proteger el muro de la izquierda de la casa de la izquierda, el muro de la derecha de la casa se encontraría a la derecha del muro de la izquierda, y como el fuego está a la derecha de ese muro y del muro de la derecha (porque suponemos que la casa está situada a la izquierda del incendio), el muro de la derecha estará más cerca del fuego que el de la izquierda, y el muro de la derecha de la casa podría ser destruido por el fuego si no fuese protegido antes de que el fuego alcance el muro de la izquierda, que está protegido. En consecuencia, algo que no está protegido podría ser destruido, y destruido más rápidamente que otra cosa, incluso aunque no estuviera protegida; por lo tanto es preciso abandonar aquel para proteger este. Para representarse la cosa, debemos notar aún: si la casa está a la derecha del incendio es el muro de la izquierda, y si está a la izquierda es el muro de la derecha”).
Ahora el marxismo está casi olvidado, y suena irreal su viejo predicamento [esta observación me resulta hoy excesivamente optimista], pero durante la transición democrática tuvo un fuerte influjo en la vida intelectual española, como lo tenía en la francesa o la italiana, y después en círculos académicos anglosajones. Además, logró de sus oponentes y de la derecha un respeto reverendial, y hasta simpatías de quienes querían pasar por desenvueltos, desprejuiciados y modernos. Hubo una especie de rendición intelectual ante esas doctrinas, como la hubo ante los nacionalismos regionales, el antimilitarismo, la pornografía o casi cualquier cosa a la que antaño se había opuesto la derecha. Es más, bastantes derechistas presumían de su apoyo a tales maravillas, o hacían negocio con ellas, como el editor Asensio [de Interviú, etc.]
El marxismo perdió influencia a causa de la crisis galopante del mundo comunista: la tensión chino-soviética, la derrota del maoísmo en China, la invasión de Vietnam por este país, la posterior de Afganistán por la URSS, la evidencia de su naufragio económico, etc. Cuando Gorbachof se empeñó en introducir reformas liberalizantes, el imperio terrorista no pudo soportarlas y quebró. Muy pocos marxistas españoles digirieron intelectualmente lo ocurrido. Simplemente hubo un cambio de modas, siempre progresistas: retazos de supuesto humanitarismo, marginalismo, feminismo, tercermundismo, respeto o simpatía por la Cuba de Castro, por el integrismo islámico de Jomeini –comparado ventajosamente con el cristianismo en órganos tan influyentes como El País --, por el sandinismo, el terrorismo etarra y otros. Últimamente ese movimiento parece haber cuajado en torno a la antiglobalización.
Por otra parte, el marxismo sigue impregnando el pensamiento actual. No solo le deben buena parte de sus concepciones de fondo los movimiento progresistas, sino que en libros escritos por conservadores se encuentran referencias a “los intereses burgueses”, los del “movimiento obrero”, “los pueblos oprimidos”, etc. Incluso en terrenos como la arqueología está en boga en ciertos círculos el “método marxista”, o se oye a ilustres biólogos frivolear con el pensamiento “estimulante” de Marx. La idea, en fin, de que los fenómenos sociales deben entenderse a partir de la economía, sigue extendidísima.
¿Resurgirá de ese magma un marxismo renovado, con su tremenda fuerza movilizadora y destructiva de la libertad? Resuenen en nuestros oídos las palabras de Schumpeter sobre obras como la de Marx: “Sufren eclipses, pero reaparecen de nuevo; y no como elementos anónimos de un legado cultural, sino con un ropaje propio y con sus cicatrices personales que pueden verse y tocarse”. En mi opinión, algo así ocurrirá, porque esta doctrina no ha sido otra cosa que la expresión más elaborada hasta la fecha de un profundo anhelo humano –o de la parte demoníaca del hombre, si se quiere expresar así--, el anhelo prometeico y utópico de derrocar a los “dioses”. De ahí su fantástico éxito, que le permitió extenderse en menos de medio siglo sobre un tercio de la humanidad. Su capacidad para explicar el mundo y la historia de manera científica parecía formidable, y no menos para fabricar odio y “lucha de clases”, vistiendo todo tipo de resentimientos con un plausible manto intelectual ( sin contar, como observaba Koestler, que permitía a verdaderos idiotas pasar por inteligentes, una vez lograda cierta práctica en la jerga).
A la espera de ese resurgir, los restos del naufragio marxista juegan ahora a la alianza, o al menos a la simpatía hacia cualquier movimiento antioccidental y anticristiano, sobre todo si hace amplio uso de la violencia como, ahora mismo, el fundamentalismo islámico.
En este trabajo, y siguiendo una mala costumbre de antaño, citaba a diversos antores sin indicar la procedencia concreta de las citas. Los libros de que provienen los perdí hace tiempo, y no me siento con ánimos de volver a buscarlos. El lector debe creer bajo palabra en su veracidad. Supongo que podrá hacerlo sin esfuerzo, y en todo caso no son inencontrables en absoluto para quien se lo proponga.
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****Muy recomendable el blog de Sebastián Urbina: http://www.deperu.com/web.php?sitioweb=sebastianurbina.blogspot.com/2010/04/montilla-y-el-codigo-penal.html
****Conferencia de Aquilino Duque, Pasión y muerte de Miguel Hernández, el 22 de junio, martes, a las 19,30, en Palacio del Duque del Infantado, Carrera de San Francisco 2, Madrid
**** Ya saben que uno de los tópicos sobre el fracaso de la república es el de la repercusión de la depresión mundial de la época. Depresión que, en todo caso, también habría ayudado a traer aquel régimen:
Conferencia de Pedro Schwartz, “Los escasos efectos de la Gran Depresión en España. 1929-1935”, el miércoles 23 de junio a las 19,30. Fundación Ramón Areces.
Solicitud de invitaciones: Fundación Ramón Areces, c/ Vitrubio 5, Madrid 28006.
Pío Moa
http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado
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