sexta-feira, 23 de abril de 2010

«Garzón está atrapado en sus propias contradicciones»

Stanley G. Payne.


Stanley Payne no deja de rastrear la trayectoria de nuestro país cuando en la ruleta de la historia saltó por las casillas de la democracia liberal el elitismo de extrema izquierda, el socialismo revolucionario y la república popular hasta detenerse, por la fuerza de las armas, en una especie de semi-fascismo. Su última aportación se titula «¿Por qué la República perdió la guerra?» (Espasa Fórum).

-Anticipar la victoria de los alzados en julio de 1936 ¿hubiera sido una apuesta de alto riesgo?

-Se daba por descontado que cualquier revuelta fracasaría. Se esperaba una repetición de la «sanjurjada», con la participación de sólo entre un 5 y un 10 % del Ejército.

-¿Por qué la República no supo aprovechar su teórica superioridad inicial?

-Por la profunda división de las fuerzas políticas que respaldaban a la República y por su dependencia de las milicias populares.

-Entre las causas de la derrota republicana, ¿qué le lleva a destacar las profundas contradicciones del socialismo español?

-De todos los grandes partidos socialistas europeos de la época, el PSOE era el más contradictorio y el más dividido. Desde el primer año de la República, los socialistas se fracturan en revolucionarios y moderados. División que se prolongó durante la guerra misma.

-¿Por qué España fue tan diferente incluso en su Guerra Civil?
-La cuestión singular en el caso español es que la Guerra Civil surgió en una época de paz y relativa prosperidad, al margen del impacto que las dos guerras mundiales tuvieron en todos los otros conflictos similares de Europa.

-¿Qué le parece que en la España actual se utilice la Guerra Civil para buscar extrañas legitimaciones políticas?

-Esto es muy complicado, como todas las cosas de España. Me parece que reabrir fosas es una obra de caridad, de humanidad, incluso de interés histórico. Otra cuestión son los intentos de utilizar la llamada memoria de la guerra civil para fines políticos o legislar interpretaciones de la historia como se hizo hace dos años con tintes casi soviéticos. Creo que se busca dar legitimidad a las izquierdas actuales y tratar de estigmatizar a las derechas. Naturalmente, cualquier intento de legislar la interpretación de la historia es algo muy nocivo, sobre todo en democracia.

-¿Le parece que ese revisionismo pone en peligro el esfuerzo de superación que supuso la transición democrática española?

-La transición no trató de rectificar mitos. No fue un acto historiográfico, fue un acto político. Se intentó superar las secuelas de la Guerra Civil con un acuerdo tácito entre todos los partidos para no alimentar nuevos conflictos sectarios con ese pasado. Ese entendimiento, que no fue un pacto de silencio, se mantuvo bastante tiempo con éxito pero empezó a cambiar en los noventa con una mayor debilidad de los socialistas, cuando Felipe González empezó a sacar la idea de que el PP era un partido franquista.

-¿Qué sentido puede tener ahora en España intentar dilucidar de alguna manera la Guerra Civil a través de los tribunales de Justicia?

-Los tribunales no tienen la menor jurisdicción en virtud de la gran ley de amnistía aprobada a finales de los años setenta. El mismo Garzón está atrapado en sus propias contradicciones porque, cuando se intentó procesar a Santiago Carrillo, el magistrado dictaminó que era imposible por la amnistía. En su intento del año pasado se olvidó de esa limitación e intentó inventarse una categoría nueva de delitos, que es algo que un juez no puede hacer.

Pedro Rodríguez - Washington

www.abc.es

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