sábado, 2 de agosto de 2008

Sin perdón


Ni perdono ni olvido, afirma una buena parte de las víctimas de De Juana entrevistadas por este periódico. Lo sienten así muchas víctimas, aunque no lo manifiesten en público. Y la mayor parte de la sociedad, que tampoco perdona y menos olvida. Sus crímenes están presentes en la memoria de los ciudadanos españoles. Y la rabia, la indignación, la tristeza, la frustración.

No faltarán voces que ante la nueva movilización antiterrorista contra De Juana agiten las acusaciones de populismo o de utilización partidista del terrorismo. Ya lo hicieron durante el escándalo de su excarcelación, demostrando que los males políticos que explican este enorme fracaso de la democracia española aún afectan a nuestro país.

Esos males constituyen la esencia de este caso. Más aún que la falta de arrepentimiento de este etarra y su reivindicación de los crímenes pasados y de los futuros. Conocíamos su escalofriante perfil criminal y psicológico, y sabíamos que, en su caso, como en el de tantos otros, la reinserción que algunos reivindican es una quimera pueril y gratuita. Que es imposible y que los criminales de esta calaña utilizan las puertas abiertas del sistema judicial para burlarse de las víctimas y hacer un corte de mangas a la sociedad.

De Juana no es recuperable y lo sabíamos. Pero lo que aún no sabemos es si la democracia española está definitivamente preparada para que éste y otros etarras no sigan haciendo saltar por los aires los principios de nuestro sistema político. Y es que el éxito de su chantaje al Estado se produjo hace apenas un año y medio y la negociación con la banda terrorista acabó hace aun menos tiempo. No se trata de los problemas del viejo Código Penal, de la inexperiencia de la joven democracia, de la ingenuidad de nuestros políticos. Se trata de lo ocurrido ayer, el año pasado.

Hace apenas un año y medio, un conocido intelectual de la izquierda me insultaba airadamente en un programa de la televisión catalana cuando yo criticaba la excarcelación de De Juana. El estilo desaforado, histérico y ofensivo de este intelectual no es, por supuesto, representativo de la izquierda ni de nadie. Pero lo que sí lo es, o al menos lo fue anteayer, es la disposición a una gravísima cesión del Estado ante el chantaje de uno de los más grandes criminales de este país. En eso consistió la excarcelación de De Juana.

Y por eso fue decidida, hace apenas un año y medio, por el mismo ministro de Interior que ahora proclama que el único destino de los terroristas es la cárcel. Para mantener la negociación con ETA, aquella negociación en la que el Gobierno y Rubalcaba, el mismo que ahora persigue a ETA, estaban dispuestos a formar una mesa política con los compañeros de De Juana para decidir el futuro político del País Vasco.

Añádanse a estos males el de la nula rectificación mostrada en España por todos los opuestos al cumplimiento íntegro de las penas y a la reforma de nuestro sistema penal, siempre amparados en el supuesto progresismo. Hace un año y medio, hace cinco y ahora. Por error, un artículo de mi compañero César Alonso de los Ríos apareció ayer en estas páginas bajo mi nombre. Pero lo cierto es que la defensa que César Alonso de los Ríos hacía en ese artículo de la cadena perpetua podía haber sido también firmada por mí. Y es que la cerril negativa a plantear siquiera esta posibilidad es una buena muestra de lo que ha dado de sí nuestro sistema judicial para defender a las víctimas de criminales como De Juana.

Las víctimas y la sociedad que ni perdonan ni olvidan son el fruto de esta historia de errores, incumplimientos y cesiones. De la incapacidad del sistema judicial para hacer justicia y resarcir a las víctimas. De la incapacidad del sistema político para mantener la firmeza y los principios democráticos frente a ETA.

Y esas heridas abiertas aún sangrarán más de lo que lo han hecho cuando De Juana inicie, hoy, su vida en libertad. Queda el último capítulo de esta historia de vergüenza e injusticia. El de esa sociedad vasca que apoya y ampara a De Juana. Porque le admira o porque le teme. Da lo mismo.
Le preparan homenajes, protección, reivindicación. Los mismos que hace apenas un año y medio negociaban con nuestro Gobierno y exigían su excarcelación.


Edurne Uriarte
Catedrática de Ciencia Política en la Universidad del País Vasco

www.abc.es

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