quinta-feira, 29 de abril de 2010

Dios el velo y el fuego

Debo reconocer que a mí no me molesta en absoluto que esa adolescente islámica acuda a clase con un pañuelo en la cabeza, ni creo que el asunto merezca un amplio debate nacional. La ropa es lo menos peligroso de cualquier pensamiento radical. De hecho, Gandhi propagó con éxito sus ideas pacifistas vestido apenas con un pañal, mientras que Cristo difundió las suyas llevando encima más ropa que su propia cama. No hay mucha diferencia entre un velo y una melena. Lo que cuenta es la convicción de quien se lo pone en su cabeza. Nadie reclama que se despojen de su toca las monjas, que han ejercido siempre sus creencias con un exceso de ropa que demuestra no sólo su fe en Dios, sino su abnegada resistencia al calor. No es en el velo, sino en el cerebro, donde reside el peligro. El islamismo radical se urde en la influencia de un profeta sin cabeza, ese Mahoma sin fotogenia que a muchos les inspira para rezar, y a otros, una minoría, les sugiere la elemental tecnología con la que fabricar las bombas que luego transportan en sus vientres las niñas escolares y explosivas que saltan por los aires porque creen que al paraíso se llega mejor presentándose a granel. A la muchacha del velo islámico de Pozuelo podrían cachearla para asegurarse de que no porta explosivos, pero el gran problema es que no disponemos de medios técnicos para que una exploración de su mente nos permita averiguar hasta que punto la ropa de los árabes es la mecha que precede a la deflagración de la bomba. Yo no sé hasta qué punto esa chiquilla se pone el velo porque le gusta o por una devoción religiosa penitenciaria. Ni lo sé, ni me importa. Sólo sé que nadie se molestaría si sustituyese el velo por un volumen igual de pelo en su cabeza. ¿No es acaso la peluca una sofisticada modalidad del velo tradicional? ¿Y no es el cráneo rapado la inequívoca seña de identidad de muchos peligrosos fascistas? Se produce una frecuente contraposición entre la religión y la higiene, de modo que la ortodoxia siempre ha recomendado a sus fieles un exceso de ropa que suele resultar insalubre. Yo no soy quien para darle consejos al a chiquilla de Pozuelo, pero le pediría que reflexione sobre los inconvenientes sanitarios de ciertas costumbres, pensando sobre todo en que la probabilidad de alcanzar a Dios vestida con tanta ropa no es en absoluto mayor que la de arriesgarse a coger hongos. Por lo demás, lo de ponerse el paño en la cabeza es cosa suya. Yo creo que para Occidente una escolar con velo y tanta ropa sólo resultaría peligrosa en caso de incendio. En cuanto al islamismo radical, me considero inmune a sus influencias. No creo que puedan ir muy lejos con sus idas unos señores cuya ropa no parece pensada para difundir la fe, sino para propagar el fuego.

José Luis Alvite

www.larazon.es

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