terça-feira, 26 de agosto de 2008

La maldad de la sonrisa

El próximo lunes Zapatero no asistirá al funeral por los muertos del accidente aéreo de Barajas. ¿Le importa a alguien la excusa dada para justificar su ausencia? No, porque la gente sensata conoce el verdadero motivo de su espantada. Este Gobierno sólo engaña a quien se deja engañar. Eso es lo desagradable. La maldad está a la vista, pero la chusma cierra los ojos para engañarse. Parece claro que este político no asistirá al funeral porque no quiere ser asociado a nada negativo. Zapatero huye de la fealdad, la fragilidad y la desgracia humana como siempre han huido los hombres más cobardes del mundo. En este asunto, queridos lectores, tendrán que reconocerme que este hombre, temerario donde los haya, va de la mano de los peores cobardes.

Zapatero se niega a salir fotografiado al lado de la desgracia. Él sólo quiere proyectar sobre sus votantes-basura los ideales del hedonismo más reaccionario y cruel: "mientras yo tenga comida y bebida, puede acabarse el mundo". He ahí a Zapatero en estado puro. He ahí lo que cantan sus apologistas por los medios de comunicación. He ahí el secreto peor guardado del Gobierno más populista de Europa. ¿Es la política de Zapatero hedonismo de diseño? Quizá. Lo cierto es que su miserable política siempre estará acompañada por la sonrisa. Cuando Zapatero niega la causa de la patria, lo hace escondido en una sonrisa cínica. Cuando cuestiona la nación que preside, es un decir, lo hace envuelto en una sonrisa académica; y cuando hace alianzas con los enemigos de España para mantenerse en el poder, lo hace poniendo una sonrisa de tolerancia. Todo lo hace sonriendo. Todo es mentira. Su atropello a la razón está en su sonrisa.

Este hombre ha vaciado por completo el sentido moral de uno de los gestos más humanos de todas las civilizaciones: la sonrisa. La moralidad de la risa ha sido petrificada en un rictus casi orgánico. Es la sonrisa del "criminal" que se esconde detrás del disfraz de payaso. Por eso, precisamente porque no podrá sonreír disfrazado de payaso en un funeral religioso por las víctimas de Spanair, no asistirá a la catedral de La Almudena. Eso es tanto como renunciar al reconocimiento de las víctimas, de los caídos, en fin, de la fragilidad humana. Así es, Zapatero no quiere acercarse a un muerto, sencillamente porque eso no sólo no le da votos, sino que se los puede quitar. Hasta ahí llega la perversidad de Zapatero y sus asesores. A los socialistas no les interesa la vida digna, sino la mera supervivencia. Son hobbesianos en sentido estricto: la vida es mera supervivencia. ¿Quién habla de calidad de vida? Los excelentes, el hombre que aspira a lo mejor, nunca quien se conforma con vivir sin columna vertebral.

El uso político, o mejor, demagógico, que hace Zapatero de la sonrisa encierra la política más terriblemente inmoral que cabe esperar de un ser humano. La sonrisa de Zapatero no responde a ningún sentido moral. No es gesto de comprensión por el prójimo. No es una señal de aprecio, por ejemplo, porque el otro nos haya perdonado alguna fechoría. No es una señal de alegría por una creencia profunda. No contiene, en fin, nada moralmente relevante. Es una sonrisa mentirosa. Nadie con alma desconoce que su sonrisa quiere ser traducida en votos. Más aún, estoy convencido de que incluso sus propios votantes saben que detrás de esa sonrisa no hay nada que no sea maldad.Entonces ¿por qué hay gente que sigue negándose a ver maldad en una sonrisa? Porque aún quedan almas limpias... Y porque todavía quedan seres humanos que esperan que después de la lágrimas, el llanto y el luto, vengan las risas y sonrisas. Todavía hay gentes que espera, a pesar de las desgracias, mirar de nuevo las cosas como las veía antes. En eso reside, como nos enseñó Marco Aurelio, el volver a vivir. ¿Podría Zapatero volver a vivir sin la sonrisa que lo mantiene en el poder? No, porque se conforma con sobrevivir.

Agapito Maestre
Catedrático de Filosofía Política en la Universidad Complutense de Madrid

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