segunda-feira, 4 de agosto de 2008

Solzhenitsyn, la huella del horror stalinista

Solzhenitsyn, en junio de 2007, al recibir de manos de Vladimir Putin el Premio Estatal.


Tras una larga enfermedad, ayer fallecía en Londres el disidente soviético Alexander Solzhenitsyn, premio Nobel de Literatura en 1970. Nacido el 11 de diciembre de 1918 en Kislovodsk, al sur de Rusia, nunca conoció a su padre, de ascendencia cosaca, que murió en un accidente casi al final de la I Guerra Mundial. Fue su madre, una maestra, la que se encargó de su educación en Rostov, donde él empezó a estudiar matemáticas y física, pese a contar desde muy joven con una clara vocación literaria.

Sería en los años 30 cuando comenzó a escribir sus primeros manuscritos, aunque sin ningún éxito. Solzhenitsyn se graduó en 1941, apenas unos días antes de que la guerra llegase a Rusia, en la que combatió tanto en el cuerpo de transportes como más tarde como oficial artillero, y participó en la mayor batalla de tanques de la Historia, en Kursk.

Sus problemas comenzarían sin embargo en ese 1945, en el frente de Prusia, por haber criticado a Stalin en unas cartas dirigidas a un amigo. Por ello fue condenado, sin proceso, a ocho años de trabajos forzados y a un destierro a perpetuidad. Sus conocimientos de matemáticas le llevaron durante su cautiverio a un centro de investigación científica para presos políticos, vigilado por la Seguridad del Estado, lo que le serviría de fuente de inspiración para su primera novela, «El primer círculo».

Tras su segunda obra, que gestó en un campo especial en Ekibastuz, en Kazajistán, trabajó de presidiario minero, albañil y forjador, y contrajo un tumor del que fue operado. Un mes antes de cumplir su condena, tuvo que cumplir el destierro, pese a que Stalin había muerto, y por ello fue llevado Kok Teren, donde escribía mientras daba clases en la escuela primaria.

Sin embargo, ya en 1953 estuvo a punto de morir al reproducírsele el cáncer, pero se logró curar en una clínica en Uzbekistán. Esa experiencia le serviría para su novela «Pabellón cáncer», que terminó en 1967, y en la que atacaba los cimientos ideológicos del régimen soviético.

Gracias al deshielo

Liberado y rehabilitado en 1956, se le permitió vivir en Vadimir Ryazan, en el centro de Rusia, donde llevó una vida normal dando clases y escribiendo. Ahí gestó «Un día en la vida de Iván Denísovich» (1962), que fue publicada gracias al deshielo provocado por la denuncia del estalinismo realizada por Nikita Jruschov en el XX Congreso del PCUS. Él describía en la obra la vida de un prisionero cualquiera en un campo de concentración durante la época de Stalin.

Tras caer Jruschov, fue expulsado en 1969 de la Unión de Escritores Soviéticos, por denunciar que la censura oficial le había prohíbido varios trabajos. El Nobel vendría en su ayuda, pero no acudió a Estocolmo a recogerlo por temor a que las autoridades soviéticas no le permitieran regresar, y también para acabar su obra más conocida, «Archipiélago Gulag».

El escritor entrevistó a 227 supervivientes de los campos de trabajo soviéticos, y el libro se editó en Francia. A pesar de su fama mundial, fue detenido y acusado de traición en 1974, siendo expulsado de la URSS.

Tras publicar «Lenin en Zurich», se instaló en EE UU, en una casa cerca de Cavendish (Vermont), donde llevó una vida de ermitaño. Con la apertura de Gorbachov, a finales de los 80 sus obras pudieron ser leídas en la URSS y en 1990 le devolvieron oficialmente la ciudadanía, lo que le permitió dar por terminado su exilio y pisar tierra rusa en 1994, convertido en un icono sin adoradores, como un escritor de otra generación.

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