domingo, 25 de abril de 2010

¿Es posible la regeneración democrática?

(Esta noche estaré, para hablar de la República, con Jesús Salas Larrazábal y Ángel David Martín Rubio en el programa de Alfonso Arteseros "España en la memoria", de Intereconomía)

Hoy, en Época:

La involución, bananización y balcanización de la política española, comenzada con el 11-m, no ha hecho sino empeorar desde entonces, gracias, sobre todo, a la colaboración del PP de Rajoy en el proceso, que ha dejado al país sin oposición. Y así hemos llegado a la situación actual, en que vamos alcanzando el nivel de descomposición del sistema democrático. Bajo Felipe González, la democracia sufrió los embates de la corrupción rampante, del terrorismo gubernamental, del servilismo en materia exterior, del "ataque a Montesquieu", pero fue posible una rectificación, gracias sobre todo a un sector de la prensa que defendió la libertad, y al PP de Aznar, que logró superar en buena parte la siniestra herencia felipista. Aznar, aun con sus numerosos errores, redujo el paro a la mitad, saneó la Hacienda, disminuyó notablemente la corrupción, acorraló a la ETA y elevó el papel de España en Europa. Y fue por estos logros, y no a pesar de ellos, por lo que la izquierda y los separatistas le honraron con un auténtico odio, en especial un PSOE que, lejos de aprender de sus yerros, salió del gobierno con rencor mal contenido y deseo de vengarse de quienes le habían hecho perder el poder. No obstante, Aznar no acometió la regeneración democrática pedida por Mayor Oreja, y todo quedó a medias.

Después de la utilización prácticamente golpista que el PSOE hizo del atentado del 11-m --un suceso cada vez más oscuro en lugar de más clarificado--, la rectificación realizada por Aznar prácticamente se disolvió, y en lugar de propiciar una regeneración, el PP pasó pronto a colaborar en la involución. Para Rajoy, "la economía lo es todo", y ello se puso de relieve desde su misma campaña electoral de 2004, aunque muchos no lo viéramos entonces. Una economía que, irónicamente, ha desembocado en el caso Gürtel, y no por casualidad.

Este caso merece atención. Desde luego, todos los regímenes, sociedades y partidos tienen un grado de corrupción y de delincuencia diversa. Pero hay en ello niveles tolerables y otros intolerables. El sistema político puede reaccionar contra su degradación, pero esta se vuelve difícil de superar cuando los encargados de perseguir y juzgar los delitos recurren a su vez a métodos delictivos: en el caso Gürtel, a un espionaje propio de estados policíacos. Es solo un ejemplo de lo que ocurre con Garzón, y no solo con él: el panorama político está lleno de cosas semejantes, como un gobierno encargado de cumplir y hacer cumplir la ley dedicándose a desbaratar la Constitución en obsequio de los terroristas, con quienes ha colaborado y colabora, aun si al mismo tiempo lo presiona, como colabora con dictaduras tan ominosas como el castrismo. Respecto de Garzón, un grado más en la descomposición se ha alcanzado con la campaña, orquestada por las mafias sindicales, y bajo cuerda por el gobierno, para poner al juez por encima de la ley, y para consagrar el principio de que la ley solo puede aplicarse en función del interés de la izquierda. Algo semejante ocurre con el Tribunal Constitucional, falto de toda autoridad moral, empezando por su presidenta.

La situación se ha vuelto mucho más grave y peligrosa que bajo el felipismo, precisamente por la mencionada ausencia de oposición, por lo cual cobra urgencia la cuestión de qué hacer. Por supuesto, la denuncia de lo que viene ocurriendo debe proseguir de forma incansable, pero ello serviría de poco en ausencia de un programa positivo, constructivo, de reformas para atajar la degradación presente. Es preciso un análisis profundo de la realidad y exponer unos objetivos inteligibles como los propuestos –y mal cumplidos-- frente a Felipe González. Pero se necesita asimismo una fuerza política dispuesta a emprender con energía la tarea. Las circunstancias son muy favorables para tal empresa, y sin embargo no acaba de ponerse en marcha por ninguna parte.

