domingo, 31 de agosto de 2008

¿McCain = Bush?


Uno de los mensajes centrales de la campaña de Barack Obama se resume en esta fórmula: «McCain = Bush». Los demócratas insisten en que si gana McCain será el tercer mandato de George W. Bush. Dentro de la dialéctica electoral, en la que se intenta definir ante la opinión pública al propio candidato y al rival, puede ser una estrategia que funcione, ya que los índices de aprobación del presidente Bush están por los suelos. ¿Pero qué hay de verdad en dicho argumento?

Si bien pertenecen al mismo partido, hay significativas diferencias entre ambos. Mucha gente no sabe (o se olvida) de que John McCain fue el rival de George W. Bush en las primarias de 2000. McCain comenzó fuerte pero desde el entorno de Bush se lanzó una campaña muy sucia contra él y algunos miembros de su familia, lo que le apartó de la nominación. Por ello, la relación entre los dos quedó hecha añicos. Incluso, hay rumores aunque desmentidos, de que McCain fue tentado por el Partido Demócrata de cara a 2004. Lo que está claro es que John McCain siempre ha sido un verso suelto dentro de la disciplina republicana. Por eso, en esta campaña, está reivindicando su condición de «maverick», de independiente con un toque de rebeldía, que durante años le ha granjeado una opinión muy favorable entre los votantes independientes, al mismo tiempo que el recelo de los más conservadores. De hecho, uno de los apoyos más firmes de McCain, y hasta ayer uno de los favoritos a ser vicepresidente, es Joe Lieberman, candidato demócrata junto a Al Gore en 2000.

McCain aspira a la Casa Blanca con un proyecto conservador, pero diferente al de la Administración Bush. La importante apuesta de McCain por abordar el cambio climático es sólo el comienzo de las divergencias. Por primera vez, un candidato republicano está reivindicando el color verde como distintivo de su campaña. Por otro lado, la reducción del gasto del gobierno federal es otro de los frentes. Durante los dos mandatos de Bush el coste gubernamental se ha incrementado en un 40%, lo que supone una aberración para McCain, quien ha anunciado que vetará todas aquellas leyes que aumenten el gasto burocrático del gobierno.

La base de Guantánamo, que ha sido uno de los iconos más representativos de la política exterior de Bush, es otra de las diferencias más evidentes. John McCain es un firme defensor de su cierre y está insistiendo en que como presidente trabajará para erradicar la tortura, una realidad que McCain conoce demasiado bien. En este sentido, la trayectoria militar de ambos es incomparable. Durante la guerra de Vietnam George W. Bush no luchó en el frente gracias a su apellido y tuvo un destino muy cómodo en Texas. Pero John McCain, nieto e hijo de grandes militares, vivió desde niño su vocación castrense. Recibió una severa formación en academias militares y pidió como destino Vietnam, donde luchó como piloto de combate. Allí conoció en primera persona los horrores de la guerra al estar capturado durante cinco años en una prisión con el irónico nombre de «Hanoi Hilton».

El enfoque de la religión es otra de las cuestiones que marca la diferencia entre ambos. Para McCain la fe siempre ha sido un asunto privado del que no ha hablado en público en muchas ocasiones. Es creyente, nacido en una familia episcopaliana, pero demasiado liberal para la derecha evangélica, a quién no le gustó su divorcio. George W. Bush, por su parte, ha hecho de su fe una clara seña de identidad. Después de estas reflexiones, la pregunta es ¿McCain = Bush?

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