El mundo está escandalizado con el bloqueo de Israel a Gaza. Turquía denuncia su ilegalidad, su inhumanidad, su carácter bárbaro, etc. La tropa de siempre: la ONU, el Tercer Mundo y los europeos, se apunta al bombardeo. Y la Administración Obama vacila... |
Como ha escrito Leslie Gelb, ex presidente del Council on Foreign Relations, el bloqueo de la Franja no sólo es racional, sino perfectamente legal. La Gaza de Hamás es un enemigo jurado de Israel, como dan fe los más de 4.000 proyectiles que se han lanzado desde el primero al segundo de estos territorios. Aunque no ha hecho otra cosa que mostrar su beligerancia, Hamás dio en erigirse en víctima cuando el Estado judío, para defenderse, decidió imponer un bloqueo sobre las tierras que sojuzga dicha organización terrorista.
En la Segunda Guerra Mundial, con el pleno amparo de la legalidad internacional, Estados Unidos impuso un bloqueo a Alemania y al Japón. Estados Unidos volvió a hacer uso de tal medida en octubre de 1962, a raíz de la Crisis de los Misiles y contra Cuba. Pues bien: a Israel se le considera un delincuente internacional por hacer exactamente lo mismo que hizo John Kennedy entonces: imponer un bloqueo naval para impedir que un Estado hostil se hiciera con armamento letal.
Eh, ¿pero los barcos que iban a Gaza no formaban parte de una misión de ayuda humanitaria? No. De lo contrario, habrían aceptado la oferta de Israel de que trasladaran sus suministros a un puerto israelí, para que fueran inspeccionados y, si todo estaba en orden, trasladados finalmente a la Franja, como se hace semanalmente con 10.000 toneladas de comida, medicamentos y demás suministros humanitarios.
¿Por qué rechazaron la oferta? Porque, como ha admitido uno de los responsables de la flotilla, Greta Berlin, el objetivo no era enviar ayuda humanitaria sino romper el bloqueo, es decir, poner fin al régimen de inspecciones de Israel, es decir, dejar libre el paso a Gaza y, por tanto, al rearme ilimitado de Hamás. Israel ha interceptado buques cargados de armas procedentes de Irán y con destino al Líbano (Hezbolá) y Gaza. No una, sino dos veces. ¿Qué país permitiría algo semejante?
Vayamos a lo más importante: ¿por qué tuvo Israel que llegar a recurrir al bloqueo? Porque el bloqueo es su alternativa mientras el mundo deslegitime sistemáticamente sus formas tradicionales de defenderse: la defensa anticipada y la defensa activa.
Defensa anticipada: durante su primer medio siglo de existencia, Israel, pequeño Estado rodeado de Estados furiosamente hostiles, apostó por librar guerras en territorio enemigo (el Sinaí, los Altos del Golán...) para no tener que hacerlo en el suyo. Donde le fue posible (el Sinaí), Israel canjeó territorios por paz; donde no (el sur del Líbano o la propia Gaza, por ejemplo), Israel conservó lo conquistado y lo empleó como zona de contención.
Debido a las presiones internacionales, Israel acabó abandonando esta táctica. A los israelíes se les dijo que las ocupaciones no sólo eran ilegales, sino el origen de las insurgencias que tenían que soportar, y que la paz sólo vendría cuando procedieran a la retirada de esos territorios.
Tierras por paz, de nuevo. El caso es que Israel lleva un decenio evacuando territorios (el sur del Líbano en 2000, Gaza en 2005) y... ¿qué ha recibido a cambio? Pues más beligerancia. Sus enemigos, rearmados, intensificaron los ataques, y hasta secuestraron soldados israelíes.
Entonces, Jerusalén pasó a la defensa activa, esto es, a ejecutar acciones militares destinadas a –haré uso de las palabras de que se sirve Obama para describir la campaña contra los talibanes y Al Qaeda– perturbar, desarbolar y derrotar a los mini-estados terroristas erigidos en el sur del Líbano y Gaza luego de la retirada israelí de dichos territorios.
¿El resultado de esta nueva táctica? La guerra del Líbano del año 2006 y la operación contra la Gaza de Hamás de 2008-2009. La misma comunidad internacional que pidió a Israel que se retirara de esos territorios reaccionó en ambas ocasiones con una avalancha de condenas y calumnias. Peor aún: el informe Goldstone de la ONU, que criminalizó la operación defensiva israelí sobre la Franja al tiempo que blanqueó el casus belli que la originó –el lanzamiento incesante y no provocado de proyectiles sobre territorio israelí por parte de Hamás–, deslegitima en la práctica toda maniobra defensiva israelí contra sus enemigos terroristas.
Si no puede echar mano de la adelantada ni de la activa, a Israel no le queda otra que recurrir a la defensa pasiva, es decir, a bloquear al enemigo para evitar que se rearme. Pues nada: esto tampoco le gusta a la comunidad internacional.
¿Qué puede hacer, entonces, el Estado de Israel?
Nada. La idea subyacente a esta campaña internacional es, precisamente, ésta: hay que privar a Israel de cualquier forma legítima de autodefensa.
El mundo está harto de esos problemáticos judíos, seis millones –esta cifra otra vez– empeñados en vivir a orillas del Mediterráneo que rechazan todas y cada una de las invitaciones que se les cursa para que cometan un suicidio nacional. Por eso son incesantemente demonizados, condenados al ostracismo y amenazados cuando osan defenderse, al tiempo que los antisionistas más decididos –sobre todo los iraníes– preparan abiertamente una Solución aún más Final.
© The Washington Post Group
Charles Krauthammer
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