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**** La mejor manera de no hacer nada es exigir unas condiciones que no se dan en la realidad. O demandar el "todo o nada". Puros pretextos, por supuesto, en lo que todo el mundo es muy experto. Ni AES ni UPyD o Ciudadanos son grandes alternativas, no solo por su contenido, sino porque reciben pocos votos. Por eso precisamente conviene votarlos, ya que en el peor de los casos no son peores que los grandes, y porque

a) Ello dificultaría el contubernio PSOE-PP, pues es un contubernio al margen de las peleíllas que se dan entre ellos, por puros motivos de reparto del pastel. Tiene gran importancia que el pastel de los votos y el poder se divida más, por varias razones.

b) Limitaría el margen de maniobra de la chusma política PP-PSOE.

c) Aumentaría la democracia y representatividad, ya que muchas personas votan a los grandes no porque los crean buenos y se sientan representados en ellos, sino por creerlo más "útil". Y es más útil, desde luego: para ir acentuando la involución política.

d) Porque muchos simplemente no votan, por hastío, y ampliando el abanico de opciones pueden animarse. Con ello sería posible que los todavía "grandes" partidos tuvieran que buscar apoyos que no fueran los separatistas.

Al mismo tiempo conviene ir elaborando algunos puntos que pudieran servir al mismo tiempo de crítica de la situación actual, de alternativa y de aglutinante.

**** "Esta vez no pasarán", el grito de la marcha de PSOE y artistas contra el TS. El grito de los amigos de Stalin, Castro, Mohamed VI, Companys, Blas Infante, Largo Caballero, la Cheka, la ETA, el terrorismo islámico, el aborto, la eutanasia, la liquidación de la familia, la marginación o destrucción del cristianismo, de un nuevo holocausto en Israel... Porque da la casualidad de que son amigos de todo eso, en muchos casos abiertamente, en otros encubiertamente (ninguno cantará hoy las viejas loas a Stalin, por ejemplo, pero se identifican con lo que este significó, sobre todo en España, es decir, el Frente Popular de la guerra. Ni dirá que pretende un holocausto en Israel: "solo" trata de crear las condiciones para ello). Se sienten eufóricos y creen que, "esta vez, ahora, sí", podrán aplastar la justicia y la democracia si estas no se ponen incondicionalmente a su disposición. ¿Ahora sí?

**** Carrillo pide eliminar el TC que crearon unos "juristas enamorados" del Derecho. Lo pide el héroe de Paracuellos e icono de la izquierda. Obviamente, él no está enamorado del derecho. Pero casi toda la izquierda se le parece, y la derecha carece de otra ideología que el poder y la economía (Gürtel) ¿Quién dejaría de hacerle caso?

**** La campaña contra el TS logra lo inaudito: Felipe defiende a Garzón. ¿Y por qué no? Después de todo, Garzón no lo mandó a la cárcel. Además, González ha comprendido seguramente que el doble error del GAL fue suyo: no hizo ministro a Garzón y dejó que el tontiloco Belloch dejara sin cobertura económica a Amedo y Domínguez. Sin este doble error, lo del GAL no habría sucedido. González, hombre a su modo ecuánime, tiene que haber reconocido que metió doblemente la pata. Además, no parece probable que Garzón haya limitado sus ilegales pesquisas policíacas (de estado policíaco), al PP, y todo el mundo sospecha, sobre todo después del caso GAL, que tiene información muy amplia y peligrosa también sobre el PSOE. A Garzón hay que respetarlo.

**** En líneas generales, y expresado de modo vulgar, la izquierda y los separatistas tienen una intensa vocación de macarras; lo que es posible porque la derecha, en particular la de Rajoy, tiene una no menos intensa vocación de puta.

Pío Moa

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado

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